La
43ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires acogió a importantes
personalidades del periodismo musical uruguayo, quienes presentaron este
coloquio, subtitulado “Leer y escuchar. Libros sobre música
uruguaya”. El afamado dúo Spuntone & Mendaro ilustró diversos pasajes
de la charla interpretando en vivo clásicos de la música del vecino país.
Milonga,
candombe y rock’n’roll
Leer y
escuchar. Libros sobre música uruguaya
43ª Feria
Internacional del Libro
Predio Ferial
de Palermo
Sala “Javier
Villafañe”
Buenos Aires
Argentina
Viernes 12
de mayo de 2017
Por
iniciativa de la Cámara Uruguaya del
Libro y del Ministerio de Educación
y Cultura (MEC) de ese país, se realizó en la Feria del Libro de Buenos
Aires un interesantísimo coloquio acerca de la música uruguaya y su devenir
desde los años 60 del siglo pasado hasta la actualidad. Estuvieron presentes Guilherme de Alencar Pinto, musicólogo, docente y periodista, autor de los
libros “Razones locas. El paso de Eduardo Mateo por la música uruguaya” y “Los que Iban Cantando. Detrás de las voces”, Andrés Torrón, músico, productor
artístico y periodista, autor de la obra “111 discos uruguayos” y Gustavo Aguilera, periodista y
escritor, quien escribió el libro “Errantes. Historia del rock nacional (1977 –
1989)". La charla contó con la importante intervención de los moderadores Humphrey Inzillo y Gabriel Lagos, quienes agregaron datos de color a la ya de por sí
interesantísima presentación de los tres autores mencionados. El coloquio se
matizó con la presentación de un dúo que nos visita por primera vez: Spuntone & Mendaro.
“En
nombre de la 43ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires le damos la más
cálida bienvenida a cada uno de ustedes y, muy especialmente, a la Cámara
Uruguaya del Libro, que nos ha convocado en esta reunión, que es la celebración
del día de Uruguay en la Feria del Libro. Queremos destacar y agradecer que
contamos con la presencia del Embajador de la República Oriental del Uruguay en
Argentina, Su Excelencia Héctor Lescano, el Presidente de la Cámara Uruguaya
del Libro, el Sr. Jorge Saracini, y demás Ministros Consejeros del Gobierno
Uruguayo y de la Intendencia de Montevideo. Hoy podemos contarles que estamos
muy contentos porque ayer se hizo el anuncio oficial: Montevideo será la ciudad
invitada de honor de la edición 2018 de la Feria Internacional del Libro de
Buenos Aires”. (Aplausos) “Estamos invitados a una reunión maravillosa: “Milonga, candombre y rock’n’roll. Leer y escuchar libros sobre música
uruguaya”. Por supuesto, vamos a tener un cierre ‘a toda orquesta’. Los
vamos a dejar en compañía de Humphrey
Inzillo, quien les da la bienvenida e inicia este encuentro. Bienvenidos”.
Humphrey Inzillo
Humphrey
Inzillo: “¿Qué
tal? Buenas tardes. Muchas gracias a todos por venir. Embajador: buenas tardes.
Un gusto tenerlo nuevamente y gracias por todo el apoyo a la cultura y la
música uruguaya aquí en Buenos Aires. La verdad es que estoy muy contento, muy
honrado y agradecido a la Cámara Uruguaya del Libro por esta invitación en un
lugar muy especial, para hablar de un tema que es muy especial: los libros de
música. Cada vez que tengo que hacer una actividad, por ejemplo presentar el libro de Guilherme
“Razones locas”, me acuerdo de este libro: “Spinetta. Crónicas e iluminaciones”
que escribió Eduardo Berti a partir de una serie de charlas que mantuvo a
mediados de los ’80 con el creador de Muchacha
ojos de papel y otras tantas obras maravillosas. Y para mí es especial
porque un libro puede ser la puerta de entrada para la obra de un músico, de un
modo acaso extraño. En mi casa no se escuchaba la música de Spinetta: se escuchaban
otras músicas, sobre todo mucho jazz y, sin embargo, de un modo casi azaroso mi
papá me regaló este libro. Y yo conocí primero el pensamiento y la historia de
las canciones de Spinetta antes incluso de escuchar su música. Era un chico. Así
que tampoco sé muy bien lo que entendí de eso. Tenía 10 años y pasaron un par
de ‘años largos’ hasta que me metí en la obra de Spinetta. Sin embargo, aún
conservo el recuerdo de esa primera lectura y de todo un mundo que se me abría.
El libro tiene atrás unas canciones inéditas del Flaco. Las letras y algunas canciones inéditas del Flaco, y me acuerdo incluso de cantarlas
e improvisar esas melodías y de imaginarlas. Volví muchas veces a este libro de
Spinetta (que fue reeditado por Planeta) y también volví muchas veces a
“Razones locas”. Hay una frase de Jaime Roos que está en este libro, que dice:
‘Antes de Mateo, la nada’, parafraseando algo que había dicho en algún momento
John Lennon: ‘Antes de Elvis, la nada’. Y a mí me gusta decir a veces que
‘antes de Razones locas, la nada’. No es porque no hubiera registros
anteriores, pero eran ciertamente muy pocos. Y en ese sentido el libro de
Guilherme es fundacional. Y es un libro al cual, así como siempre recuerdo este
libro de Spinetta, al que yo llegué (perdón, Guilherme, pero fue pirateado, ya que estuvo mucho tiempo
agotado hasta que finalmente se hizo la reedición con Roque Di Pietro) [de
manera similar]. El panorama desde ese momento en el que la aparición de
Razones locas fue, de alguna manera para mí un libro que tiene un cierto
sentido bíblico, porque me llevó a leerlo, releerlo y me abrió la puerta de
entrada no sólo a la obra de [Eduardo] Mateo sino a la obra de toda una
generación o varias generaciones de músicos uruguayos. Pero ciertamente es muy
distinto el panorama de los años ’90, donde eran muy pocos los libros de música
que se editaban en el Uruguay, a este panorama. A tener esta mesa con sólo algunos de las decenas de autores
que están trabajando sobre la música uruguaya. Y también me parece interesante,
y obviamente lo vamos a desarrollar en la charla, la diversidad, digamos, el
hecho de que—por mencionar un ejemplo—a un libro dedicado a La Trampa hace 5 o
20 años era algo impensable y hoy, claramente, sólo el ejemplo de La Trampa.
Basta con acercarse al stand que tiene Uruguay, acá a unos pocos metros, y
encontrar una diversidad de ofertas que realmente te da a pensar que hay un
verdadero boom editorial”.
“Algo que me parece interesante de remarcar
también—luego vamos a desarrollarlo, porque es el disparador—para qué sirven
estos libros de música. Estos libros que tienen una temática musical que muchas
veces nos ayudan a entender la obra de músicos que admiramos. Muchas veces nos
ayudan a descubrir otras músicas, las que tuvieron influencia sobre esos
músicos en los que inicialmente estamos interesados, y nos ayudan a conocer las
historias por detrás de las canciones que contextualizan definitivamente un panorama
que no tiene que ver solamente con lo musical, sino que dialoga con otras
expresiones artísticas o coyunturas políticas y sociales que, definitivamente,
tienen mucho que ver con el hecho de comprender una obra artística o una
historia artística. A la hora de pensar en una pequeña historiografía musical
en el Uruguay hay otro libro que es indispensable, que es este. Se llama: ‘De
las cuevas al Solís’. Lo escribió Fernando Peláez. De alguna manera también es
un libro que se volvió bíblico, de
consulta (son dos tomos) donde recorre los inicios del rock en Uruguay. Buena
parte de todos estos trabajos vinculados a la música tienen un componente que
es esencial y que es el afectivo. Para meterse a hacer cualquiera de estos
libros está ese componente afectivo, que tiene que ver con un profundo amor a
la música. Y como dije ‘profundo amor a la música’, antes de cederle la palabra
a Gabriel Lagos (editor de una muy recomendable revista uruguaya Lento, de La
Diaria) vamos a escuchar la primera canción de Alejandro Suntone y Guzmán Mendaro, que no es de ellos, pero que
tiene un guiño a la profundidad”.
Video: Amor
profundo (Alberto Wolf)
Spuntone y
Mendaro
Gabriel
Lagos: “Hola.
Yo no lo voy a hacer muy largo porque, en realidad, la idea es que hablen sobre
todo Gustavo, autor de “Errantes”, Andrés Torrón, que es el autor de “111
discos uruguayos” y Guilherme, que es el autor de “Razones locas”. Un poco
complementar lo que dice Humphrey: no sólo se están editando muchísimos libros
sobre música uruguaya, estos son algunos [los que están exhibidos en la mesa].
Son bastante diversos pero hay muchos más. Éste es un libro que está agotado:
“Nos íbamos a comer el mundo”, de Kristel Latecki, que trae muchas historias
para leer. Acaba de salir una biografía oficial de Jaime Roos hará 10 días. Se
llama “El montevideano”. A mí me parece que algunas cosas que tienen en común
es que son parte de un esfuerzo general que no tiene que ver sólo con la música
sino ya con la cultura de tantos años: lo que pasó después de la dictadura: en
los ’80, ’90…y empezó por revisar todo lo que había pasado, pero después empezó
a abarcar otros temas. Estos libros son parte de esa historia, son una manera
de ver lo que ha pasado en los últimos treinta años. No sólo en libros sino
también en otras publicaciones impresas como revistas sobre esos años ’80 y
’90. Esto matiza un poco lo que dice
Humphrey, ese amor… A Montevideo llega en los años ’80, llega en medio de esa
escena pos dictadura. Se fija en esa figura que es Mateo, que estaba en un
lugar un poco raro a pesar de que tenía una importancia mayor dentro del
círculo de músicos”.
Gabriel Lagos
Guilherme de
Alencar Pintos: “Hola. Bueno, yo tengo una historia como de inmigrante musical: mi principal motivación para mudarme de Brasil
a Uruguay (vivía en Rio de Janeiro y me vine para Montevideo) fue mi absoluto
entusiasmo, fanatismo por la música uruguaya, que es muy poco difundida en
Brasil pero conocida por un grupo de personas que por diversos motivos tuvimos
acceso a conocer algunas cosas de Maslíah, Jaime Roos, Mateo, y durante la
primera mitad de los años ’80 esa fue la música que más escuché de todo el
mundo y de todo lo que había, y me parecía que Montevideo era la capital
musical del Universo. Cuando tuve la oportunidad de venir por una actividad a
Montevideo, yo vine acá como quien va a La Meca, nunca había aprendido
formalmente a hablar el castellano, pero abrí la boca y salí hablando algo,
apenas un poco menos raro de lo que hablo hoy día, de tanto estudiar canciones,
de escucharlas. Hablaba el español de Uruguay, y me encantaban cosas de las que
no tenía la menor idea de qué eran porque las canciones no daban ninguna pista
de eso. Qué es una agencia de quinielas. Yo veía : ‘Agencia de quinielas’ ‘¡Oh,
eso era!’ Porque lo había visto en la letra de una canción de [Jorge] Lazaroff.
Entonces era como toda una emoción descubrir la escenografía de esa música que
me parecía tan interesante y tan inquieta, y que había preservado la posta de
algunos valores en una canción de refinamiento musical, un vínculo de tipo
vanguardista mezclado con expresiones de raíz popular del lugar. Y en Brasil no
es que hubiera desaparecido, pero esto estaba un poco relegado en el panorama
de allá. Ese mismo proceso, de alguna manera, se diluyó a los pocos años que
llegué, pero cuando ya estaba instalado acá y ya tenía el contacto con un
montón de gente, por suerte. Y me instalé en Montevideo, donde vivo muy feliz
desde hace 32 años. Yo llegué y ya tenía bastante conocimiento (como extranjero
tenía bastante conocimiento). Seguí averiguando estando allí y siempre mi
manera de consumir música estuvo muy vinculada con el saber. Me cuesta mucho
escuchar algo que me encante y no saber de quién es, quién hizo el tema, quien
lo toca, ese tipo de acercamiento característico del fanático. Entonces, cuando
llegué empecé a estudiar, tuve la suerte de conocer personalmente a Mateo, yo
sólo lo conocía por la música, e incluso pude trabajar con él. Yo soy músico
también, hago producción de discos, y tuve oportunidad de trabajar en algunas producciones
en los que él participó, quien hizo el arreglo. Estuve ahí mientras él
trabajaba, y le preguntaba cosas y asistí a un montón de espectáculos de él. El
primer libro que escribí fue “Razones locas”: es una consecuencia del dolor y
de la pena por la muerte de Mateo en el año 1990, luego de haber estado
siguiéndolo muy de cerca durante cinco años. Y la conciencia de cuánta
información personal se va perdiendo al no estar registrada. De pronto hay
músicos mejor documentados, pero Mateo era medio hippie: ‘lo que importa es el momento’, la emoción de lo que uno
hace. No era el tipo de músico que registrara las cosas que él hiciera, o que
él mismo mantuviera un archivo. Entonces murió Mateo y seguramente iban a
empezar a morir las personas que lo habían conocido. Y esa era la única fuente
posible para la mayor parte del conocimiento sobre lo que él había hecho. Y ahí
emprendí ese camino y el resultado fue ese libro”.
Guilherme de Alencar Pintos
Humphrey: “Hablando de
Mateo, yo les propongo que escuchemos una canción de Eduardo Mateo por Spuntone
& Mendaro”.
Video: Y hoy
te vi (Eduardo Mateo)
Spuntone
& Mendaro
Gabriel: “A mí se me
ocurre que en muchas cosas formales el libro de Guilherme “Razones locas” es
casi lo opuesto al libro de Andrés Torrón porque hace un estudio en torno a una
figura en forma exhaustiva, en cambio tu libro, Andrés, es súper abarcativo,
analizando 5, 6 décadas [de música] uruguaya. Además, tiene como otros
desafíos, otras tensiones, porque, por un lado, es una selección personal pero
no es caprichosa, vos sos músico, crítico desde hace muchos años. La línea es
personal pero se ve que está hecho para ser compartido. Es una edición súper
linda, súper cuidada, un anexo bilingüe (inglés – castellano). Es como una
guía. Quería saber cómo manejaste eso…
Andrés
Torrón: “Hola
a todos. Bueno, sí creo que hay una tensión entre dos polos: el fan de la
música uruguaya y el periodista y músico también. Entre el capricho y el gusto
personal, y las ganas de abarcar y de mostrar un abanico amplio de música
uruguaya. Hablaste de este amor profundo por la música, también de eso de
compartir: no de ambicionar ni de dar cátedra, sino de compartir un amor por la
música y por los discos. Es un libro sobre discos y sobre long plays, es decir, sobre ese concepto que nace con el disco long play en 33 revoluciones, como álbum
y de discos como obras, como un libro contiene una novela. Por eso arranco el
libro en los años ’50 porque en Uruguay el LP empieza en esos años, y termina
en 2009. El libro lo publiqué en 2014. Quería tomar un poquito de distancia,
pero llegar lo más cerca posible de lo que hemos vivido. Nunca sentí la música
por géneros. No soy un fan ni del rock, ni del jazz, etc. Por eso el libro no
está englobado en géneros. Está Zitarrosa, está Mateo, está Peyote Asesino,
están Los Buitres, un abanico muy grande desde la música y discos uruguayos”.
Andrés Torrón
Humphrey: “Toda lista
implica, necesariamente, una selección: una inclusión y una exclusión. Es un ejercicio con mayor o menor
minuciosidad. Lo que te quería preguntar es: Una vez publicado el libro me
imagino que—en realidad nos pasó a todos—cómo está este y no está este otro y
demás. ¿Cómo fue esa construcción con el lector a posteriori? Porque me parece
que lo que tiene un libro de estas características es que te invita, por un
lado, a empatizar y, por otro, a discutir, a pelear y demás. Incluso quizás a
vos mismo, una vez publicado, capaz que te arrepentís de uno por no haberlo
incluido o haber incluido uno en lugar de otro”.
Andrés: “En realidad
fue bastante mejor de lo que pensaba. Yo estaba como preparado, asumido que
iba a tener mucha gente cayéndome, lo
que me parecía justo, además, porque yo soy un fan total de las listas, siempre
miro las listas de los mejores discos del año para enojarme: cómo este tipo
puso este disco y no puso tal otro. Y es como vos decís: algo lúdico, es parte
de un juego. Me parece que, con suerte,
el lector jugaba también conmigo en una buena. Sí planteándome muchas
veces: cómo no pusiste tal disco o tal otro, pero como parte del juego y, por
supuesto, yo estaba dispuesto, no había otra que aceptar las críticas. Cada vez
que uno hace algo no hay otra que aceptarlas. Y con respecto a lo que vos
decías de dejar afuera, fue muy duro para mí dejar cosas afuera y sí, por
supuesto, me arrepentí de algunas obras que no incluí. No me arrepentí de
discos que están, sino de discos que no están. Pero replanteé el número. En
principio había pensado en 100 discos, llegué a 130 como facilísimo y planteé
111 como número lindo y marketinero”.
Humphrey: “Y más allá
del aspecto lúdico y no lúdico, y de conformar la lista, luego la investigación
por detrás de cada disco. ¿Cuánto tiempo te tomó y cuáles fueron las fuentes?”
Andrés: “Mirá, es un
proyecto que lo tengo de hace como 12 años. 10 años al momento de ponérmelo a
escribir. Quedó tomando como distintas
formas en mi cabeza. Había pensado en menos discos, que fuera como “Mis discos
de cabecera”, pero me parecía como poco interesante para un lector que fueran
sólo mis discos. Por eso amplié la lista y de esa lista me pareció que tenían
que estar 100 de toda la discografía que había escuchado. Volví a escuchar toda
la discografía para saber si ese era “el” disco o esos eran los discos que
tenían que estar. Yo no soy un coleccionista de discos, pero sí tengo muchos
discos. Tenía 15 años cuando comencé a comprar discos, tengo un archivo grande,
y después el estudio lo basé, por supuesto, en los libros que ya había, en
muchos años de críticas en la prensa uruguaya. Especialmente—quizás ahora
menos, lamentablemente—en los años ’80 hubo una explosión de crítica sobre
música uruguaya. Fue ahí en realidad donde yo empecé. Yo tenía 15 años y
escuchaba música que pasaban por la radio, iba a los bailes de 15 y me
encantaba la música que pasaban, pero me empecé a enganchar con esa música que
me era totalmente desconocida. En ese momento descubrí un mundo que estaba
totalmente presente, pero para mí era algo nuevo.
Humphrey: “Si hacemos
listas no sólo de discos, sino de músicos uruguayos, hay dos nombres que no
pueden faltar: uno es Alfredo Zitarrosa.
El otro es Fernando Cabrera. Esta
mesa ya es un lujo. Les propongo que nos demos el lujo y el gusto de escuchar a
Zitarrosa y a Cabrera por los maestros Spuntone & Mendaro”.
Video:
Milonga de ojos dorados (A. Zitarrosa)
Spontone
& Mendaro
Video: Por
ejemplo (F. Cabrera)
Spuntone
& Mendaro
Gabriel: “Esto es un
poco para presentar el libro de Gustavo, que a mí se me ocurre que es más
acotado a una época y a una escena: la del rock nacional uruguayo pos
dictadura. Marco “rock nacional uruguayo” porque aquí en Argentina fue un poco
distinta la historia. Se tiene la idea que en los ’70 no hubo rock en Uruguay o
no hubo rock nacional popular. Cuando en los ’80 en Argentina comienza a
florecer también el pop de nuevo, en Uruguay son más punk, bandas quizá más toscas. Es un poco la música con la que yo
crecí y que a mí me sigue marcando. El libro es, para mí, la reconstrucción de
una época que fue importante y me parece que, por la edad, vos también estás
reviviendo épocas…”
Gustavo
Aguilera: “Cuando
me propuse hacer este libro sobre rock de los ’80 ya había leído algunas
publicaciones, y me parecía que podía hacer lo mismo contándolo desde mi lugar
y con mi voz y con la época en que yo había vivido. Esencialmente por dos
cosas: primero, para reconciliarme con esa época en que las bandas empiezan a
caer, a desaparecer, se discrepó mucho sobre lo que sucedía en aquellos años.
Hubo como un impasse y arrancó de
nuevo en los años ’90, de otro modo. Y a mí me tomó un par de años volver a
escuchar música nacional, dentro del ambiente del rock. Y sentía como que tenía
que hacer las paces con esa época y revalorarla o redimensionarla de algún
modo. Y que serviría para las generaciones que vendrían después. Porque el rock
uruguayo tiene un tema bastante circular: el que cada generación que surge es
parricida con la generación anterior. Hasta el principio del siglo XXI, o en
realidad, desde los ’90 en adelante se podría decir, La Trampa, que hace su
camino, La Abuela Coca, empiezan a
marcar que podían convivir o mixturarse
todos esos estilos y los que terminan conciliando todo eso son No te va
Gustar y La Vela Puerca, que hacen una explosión casi internacional”.
Gustavo Aguilera
“Antes de continuar quería
referirme a algo que había dicho Humphrey, y es la gran diversidad de libros
que están saliendo ahora de música uruguaya.
Y creo que es algo que pasa en este momento porque creo que a nosotros
nos costó mucho darnos cuenta, en Uruguay, de que teníamos una riqueza musical
muy grande. Y muchas veces lo que nos llevó a darnos cuenta fue el propio
público argentino. Muchas veces los argentinos son los que nos dicen: ‘pero
ustedes tienen un músico en cada esquina, salen de abajo de las piedras’. Es
impresionante. Y nosotros no supimos
valorarlo durante mucho tiempo. Nos costó mucho tiempo ver o entender toda esa
riqueza musical que tenemos. Se dio sola y empezó a surgir a través de todas estas
presencias, de quienes han hecho historia, montones de músicos y propuestas
musicales de diferentes estéticas, de diferentes estilos, y que en sí todas en
algún punto se conectan o se tocan unas con otras. Y creo que una conclusión
que puede definir eso es tener a Guzmán y a Ale acá. Alejandro Suntone fue y es el vocalista de La
Trampa; Guzmán, guitarrista de Hereford,
y ellos están haciendo, a su manera y a su gusto, interpretando canciones de
todos estos artistas que representan todos esos estilos y está bueno sentir que
en estos momentos la música uruguaya está siendo bien representada, no sólo por
sus músicos, sino también por estos trabajos literarios, trabajos críticos o
ensayos que muestran o ayudan a mostrar más, conocer más de la profundidad de
la música uruguaya”.
“En mi caso, volviendo a “Errantes”, me parecía que hacía falta
contar eso de una manera que incluyera a un montón de voces de las que no se
sabía nada. El rock del interior fue, durante muchos años, una cosa desconocida
en Montevideo. Y en otros ámbitos que hablan sobre la época no se tiene en
cuenta algunos estilos como el heavy
metal, que tiene su espacio, tiene su gente y tiene sus discos, un montón
de trabajo, producción y esfuerzo. Más allá de que a uno le guste o no, está
representado. El libro trata de ser una especie de equilibrio entre lo
vivencial, lo que uno sintió y vivió en esos años, un poco influencia de
aquellos periodistas de la [revista] Rolling Stone, que vivían un poco la
música y la contaban de ese punto de vista pero también haciendo un catálogo
que mostrara todos los discos que se fueron publicando todos esos años, año a
año, cronológicamente, y con entrevistas que mostraran diferentes voces y los
diferentes puntos de vista de todos los músicos y de todas esas perspectivas. Y
creo que eso te enriquece más: poder entender de dónde viene, de dónde nacen
las diferentes músicas y estilos. Si a mí me dicen que el rock, de pronto, tuvo
una crítica un poco fuerte en los ’80 ‘porque era una música foránea’,
convengamos que el tango, que nació en los arrabales, viene con los inmigrantes.
Todas las músicas son una gestación que nace con músicas que vienen de otros
lados, muchas veces. Y lo importante, más allá de dónde pueden venir o de dónde
son, es lo que las diferentes sociedades, o grupos en las sociedades, hacen con
ella, cómo se expresan, cómo se hacen sentir o se hacen ver con esas
expresiones artísticas. Y me parece que es lo fundamental de esto: ver todo
este material acá, estar hoy en Argentina compartiendo con toda esta gente para
mí es espectacular. Y hablar de nuestra música en otro lado da como un pequeño
orgullo celeste. Decir: ‘qué lindo es sentir ese reconocimiento´. Compartirlo
con gente que nos quiere mucho y que quiere mucho a la música uruguaya. Disfrutar
a Spuntone & Mendaro es ‘la cereza de la torta’.”
Humphrey: “Me parece
que uno de los grandes aciertos de “Errantes” es el tono de las entrevistas. Es
como un diálogo y me parece que
justamente lo que buscabas es ese valor testimonial por encima de todo.”
Gustavo: “Cuando yo
empecé a hacer las entrevistas me encontré con cierto rechazo en algunos
personajes, personalidades de aquella época, que sentían que no tenían que
hablar de eso, que ya habían hablado mucho de eso, no querían hablar más de
eso. Me pareció importante que el músico que entrevistaba se sintiera cómodo
con el periodista para soltarse a contar. Y fuera como una charla de amigos
tomando un café. Eso le da un valor que de pronto no lo tiene una entrevista
muy estipulada, muy estricta desde lo musical, porque muchas veces lo que
enriquece la música son las anécdotas, las historias que están detrás de cómo
surgen las canciones, de cómo se componen, de dónde nacen, de dónde vienen. Y
las entrevistas apuntaron un poco a eso. De eso también viene la elección del
subtítulo: “Historias del rock nacional”. No es una única historia, sino esa
pluralidad de cosas que enriquecen, que completan el relato. Un poco
‘historias’ tiene un par de lecturas en esa edición: lo elegí incluso cuando
alguna gente me dijo: ‘No. Es historia, no historias’. ‘No, son historias, porque
esto incluye a varios personajes,
personalidades que influyeron e hincharon
en esos años haciendo sus cosas tratando de expresarse. Pero hubo un montón
más, que por temas de espacio, tiempo u oportunidades no están en el libro. Y
también tienen su punto de vista de aquella época. Son un cúmulo de historias
que representan esos años pero no son los únicos. Hay más: si uno investiga, si
uno se acerca al disco buscando en la guía de discos que está acá puede
escuchar, conocer y bajar un montón de cosas que quizás no sólo no sabía que
existían sino que no sabía que le podían llegar a gustar. A veces la producción
masiva de música (la producción llamada chorizo:
miles de discos que suenan todos parecidos y demás) va tapando a esas
producciones pequeñas pero muy ricas en su contenido y que a veces representan
más que ese producto que tiene más de industrial que de artístico y artesanal.
Bueno, el rock de esos años ’80 o la música en general de esa época, era
artesanal, era hecha a pulmón. Y era
importante. Esa época me llevó a mí a elegir ser periodista, a elegir vivir de
esta música como expresión artística. Esto me marcó el camino a seguir durante
toda mi vida”.
Humphrey: “Lo que yo
les propongo es que vayamos a escuchar otra canción de los maestros Spuntone
& Mendaro y les dejo una pregunta para después: ¿ De qué hablamos en verdad
cuando hablamos de música uruguaya? ¿Hay un diálogo entre los distintos
géneros? ¿Se impone la nacionalidad o la cuestión geográfica por encima de la
definición de música?”
Video: “En
un lugar un niño” (Luis Cesio, de Psiglo)
Spuntone
& Mendaro
Humphrey: “Retomo
una idea que se había dicho antes: que muchas generaciones habían sido
parricidas de la generación anterior. Me parece que a partir de los ’90 hay
grupos que rock como, por ejemplo, probablemente dos de los más populares acá:
La Vela Puerca y No te va Gustar. Pienso cómo ellos reivindican a Zitarrosa,
traían tambores, me acuerdo que para el cierre de los conciertos La Vela Puerca
traía una cuerda de tambores, de modo que trabajaron con Alejandro Balbis
sumando coros de murga, borrando los límites. Pero en ese sentido insisto: ¿De
qué hablamos cuando hablamos de música uruguaya? ¿Quién se anima primero?”
Gabriel: “Yo creo que
una de las cosas por las cuales la música uruguaya es conocida acá en Argentina
es por su personalidad, o sea, hay algo que la hace ser distinta a otras
músicas: ni mejor ni peor, distinta. Y hay una cantidad de cosas que están
marcadas por la historia de Uruguay, por ser Montevideo una ciudad con puerto,
por ser Uruguay un país chiquito rodeado de dos gigantes como Argentina y
Brasil. Ha hecho lo que ha hecho (Argentina y Brasil tienen culturas muy
fuertes y son muy proteccionistas y nosotros no) tomando cosas de los dos
países. En ningún otro lugar del mundo hay tango mezclado con bossa nova. No
podría pasar en Argentina nunca ni podría pasar en Brasil jamás. Y el hecho de
las inmigraciones sucesivas, la cultura negra que tenemos, una serie de cosas
que tenemos que muchas veces son inconscientes que cada músico toma para
componer. Para mí el rock de los ’80 tiene muchísimo de tango y muchísimo de
Zitarrosa. No creo que Los Estómagos estuvieran pensando concientemente en eso.
Y bueno, esas cosas surgen, no cabe duda. Paso el micrófono”.
Humphrey: “Guilherme,
¿qué fue lo que te enamoró a vos de la música uruguaya para tomar (si hablamos
del amor a la música) la decisión de venir a Montevideo? ¿Cómo definirías vos
ese sonido o esa atmósfera o esa cosa
mágica o si hay elementos concretos en lo musical que te hicieron tomar esa
decisión?
Guilherme: “Bueno. No
fue un sonido solo ni una atmósfera sola. Para tomar una decisión así una
persona fanática de la música como soy yo, una condición imprescindible es la
variedad. Es decir, que el Uruguay realmente tiene más cantidad de músicas
distintas que un sonido contrastante, un planteo contrastante. Andrés habló de
Zitarrosa, un músico del que buena parte de sus composiciones está hecha con
tres o cuatro acordes con mucho énfasis en la construcción de la melodía,
adaptación de guitarras y guitarreos más una mezcla de ingredientes a través de
los cuales realiza un planteo totalmente distinto, por ejemplo, al de Mateo, un
tipo que hacía música pop con montones de aportes, con acordes complicados, con
gran influencia de cosas que venían de India, de Brasil, del jazz, de Ravel y
Debussy, y por supuesto, montones de Beatles. Más toma la cultura del tango y
de la murga uruguaya. El hecho que convivieran tantos universos distintos abrió
para mí un universo suficiente como para que yo pudiera decir: ‘me gusta tal
cantante, ese mundo, ese conjunto de ingredientes’, una veta que uno va
adquiriendo por donde uno va. Cada uno de ellos es un intérprete distinto que
hace un estilo de música. Uruguay entero
está conformado por una variedad enorme y dentro de esa variedad hay una solidez
muy grande. Solidez dada por el hecho de que algunos de esos géneros se
fermentaron y son de ahí mismo, es decir: éste es el núcleo donde se hacen
determinadas cosas, pero debido también a algo que tiene que ver con la cultura
meridional, algo a lo que se refirió Andrés. Y también a ese factor importante:
el hecho de que Uruguay hubiera sido fácilmente un país culturalmente tragado o
por Brasil o por la Argentina, si no fuera por el hecho de estar justo ahí, en
el medio, y se mantuvo, de alguna manera, a salvo de ser sencillamente
deglutido y [pudo] preservarse. Siendo permeable, recibiendo toda esa energía
lindísima de esos dos colosos alrededor de él, [logró] mantenerse con una
autonomía suficiente. Entonces creo que también es un país donde siempre
existió, siempre circuló mucha cultura extranjera que se cultivó de una manera
muy sólida. Me parece significativo que el primer boom de música beatle en
Argentina se dio esencialmente con bandas uruguayas. Es decir, los tipos que
supieron imitar de una manera suficiente como para armar grupos propios con ese
tipo de cosas fueron Los Shakers, Los Mockers, Kano y los Bulldogs y luego, por
supuesto, eso floreció enormemente acá”.
“Del punto de vista personal qué
cosas me cautivaron: parte de la variedad y de la personalidad propia de tantas
de esas canciones uruguayas. Me interesó mucho también un par de aspectos que
estaban expresamente vigentes en los ’80: uno era un gran afán de reflexión
estética. Era algo que yo había vivido con mucha intensidad en la música
brasileña, sobre todo en los ’60 y en los ’70 y que sentía que estaba un poco
reemplazando el ‘bueno, yo no voy a hablar de mi música, porque lo que vale es
la emoción, etc’. La espontaneidad. Yo llegué y acá había gente discutiendo,
arrancándose a pedazos casi con respecto a determinada actitud: cómo la música
tenía que ser, qué debería reflejar, qué postura, que grado tendría que haber
de experimentación, porque sin experimentación habría una ruptura en la
comunicación, si uno debería hacer una música a la medida de lo que (suponía)
el público estaba dispuesto a decidir. Habría que ver si considerar esa postura
y generar precisamente ideas para enriquecer al público o incluso para proponer
un desafío al público. Con qué profundidad abordar determinado género, etc,
etc. Eran discusiones que estaban presentes, que de por sí generaban propuestas
interesantísimas, propuestas inesperadas, y que no siempre iban exactamente a
donde la teoría decía. Pero que no hubieran existido si no fuera por ese empeño
de la reflexión estética. Ese fue uno de los aspectos. Y el otro, que está
mezclado con eso también, es una presencia muy viva de una tensión de tipo
político en Uruguay, en un momento en que sentí que había también una tendencia
a dejar de lado eso, ese replantear completamente la música como una manera de
incidir a partir de determinadas ideas, y hablo de lo político en el sentido más
amplio. No es sólo una música al servicio de determinado partido o a favor de
determinada clase social y en contra de otra, sino en el sentido de incidir en
la conformación que va a tener el mundo, incidir en la manera cómo la gente va
a plantear la jerarquía entre distintos factores, en un lugar en el mundo en
general. Siento que incluso un tipo “apolítico” como Mateo tenía dentro esta
característica del país. Esos fueron los elementos que me atrajeron”.
Humphrey: “Gustavo:
hace un rato Andrés decía que las bandas de los ’80 en el Uruguay tenían como
una influencia o retomaban un legado, acaso no de un modo directo, de Zitarrosa
y del tango. ¿Vos estás de acuerdo?”
Gustavo: “Está muy
presente en el segundo disco de Los Estómagos, por poner un ejemplo específico
[“La ley es otra”, 1986]. Hay un tema que se llama Amor y sangre que es un malambo. En el fondo, si vos sacás la
distorsión, es un malambo. Y hay mucho tango detrás de las melodías y de las
letras. La postura, la melancolía, lo gris: hay un montón de cosas que se
apegan o se acercan al tango. Y no eran los únicos pero creo que en ellos se
reflejaba mucho más. Sin quererlo sucedía eso. La Tabaré, que es una banda
histórica importante nuestra, que comenzó siendo La Tabaré Riverock Banda,
terminó siendo La Tabaré para hacerlo un poco más corto, también se nutrió de
todo eso. Es más, Tabaré hizo todo un viaje a través de su música donde fue
como despojándose de los sonidos de la distorsión y terminó siendo La Tabaré
Milongón Banda. El tronco es el mismo, las raíces son las mismas. Lo que se
hace con ellas es lo que lo hace diferente o personal, porque cada músico aquello que mamó y escuchó está presente en lo
que logra expresar. Hace poco Gabriel Peluffo [cantante del grupo Buitres] estuvo
acá cantando tangos. ¿Cómo no va a estar el tango dentro del rock si el
cantante había crecido escuchando tango en la casa? Creo que el gran tema de la
música uruguaya en general es que , más allá de la etiqueta que uno le pueda
poner, siempre se va a nutrir de un montón de cosas diferentes y lo mejor que
podemos hacer para disfrutar eso es escuchar a esos dos señores”.
Video: Rock
de la calle (Rubén Rada)
Por Spuntone
& Mendaro
Humphrey: “Alejandro
Spuntone y Guzmán Mendaro van a estar mañana abriendo el show de No te va
Gustar en Lobos. Decíamos que es un lujo escucharlos aquí, darnos el lujo de
escucharlos este domingo en Buenos Aires, en el Café Vinilo a partir de las 21
horas. Tuvimos una pequeña muestra; es de verdad un lujo el espectáculo y esa
mirada revisionista y personal que tienen. Por sobre todo, un abanico
estilístico e intemporal de la música uruguaya. Nos vamos a despedir con una
última canción. Quiero contarles que todos estos libros de los cuales estuvimos
hablando están en venta en el stand de Uruguay, acá, a poquitos metros. Van a
tener la chance de llevárselos autografiados por sus autores. Y también está en
venta la muy recomendable revista “Lento”. De verdad es un lujo. Yo creo que
aunque no es una costumbre, es un buen momento para que inaugure Gabriel
firmando revistas aquí, en el stand del Uruguay. Muchísimas gracias, Gabriel. Un
lujo compartir esta mesa. Yo pido un fuerte aplauso para Guilherme, Andrés,
Gabriel y Gustavo”.
“Muchísimas gracias a la Cámara
Uruguaya del Libro por la invitación. Muchísimas gracias, Embajador, por apoyar
la cultura: a los artistas, a los escritores, y les propongo que nos vayamos
con música, porque las letras y la música son el eje de todo esto. Gracias”.
(Aplausos)
Spuntone
& Mendaro: “Muchas gracias por la invitación. Un placer haber compartido con
ustedes. Nos vamos con una canción de La Tabaré que se llama Un romancero”.
Video: Un
romancero (Tabaré Rivero)
Por Spuntone
& Mendaro