El
cantautor y guitarrista recibió la Medalla Guitarra Negra.
Foto: Archivo Fogón Latinoamericano
El
Programa Guitarra Negra de la División Promoción Cultural de la Intendencia de
Montevideo (IM), distinguió al reconocido cantautor y guitarrista Héctor Numa Moraes, por sus aportes a
la cultura nacional y el arte popular.
En
el evento estuvo presente el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, quien
aseguró que “la cultura, en un mundo cada vez más globalizado, es un ancla a lo
más nuestro, un ancla a la solidaridad y al compromiso”.
Numa
agradeció el reconocimiento y dijo que el mismo también es para sus compañeros,
“los que están y los que se nos fueron”.
En
la actividad se hicieron presentes artistas del canto popular como Daniel
Viglietti, Ruben Olivera, Carlos Benavidez, Carlos Alberto Rodríguez,
Washington Carrasco e Ignacio Suárez.
Reproducido
por gentileza de Portal TNU (Televisión
Nacional de Uruguay)
Nacido en plena dictadura y amadrinado por Mercedes Sosa, el
conjunto brasileño sorprendió al público local por el alto nivel técnico y
musical de sus espectáculos. Con formación renovada, celebra más de tres
décadas sobre los escenarios. En entrevista exclusiva los músicos Jara Arrais y WillyVerdaguer, integrantes
de “Raíces de América”, nos cuentan la historia y el devenir de este grupo.
Foto:
gentileza Raíces de América
Escuchando
por primera vez a “Raíces de América” sorprende el interés por el repertorio
hispanoamericano. Esto tiene que ver con el origen de sus integrantes y con la
innegable influencia de Mercedes Sosa. Cuéntanos en qué circunstancias nace el
grupo en Brasil y qué expectativas tenían sus miembros originales.
El grupo nace de la inquietud de un poeta y empresario argentino,
radicado en Brasil, llamado Enrique Bergen. Un adorador de la música folclórica
latinoamericana, que vio que no había ninguna manifestación ni movimiento, por
menor que sea, en los medios de comunicación brasileños, a no ser pequeños
focos alternativos, en lugares también alternativos y sin ningún apoyo o
incentivo. Entonces convoca una especie de selección de músicos de diversos
países, Brasil, Chile y Argentina, por medio de una rigorosa pesquisa musical,
y forma así, Raíces de América. Las expectativas eran simplemente mostrar al
público brasileño, esta diferente forma de hacer música y de interpretar las
alegrías, tristezas, emociones y euforias de una América soñadamente unida.
Desde
otros países latinoamericanos se suele ver a Brasil casi como un continente
aparte, con una cultura riquísima y que pocas veces se asoma al arte de sus
vecinos. ¿Cuánto hay de cierto en esta visión y cómo han influido la “Negra”
Sosa y grupos como Tarancón y Raíces de América?
Los motivos pueden ser varios. En la parte musical, las
influencias rítmicas en Brasil son básicamente africanas. El movimiento del
cuerpo en la danza, también. Así como el ‘suingado’.
A mediados del siglo XX, entra el jazz norteamericano, mezclado
a las armonías brasileñas y es creada la bossa-nova. En los años 70, la canción
de ‘protesta’ brasileña es ‘intelectual’ con grandes exponentes como Caetano Veloso y Gilberto Gil en la ‘Tropicalia’. Al tiempo que en la América latina, la ‘protesta’ no es
particularmente ‘intelectual’ y sí en forma de lucha, revolución y sangre.
A grosso modo, en América del Sur española, hay gran contingente de indios y
relativamente pocos negros. En América del Sur portuguesa, hay gran contingente
de negros y relativamente pocos indios. Eso nos trae una diferencia
significativa en todas las áreas, sobretodo en la cultural.
Por otro lado, la posición geográfica de Brasil es bastante
explícita. De frente hacia Europa y Estados Unidos y de espaldas a la propia
América del Sur. Eso es un simbolismo bastante ‘elocuente’.
Y Raíces de America, Tarancón y otros, se dirigen modestamente a
la aproximación de esos polos culturales un tanto aislados.
En los
primeros discos pueden escucharse versiones de canciones chilenas, argentinas y
cubanas, por ejemplo, aunque con arreglos diferentes a los originales, con
agregados de percusiones pero también
con mucha creatividad en los arreglos ¿Cómo ha recibido el público brasileño
este repertorio? ¿Eran conocidas esas canciones?
Prácticamente nada era conocido. Por ese motivo y para acortar
distancias, la primera temporada de shows de Raíces contó con la participación
de Isabel Ribeiro, una gran actriz brasileña que declamaba poesías en
portugués, como tejiendo historias y
canciones y adelantando los temas que vendrían, para mejor entendimiento del
público. La receptividad fue instantánea. Fue realmente cuando la música latinoamericana
entró en el país. Años 80.
Con el
tiempo, Raíces de América sumó obras propias, tanto en castellano como en
portugués, tales como Fruto do suor y
Humahuaca, adquiriendo definitivamente
una identidad propia. ¿Cómo evalúas la evolución del grupo a lo largo de los
años?
Fue una evolución natural, de acuerdo con la receptividad y con
los anhelos del grupo como precursores del movimiento al lado de Tarancón y
otros. Canciones propias se hicieron necesarias a partir de un cierto punto.
Precisamente para mostrar todo un sentimiento de gente que vive lejos de su
país pero que siente y entiende como pocos esas culturas diferentes, y por eso
se coloca a disposición para intentar amalgamarlas.
Bombo,
charango, quena, zampoña y cuatro son algunos de los instrumentos que tocan,
todos ellos originarios de otros países latinoamericanos ¿Cuál es el interés
que despierta la música tocada en estos instrumentos, tanto para los
integrantes del grupo como para el público brasileño?
Para los integrantes del grupo, son instrumentos comunes,
inclusive para los brasileños, porque están muy bien informados y son admiradores
de esos sonidos desde hace mucho tiempo. Para el público en general, son
sonidos exóticos y pintorescos, que los llevan a imaginar paisajes y vivencias,
que de una forma o de otra están dentro de cada uno.
En la
página oficial del grupo se cuenta que han realizado dos giras por países
europeos. Sin embargo no hay noticias sobre presentaciones en otros países de
Sudamérica. ¿Qué posibilidades hay de escuchar a “Raíces de América” en los
países de origen de muchas de las canciones que interpretan?
Eso es una cuestión de oportunidad. Ya ha habido propuestas que
no se concretaron por uno u otro detalle. Y el grupo está siempre pensando e
imaginando cómo sería saludable y emocionante hacer una gira por los países del
sur. Todos ganarían con eso. Las ciudades, nosotros, el público, en fin,
todos.
Si bien
es innegable el “mestizaje” del grupo, dado por los diferentes orígenes de sus
miembros, en los países de habla hispana generaría interés poder escuchar las
composiciones propias del Brasil. Cuéntanos acerca del repertorio local, tanto
propio como de otros autores.
Durante todos estos años, hemos interpretado, además de los
clásicos y los no clásicos, temas de gran expresión brasileños, como: Cio da Terra (Chico Buarque – M.
Nascimento) Tocando em Frente (Renato
Texeira – Almir Sater) A Festa (M.
Nascimento), y muchos otros. Inclusive elaboramos un repertorio especial para
un show que lleva el título de “Brasil Latino” y lo presentamos en diversas
ciudades. Esta secuencia musical la llevamos a cabo con arreglos latinoamericanos
y que resultó en una aceptación muy positiva por donde pasó.
En
momentos en que algunos países de la región pasan por situaciones políticas y
sociales muy complejas, la cultura suele ser el refugio de mucha gente, tanto
artistas como público. ¿Cuáles son las expectativas de los integrantes de
Raíces de América en cuanto a eventuales giras por la región y el intercambio
con músicos de otros países?
La cultura suele ser no sólo el refugio de algunos, como el
palco para exponer puntos de vista y de denuncia de arbitrariedades de personas
no tan poéticas que nos acosan por todos los lados. Raíces de América tiene
como misión (si podemos llamar así) alertar ese tipo de violencias, apenas de
un punto de vista humano y a través de
canciones. Las expectativas sobre eventuales giras por la región, son las
mejores posibles, ya que tenemos mucho para decir y mucho a aprender. Y el
intercambio con músicos de otros países siempre será enriquecedor para ambos
los lados. Sería maravilloso poder cambiar ideas musicales en español y
portugués y portuñol. Una mezcla
de cultura musical rara. Soñemos!
Miembros: la
formación actual de Raíces de América cuenta con nueve músicos, multiinstrumentistas,
mezclando instrumentos de cuerdas; andinos, acústicos y eléctricos; flautas
andinas, traversa, batería y percusión: Willy
Verdaguer, Míriam Miràh, Pedro la Colina, Oscar Segovia, Tadeu Passarelli,
André Perine, Chico Pedro, Jara Arrais, Jica.
En
entrevista exclusiva, el trovador Jaz
Arenas nos habla del surgimiento y la actualidad del Encuentro Latinoamericano de la Canción Social “El Sinsonte”, que
se realiza en la ciudad colombiana de Duitama (Boyacá). Este encuentro, cuyo
nombre alude a un pájaro muy conocido en algunas regiones americanas, se
realizará los días 1 y 2 de julio próximos.
¿Cuándo y
por qué motivaciones surge El Encuentro Latinoamericano de la Canción Social El
Sinsonte?
El Encuentro Latinoamericano de la Canción
Social “El Sinsonte” nace en Duitama – Boyacá (Colombia) el 14 de julio de 2011
como un homenaje póstumo y urgente al trovador
argentino Facundo Cabral, asesinado
en Guatemala el 8 de julio de ese mismo año. Quizás ha sido el primer homenaje que se realizó en
Latinoamérica, cuando un grupo de artistas (cantautores, intérpretes y demás)
convocó al público para expresar su inconformismo por la muerte absurda de un
cantor tan entrañable. Esa noche la sala se desbordó de gente que de alguna
manera había conocido el trabajo de Facundo.
En la última
década ha habido distintas experiencias (festivales, encuentros) que nos han
permitido conocer artistas de diferentes partes del continente, cuya obra no es
fácil de conocer de otra manera. ¿Cómo evalúas la labor de este y otros
encuentros regionales y continentales?
Yo creo que todo lo que se haga en pos de
unir a los pueblos por medio del canto y del mensaje del arte es de suma
importancia para alcanzar la hermandad de los mismos; es así como encuentros
tales como “Canto de Todos” y “El Sinsonte” son herramientas o armas—si puedo
utilizar el término—de construcción masiva. La canción de cada trovador es una
sola en esta Madre Patria llamada Planeta y es fundamental difundir su mensaje
como sea posible, ya que, como todos sabemos, la industria está creada
completamente para que el pueblo sea manipulado por medio de ritmos que tienen
como único objetivo acrecentar la dominación y el consumismo.
Es también
importante que el Encuentro, así como eventos similares, se realice en ciudades
diferentes a la capital del país, promoviendo así el turismo y el conocimiento
cultural de otras regiones. ¿Cómo analizas el aporte de “El Sinsonte” en el
departamento Boyacá?
El Sinsonte ha traído a Boyacá un
enriquecimiento cultural desde la canción, teniendo en cuenta que la mayoría de
los espacios culturales del Departamento se basan únicamente en el
entretenimiento. Nosotros desde el Encuentro hemos abierto un espacio donde
priman los mensajes de fraternidad y apoyo a las luchas que viven nuestros
pueblos en Colombia y en toda Latinoamérica y al que pueden acceder personas de
todos los niveles económicos y sociales. Por otra parte, desde El Sinsonte hemos
podido mostrarle al mundo que hay un lugar en Colombia donde una vez al año se
reúnen cantores de todas las latitudes con el único propósito de entregarlo
todo por medio de sus canciones.
Yo no lo vería tanto desde el
punto de vista turístico porque podríamos realizarlo en cualquier otro lugar,
pero es indiscutible la importancia de abrirle espacios al cantor y al público
en todas partes, ya sea en ciudades, pueblos o barrios. Es desde adentro donde
se pueden generar los cambios; es un grito de resistencia, es demostrarle al
mundo que la canción vive y es para todos.
En esta
oportunidad participan dos artistas del sur: Alejandro Jusim, de Argentina, y
Pedro Munhoz, de Brasil, aportando otra mirada estética a través de sus
canciones. ¿Cómo valoras la obra de estos cantautores?
Es muy difícil dar una mirada
objetiva cuando tienes que hablar de tus amigos, pero sin lugar a dudas y
conociendo el trabajo de mis compañeros Pedro Munhoz y Alejandro Jusim puedo
decir que su canto y su poesía se desbordan de sinceridad, hermandad y lucha.
En el caso de Pedro, reconozco en él al cantor sin fronteras, a aquel que es de
todas partes, a la palabra y la mano hermana, además de ser un trovador que lo
da todo por la canción. Y de Alejandro diría
que su guitarra y su voz nos dejan entrever un Juglar, un cantor de esos
que muestran con su canto las alegrías pero también las heridas de su pueblo,
como decía Silvio Rodríguez, un Trovador
antiguo.
Pedro Munhoz
Por último,
¿qué nos puedes contar acerca de los participantes colombianos?
Los participantes colombianos han
encontrado en El Sinsonte, y me incluyo, un espacio donde han podido compartir
como hermanos su canto con los demás. Me explico: antes de que existiera el
Encuentro estábamos todos dispersos, sin duda dando la pelea pero aparentemente
solos en un país donde ni siquiera hay una tradición trovadoresca, y donde
hacer resistencia es casi un delito, una pena de muerte. Cuando nos conocimos,
de alguna manera supimos que habían más como nosotros y hallamos en los demás
un apoyo, un motivo para seguir adelante en esta tarea de hacer canciones
comprometidas. Es así como músicos y cantautores como Christian Lara, Jimmi Pineda, Andy Luna, Jorge Estupiñán, Mario Rincón,
Alonzo Gabrielli, Daniel Bonza, Sergio Arango, Diego Castañeda, Oscar Alfonsoy
mis hermanos Gabo Sequeira y PedroMunhozhan forjado las bases de El Sinsonte haciendo de él una
trinchera, un foco de resistencia, una excusa perfecta para fundirnos en una
sola voz. Son ellos y un equipo pequeño en número pero incansable y
perseverante los que han hecho cada año que El Sinsonte siga cantando con sus
cuatrocientas voces.
Este año, además, tenemos la
alegría de contar con nuevos participantes con un trabajo aguerrido e
implacable desde la canción comoCarlos
Lugo, Hugo Rojasy nuestro compañero Alejandro
Jusimque nos acompaña también por primera vez.
Alejandro
Jusim
Muchas
gracias.
V Encuentro
Latinoamericano de la Canción Social “El Sinsonte”
Viernes 1 de
Julio
7:00 PM
Auditorio “Luis
Martín Mancipe”
Culturama –
Duitama
Sábado 2 de
Julio
7:00 PM
Teatro
Sogamoso
Alejandro
Jusim (La Plata, Buenos Aires)
Argentina
Almas
Verbales (Duitama,
Boyacá) Colombia
Alonzo
Gabrielli (Duitama,
Boyacá) Colombia
Carlos Lugo (Neiva, Huila)
Colombia
Christian
Lara (Cali,
Valle del Cauca) Colombia
Hugo Rojas (Facatativá,
Cundinamarca) Colombia
Jaz Arenas (Boyacá)
Colombia
Tusho Medina (Sogamoso,
Boyacá) Colombia
Mario Rincón
(Duitama,
Boyacá) Colombia
Pedro Munhoz
(Porto
Alegre, RS) Brasil
Facebook: Encuentro Latinoamericano de la Canción Social "El Sinsonte"
Fundada por Ricardo García y Carlos Necochea, la
etiqueta chilena fue parte importante de la resistencia cultural en dictadura,
difundiendo obras fundamentales del acervo cultural del país.
Al igual que en otras naciones, la música chilena
vivía grandes transformaciones a partir
de la década del ’60 en el siglo pasado. Surgieron tendencias comerciales como
el neofolklore, basado en músicas
tradicionales con arreglos modernos, que posteriormente se decantaron en lo que
se llamó La Nueva Canción Chilena. A
la labor desarrollada por Violeta Parra, entre Chile y Europa, se sumaba la
apertura de la Peña de los Parra. Ángel e Isabel, hijos de la Viola, fueron partícipes de hechos
históricos importantísimos. Por la Peña pasaron grandes músicos nacionales e
internacionales, como Víctor Jara, Quilapayún, Pablo Milanés, Patricio Manns,
Silvio Rodríguez y Daniel Viglietti, entre muchos otros. Las peñas se
multiplicaron en todo el país. La difusión de sonoridades andinas, dada por
grupos como Inti-Illimani y el citado Quilapayún eran parte de la banda sonora de la época, mientras se
daban paso otras expresiones más cercanas al rock, como en el caso de Los
Jaivas y Blops. En 1968 surge el sello Jota Jota, fruto de la necesidad de
canales alternativos a las grandes etiquetas para poder difundir expresiones
con fuerte carga política. Se trataba de un sello dependiente de las Juventudes
Comunistas. El éxito del primer disco, “Por Vietnam”, de los Quila, incentivó a sus responsables a
continuar la importante tarea de producción y difusión de sus artistas. Tiempo
después, y ya bajo el nombre DICAP (Discoteca del CantarPopular), la etiqueta
se abrió camino en el mercado chileno, produciendo discos que incluso excedían
el marco de los artistas militantes.
A la llegada de la Unidad Popular al poder, una
coalición de partidos de izquierda que consagró
al Presidente Salvador Allende, la labor de DICAP y del sello estatal
IRT se vio incentivada por la realidad de los nuevos tiempos. El golpe militar
del 11 de septiembre de 1973 acabó con todo avance social y cultural. Los
músicos Víctor Jara y Jorge Peña Hen fueron asesinados poco tiempo después en
campos de detención, la sede de DICAP fue arrasada, destruyendo los militares
la mayoría de sus cintas matrices, y se ordenó a los sellos de origen
extranjero a borrar el material de artistas de la Nueva Canción Chilena. Tras dar cristiana sepultura a su marido,
Joan Jara parte al exilio, no sin antes entregar discos y cintas de Víctor a
periodistas europeos que sacarían el material de Chile por valija diplomática.
En Europa, la señora Joan recupera los discos, a partir de los cuales se
realizan nuevos masters en los
famosos estudios de Abbey Road, Londres.
En 1976,en medio de la oscuridad cultural reinante en
Chile, el periodista y locutor radial Ricardo Larrea García y el músico Carlos
Necochea fundan el sello “Alerce, la otra música”. Su logotipo, un árbol caído
y otro de pie, simbolizan la realidad de aquel período histórico. Si bien los primeros lanzamientos del sello
estuvieron dedicados a artistas de música folklórica, como Chamal, pronto
surgirá la verdadera motivación de la existencia de Alerce: la recuperación de
canciones y artistas muy conocidos hasta el día del golpe. García viaja a
Europa, donde se contacta con artistas exiliados y con los familiares de
cantantes fallecidos. El fruto de esas gestiones son dos discos que llaman
poderosamente la atención en la nación andina: “Décimas”, de Violeta
Parra—recitado de parte de su libro de Décimas autobiográficas con
acompañamiento de guitarra—y una antología de Víctor Jara. Aun evitando las
canciones más comprometidas políticamente, García arriesgaba mucho en estos
lanzamientos.
Como medio de financiar las producciones se
lanzaron los Festivales Alerce. Comenzaron en el Teatro Esmeralda (San Diego
con Avenida Matta, en Santiago) y posteriormente en el Teatro Caupolicán, con
gran afluencia de público. Hubo prohibiciones de algunos festivales, intentos
de gravar fuertemente las producciones del sello con impuestos internos y otras
medidas que si bien afectaron la labor de Alerce no detuvieron su espíritu de
difusión e investigación artística.
Alerce fue propulsor del llamado Canto Nuevo, que agrupaba a jóvenes
trovadores como Eduardo Peralta, Isabel Aldunate, Eduardo Gatti, Nano Acevedo,
el dúo Schwenke & Nilo y el conjunto Ortiga, nacido en el seno de la
actividad universitaria. Por otra parte, el sello importó casetes de Silvio
Rodríguez y Pablo Milanés, artistas que habían estado en suelo chileno en 1972,
cuya labor fue mucho más conocida a comienzos de la década siguiente. La
inclusión de la canción “Santiago de Chile” en un casete de Silvio le valió la
cárcel a Ricardo García, aunque el asunto no pasó a mayores y felizmente pudo
recuperar su libertad.
En los 80 Alerce publicó obras de Isabel , Violeta
y Ángel Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti-Illimani, Illapu y otros grandes
nombres, fortaleciendo su imagen de sello alternativo. El último proyecto de
don Ricardo ha sido la grabación del disco “Silvio Rodríguez en Chile”. El
artista cubano volvió a la nación andina cuando ésta recuperó su sistema
constitucional. La actuación se realizó el 31 de marzo de 1990 en el Estadio
Nacional ante más de 80.000 personas. Pero el creador de Alerce no pudo ver el
trabajo terminado, ya que falleció en Cuba, mientras pasaba sus vacaciones
junto a su esposa Gloria Trumper.
Durante los 90 Alerce se vio beneficiada con el
traspaso de sus archivos a CD, ya que las primeras ediciones en este formato de
Inti, Quila, Víctor, Silvio y otros artistas ya mencionados se canalizaron a
través de esta etiqueta. Hubo también grandes aciertos comerciales, como el
lanzamiento del CD “Por siempre Che!”, realizado por Alerce para las Juventudes
Comunistas con grabaciones de Carlos Puebla, Ángel Parra, Vicente Feliú y
Juvencio Valle, alternando poesías y canciones. Otro disco de gran repercusión
ha sido el “Tributo a Víctor Jara”, para el cual hicieron su aporte Ana Belén,
Víctor Manuel, Quilapayún, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez e Ismael Serrano,
entre otros artistas. Este disco ha sido licenciado a sellos de Argentina,
España y México.
Pero los tiempos habían cambiado. Ya sin el temor a
prohibiciones y sanciones, otros sellos comenzaron a interesarse en el catálogo
Alerce. El desembarco de Warner Music en Chile, con una agresiva política
comercial, comenzó a tentar a los artistas de Alerce con mejores condiciones y
mayor presupuesto. Los primeros en migrar a la multinacional fueron los
catálogos de Isabel y Violeta Parra, en 1999. Respecto al primero, no hubo
grandes novedades respecto a las ediciones anteriores. En cuanto a Violeta, se
dio a conocer una grabación efectuada en Suiza que se tituló “Violeta Parra en
Ginebra”. Quilapayún, dirigido en ese entonces por Rodolfo Parada, también
sucumbió a los cantos de sirena de
Warner. Pero el artista más emblemático de Alerce había sido Víctor Jara.
Cuando Joan Jara recibió una propuesta del productor Carlos Fonseca, le costó
tomar la decisión de abandonar el sello chileno. Ricardo García y Víctor habían
sido grandes amigos. Finalmente aceptó la oferta, dada la promesa de
internacionalización y mejora del catálogo de Víctor. En este caso sí hubo
diferencias sustanciales en las nuevas ediciones. Además de algunos títulos en
vivo que estaban inéditos en CD, los técnicos de Warner lograron dar un sonido
renovado a los discos “Pongo en tus manos abiertas” y “El derecho de vivir en
paz”, borrando todo vestigio de los ruidos de púa. En cuanto a las ediciones
internacionales, estos discos vieron la luz en Argentina, México y España,
aunque no se extendieron a otras latitudes.
Dos años después, en 2003, Alerce recibió otro duro
golpe. El trovador cubano Silvio Rodríguez anunció la rescisión unilateral del
contrato que los uniera por más de dos décadas, acusando a la etiqueta austral
de “fabricar discos en la etapa de sell
out (liquidación) y vender por internet sin estar autorizados”. A pesar de
las disculpas por parte de los directivos de Alerce y la promesa de rectificar
los errores, Silvio fue inflexible y no estableció una demanda legal debido a
la gran amistad que lo uniera con Ricardo García.
Con su catálogo diezmado (Alerce dependió
fuertemente de material licenciado), el sello anunció una conferencia de prensa
donde se darían detalles de su cierre. Tras la gran expectativa creada, Alerce
difundió que en realidad se trataba del cierre de una etapa y el comienzo de
otra. Con fuerte endeudamiento, Alerce adquirió en 2003 una propiedad donde
fundó el Estudio 360 de grabaciones, en la comuna santiaguina de Ñuñoa. Sin
embargo la piratería y las nuevas formas de escuchar música incidieron en el
desarrollo de esta gestión. El estudio fue vendido en 2011 junto a la sede de
la discográfica. El retraimiento del mercado, la independencia de los artistas
y otros factores obligaron a Alerce a vislumbrar otras soluciones, como la
subida de su catálogo a Portal Disc, sitio de descargas legales, y la alianza
con el sello CNR (junto al cual editaría antologías para venta en kioscos de
revistas).
El autor de este artículo en la
antigua sede de Ñuñoa
En los últimos años Alerce recuperó algunos de sus
artistas como Inti-Illimani (la facción conducida por los hermanos Coulon) y
reeditó obras de gran valía como el primer volumen de “Charango. Autores
chilenos”. Por otra parte, el anuncio de reediciones en vinilo y en CD ha
despertado el interés de buena parte del público chileno y latinoamericano.
Algunas de esas producciones son:
(Vinilos)
“Pánico” y “Témpera”, Manuel García
“Sexual Democracia, Vol. I”, Sexual Democracia
(rock)
“Mi destino”, Jorge González
“Estoy que me muero” y “Para los arqueólogos del
futuro” (Congreso)
(CD)
“Boleros” (Ángel Parra)
“Mis mejores boleros” (Carmen Prieto)
“Química de la lucha de clases” (Mauricio Redolés)
“El canto del ángel, Vol. I y II” (Francisco Villa)
Desde esta página apoyamos la gestión de Alerce,
pionero de los sellos independientes en Chile, que supo defender la labor de
los artistas de su país en los momentos históricos más difíciles. ¡Felices 40
años de vida a Alerce, la Otra Música!
En
este artículo el músico y escritor reflexiona sobre el papel y la imagen de los
artistas en un momento de crisis política en Brasil.
Foto: Ana Miranda / Zero Hora
Por Zero
Hora(*)
La
historia es más o menos así: Mark Twain, el escritor norteamericano estaba
sentado en el balcón de su casa cuando pasó un vecino y le preguntó: “¿Descansando,
vecino? , a lo que él respondió: “No, trabajando”. Otro día el mismo vecino lo
vio cortando el césped del jardín y le preguntó: “¿Trabajando, vecino?” y Twain
le respondió: “No, descansando”.
Recordé
esa historia para ejemplificar la idea de que el trabajo y el descanso del
artista no se parecen a los de las demás profesiones. Para el sentido común
“artista” ni siquiera parece ser una profesión. ¿Para qué sirve un artista
realmente? El sistema no tiene, a priori, un lugar para él. El pintor francés
Paul Gauguin cambió una profesión “de respeto” y rentable para tornarse un
pintor destinado a vivir y morir en la pobreza y sin reconocimiento alguno.
¿Qué juicio esperar de los contemporáneos de Gauguin sino que él había
enloquecido, que era un misántropo, un inadaptado?
La
sociedad siempre está lista para recibir a los ingenieros, a los médicos o a
los abogados, nunca a los artistas. Si un médico cuelga su diploma en una
pared, entra y sale rutinariamente por la puerta de un consultorio en que esté
fijada una placa con su nombre y especialidad, nadie dirá que él no es un
médico, sea buen o mal profesional. Para un artista, un diploma y una puerta
con su nombre nunca serán suficientes. Su reconocimiento dependerá siempre de
criterios subjetivos. ¿Lo que él hace es artístico? ¿Qué es el arte realmente?
El propio artista puede pasarse la vida formulándose estas preguntas. El dilema
comienza tempranamente. Nadie puede
decir a un niño o a un adolescente si será un artista. El artista sólo escucha
su propia voz. Nos tornamos aquello que somos, ha dicho otro escritor. Pero qué
difícil es escuchar la propia voz, decirse a uno mismo: soy un artista, seré un
artista.
En
casa, estimulamos mucho a nuestros hijos a seguir el camino del arte, en el
caso de que sintieran tal vocación. Para nuestra alegría y la de ellos, Ian e Isabel
son hoy en día artistas de quienes sentimos mucho orgullo. Pero sé que en la
mayoría de las familias los padres sienten temor ante la posibilidad o la
decisión de que sus hijos adolescentes quieran seguir este camino. Quizás el
miedo de los padres se origine en la percepción de que los jóvenes no tienen
experiencia de vida suficiente como para medir los riesgos de una elección
profesional equivocada o de difícil trayectoria, sin mencionar que, para
muchos, optar por el arte significa sencillamente desestimar una profesión “de
verdad”.
La
difícil trayectoria para un artista puede ser consecuencia del valor intrínseco
de lo que él produce, pero puede también, y quizás principalmente, resultar de
la dificultad de inserción en un sistema en que el arte es menos necesario que
superfluo. De ahí la importancia, para toda sociedad, de la existencia de
instituciones culturales sólidas, aquellas que ambicionan dar al arte su debido
y digno lugar en el sistema. Aun actuando en un contexto adverso, el artista
puede ser tenido en alta estima. Pero es más común que enfrente preconceptos de
todo tipo. Es moneda corriente ser tachado de vagabundo, bohemio, perezoso o
rebelde, por ejemplo.
Particularmente
considero altamente importantes la vagancia, la bohemia, la pereza y la
rebeldía para el trabajo artístico. Pero sé que uno solo de esos adjetivos
podría destruir la reputación de profesionales “respetables” en las
profesiones, digamos, convencionales. El artista paga un alto precio por llevar
una vida no convencional. Además, como para la gente en general el arte está
asociado a los momentos de entretenimiento, placer o incluso descanso—en los
momentos en que se sale de la “rutina”—se impone la idea de que el artista vive
sólo en estos, por estos y de estos momentos de ocio, que su vida es una fiesta
permanente. Poco se sabe de la labor artística, de cuán difícil y compleja
puede llegar a ser, de cuánta transpiración existe para cada inspiración.
¿Quién no conoce la fábula de la cigarra y la hormiga?
Por
más que pensemos en culturas diferentes, en países en que el arte está más o
menos valorado, en los Estados Unidos de Twain, en la Francia de Gauguin, en el
Brasil de Noel Rosa—aquel bohemio incorregible que, habiendo vivido apenas 26
años, creó una obra genial con suficiente potencia para moldear nuestra
identidad nacional—no creo que el papel del artista en la sociedad cambie mucho
de un país a otro. En el caso del Brasil actual, la demonización de los
artistas me parece puntual respecto a la política. Las personas se están
demonizando unas a otras de una forma que se acerca a la barbarie, con la falta
de un proyecto democrático para el país. ¿Por qué los artistas serían librados
de esta locura si, en su mayoría, se sitúan en el espectro político más cercano
a la izquierda, justamente lo que ahora está siendo juzgado?
Pero
estoy seguro de que los que hoy insultan a Chico Buarque o a un oscuro grupo
teatral de vanguardia saben, en el fondo, que el trabajo de esos artistas es de
grandísima importancia; saben que, produciendo cada uno a su modo y con
libertad, ellos son fundamentales para nuestra constitución como nación. Uso la
expresión “en el fondo” a propósito. Quizás el foco debiese estar en el fondo,
tal vez necesitemos ir hasta el fondo de todo esto. ¿Qué tal ir y salir de allí
compartiendo la más legítima alegría ciudadana?
(*)Traducción al español del artículo
publicado por el periódico Zero Hora
de Porto Alegre, a quien agradecemos la autorización para reproducirlo en esta
página.
El compositor e intérprete entrerriano Javier
Colli, residente desde pequeño en Santa Fe, ha publicado su tercer material discográfico,
recreando y renovando las músicas del noreste argentino.
Javier Colli
“Sonido Litoral”
SFR
ECD 10.218
Santa Fe,
Argentina
Referenciado como una manifestación cultural
que incluye la música y danza propia de la provincia de Corrientes, el chamamé es un ritmo que ha trascendido
fronteras y se cultiva desde hace muchos años en una amplia región geográfica
que comprende, además de esa provincia, importantes zonas de Argentina (Santa
Fe, Chaco, Misiones, Formosa, Entre Ríos), Brasil (Rio Grande do Sul), Uruguay
(departamento de Paysandú y algunas regiones aledañas), Bolivia (oriente) y Paraguay. Si bien hay ciertas
variaciones en el estilo de interpretar esta música el acordeón es el principal instrumento de este y otros ritmos
similares como la polca y la chamarrita.
Javier Colli
recorrió
Argentina con los conjuntos “Alma chamamecera”, formado en 1988, y “La Tríada”,
creado un año después. Ha participado de
los festivales más importantes dedicados a la música litoraleña, compartiendo
escenario con Raúl Barboza, el Chango Spasiuk, Carlos Pino y otros referentes
de este arte. Javier comenzó a aprender
música de manera autodidacta a los 12 años, recibiendo la influencia de Los de
Imaguaré, Rudi y Nini Flores y otros cultores del chamamé que habían renovado
la manera de abordar y recrear esta música. La participación en diferentes
encuentros nacionales le ha permitido al artista un saludable intercambio y
aprendizaje que hoy puede escucharse en cada una de sus interpretaciones.
La polca Sonido Litoral, compuesta por
Javier, es un buen ejemplo de estas afirmaciones. Secundado por Yunez Paiduj y Osvaldo Lucero
en guitarras, Colli “pinta” un maravilloso paisaje musical en su acordeón, lo
que nos permite adentrarnos en la riqueza cultural de esta región. En este
primer tema suma una tercera guitarra el artista invitado Tolato Trzuskot.Los sonidos más novedosos se mixturan con clásicos
del género como Los inundados (Isaac Aizenberg y Ariel Ramírez, 1962)—con
percusiones de Gonzalo Díaz-- y Granja
San Antonio (Tarragó Ros y Ángel Guardia, 1950), tema en que se luce
como invitada la pianista Silvia
Teijeira. La conjunción instrumental resalta la belleza inherente a esta
pieza musical, logrando una interpretación emotiva y refinada.
Tiemponiño y Suspiros
del alma, chamamés de J. Colli y Mario Prieto Linares (quien canta en
el primero de ellos) brindan otra faceta de esta hermosa música a través de una
interesante elaboración melódica y lírica. El rasguido doble Iguaquarí
(Raúl Barboza) es otra acertada inclusión en el disco. Osvaldo Lucero
toca bajo y guitarra, complementando magníficamente al acordeón de Javier.
El estilo más tradicional del chamamé está
dado en dos composiciones de Paquito Aranda: La parcería, con la
participación de Beto Collien
acordeón, y Estancia La Nora. En el caso de Sauce de Luna (Carlos y
Javier Colli) aparece nuevamente el canto, protagonizado por Carlos Colliy el conjunto Entre Ríos 5, de importante trayectoria
artística.
Dos orillas, tema del
propio Javier Colli, retrata en sus sensibles notas el verde paisaje
litoraleño. Otro protagonista de ese paisaje es el ceibo, flor nacional de
Argentina y Uruguay: está presente en el disco a través del chamamé El
ceibalito, cantado apasionadamente por Santiago “Bocha” Sheridan y Mario
Prieto Linares.
Don Arístides (polca de
Bartolomé Palermo y Roberto Galarza) está tocada a dúo de acordeones por Javier
y Beto Colli, con interesantes secciones de guitarra. Un “clásico de clásicos”,
Kilómetro
11 (Constante Aguer y Mario del Tránsito Cocomarola) es vertido con
gran expresividad por Javier y sus músicos acompañantes. Como yapa podemos disfrutar la polca Yo de
Fabio Zini, quien participa como invitado tocando guitarra.