viernes, 19 de mayo de 2017

Milonga, candombe y rock'n'roll en la Feria del Libro

La 43ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires acogió a importantes personalidades del periodismo musical uruguayo, quienes presentaron este coloquio, subtitulado  “Leer y escuchar. Libros sobre música uruguaya”. El afamado dúo Spuntone & Mendaro ilustró diversos pasajes de la charla interpretando en vivo clásicos de la música del vecino país.




Milonga, candombe y rock’n’roll
Leer y escuchar. Libros sobre música uruguaya
43ª Feria Internacional del Libro
Predio Ferial de Palermo
Sala “Javier Villafañe”
              Buenos Aires              
Argentina
Viernes 12 de mayo de 2017

Por iniciativa de la Cámara Uruguaya del Libro y del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) de ese país, se realizó en la Feria del Libro de Buenos Aires un interesantísimo coloquio acerca de la música uruguaya y su devenir desde los años 60 del siglo pasado hasta la actualidad. Estuvieron presentes Guilherme de Alencar Pinto,  musicólogo, docente y periodista, autor de los libros “Razones locas. El paso de Eduardo Mateo por la música uruguaya” y  “Los que Iban Cantando. Detrás de las voces”, Andrés Torrón, músico, productor artístico y periodista, autor de la obra “111 discos uruguayos” y Gustavo Aguilera, periodista y escritor, quien escribió el libro “Errantes. Historia del rock nacional (1977 – 1989)". La charla contó con la importante intervención de los moderadores Humphrey Inzillo y Gabriel Lagos, quienes agregaron datos de color a la ya de por sí interesantísima presentación de los tres autores mencionados. El coloquio se matizó con la presentación de un dúo que nos visita por primera vez: Spuntone & Mendaro.





“En nombre de la 43ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires le damos la más cálida bienvenida a cada uno de ustedes y, muy especialmente, a la Cámara Uruguaya del Libro, que nos ha convocado en esta reunión, que es la celebración del día de Uruguay en la Feria del Libro. Queremos destacar y agradecer que contamos con la presencia del Embajador de la República Oriental del Uruguay en Argentina, Su Excelencia Héctor Lescano, el Presidente de la Cámara Uruguaya del Libro, el Sr. Jorge Saracini, y demás Ministros Consejeros del Gobierno Uruguayo y de la Intendencia de Montevideo. Hoy podemos contarles que estamos muy contentos porque ayer se hizo el anuncio oficial: Montevideo será la ciudad invitada de honor de la edición 2018 de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires”. (Aplausos) “Estamos invitados a una reunión maravillosa: “Milonga, candombre y rock’n’roll.  Leer y escuchar libros sobre música uruguaya”. Por supuesto, vamos a tener un cierre ‘a toda orquesta’. Los vamos a dejar en compañía de Humphrey Inzillo, quien les da la bienvenida e inicia este encuentro. Bienvenidos”.


Humphrey Inzillo


Humphrey Inzillo: “¿Qué tal? Buenas tardes. Muchas gracias a todos por venir. Embajador: buenas tardes. Un gusto tenerlo nuevamente y gracias por todo el apoyo a la cultura y la música uruguaya aquí en Buenos Aires. La verdad es que estoy muy contento, muy honrado y agradecido a la Cámara Uruguaya del Libro por esta invitación en un lugar muy especial, para hablar de un tema que es muy especial: los libros de música. Cada vez que tengo que hacer una actividad, por ejemplo presentar el libro de Guilherme “Razones locas”, me acuerdo de este libro: “Spinetta. Crónicas e iluminaciones” que escribió Eduardo Berti a partir de una serie de charlas que mantuvo a mediados de los ’80 con el creador de Muchacha ojos de papel y otras tantas obras maravillosas. Y para mí es especial porque un libro puede ser la puerta de entrada para la obra de un músico, de un modo acaso extraño. En mi casa no se escuchaba la música de Spinetta: se escuchaban otras músicas, sobre todo mucho jazz y, sin embargo, de un modo casi azaroso mi papá me regaló este libro. Y yo conocí primero el pensamiento y la historia de las canciones de Spinetta antes incluso de escuchar su música. Era un chico. Así que tampoco sé muy bien lo que entendí de eso. Tenía 10 años y pasaron un par de ‘años largos’ hasta que me metí en la obra de Spinetta. Sin embargo, aún conservo el recuerdo de esa primera lectura y de todo un mundo que se me abría. El libro tiene atrás unas canciones inéditas del Flaco. Las letras y algunas canciones inéditas del Flaco, y me acuerdo incluso de cantarlas e improvisar esas melodías y de imaginarlas. Volví muchas veces a este libro de Spinetta (que fue reeditado por Planeta) y también volví muchas veces a “Razones locas”. Hay una frase de Jaime Roos que está en este libro, que dice: ‘Antes de Mateo, la nada’, parafraseando algo que había dicho en algún momento John Lennon: ‘Antes de Elvis, la nada’. Y a mí me gusta decir a veces que ‘antes de Razones locas, la nada’. No es porque no hubiera registros anteriores, pero eran ciertamente muy pocos. Y en ese sentido el libro de Guilherme es fundacional. Y es un libro al cual, así como siempre recuerdo este libro de Spinetta, al que yo llegué (perdón, Guilherme, pero fue pirateado, ya que estuvo mucho tiempo agotado hasta que finalmente se hizo la reedición con Roque Di Pietro) [de manera similar]. El panorama desde ese momento en el que la aparición de Razones locas fue, de alguna manera para mí un libro que tiene un cierto sentido bíblico, porque me llevó a leerlo, releerlo y me abrió la puerta de entrada no sólo a la obra de [Eduardo] Mateo sino a la obra de toda una generación o varias generaciones de músicos uruguayos. Pero ciertamente es muy distinto el panorama de los años ’90, donde eran muy pocos los libros de música que se editaban en el Uruguay, a este panorama. A tener esta mesa con sólo algunos de las decenas de autores que están trabajando sobre la música uruguaya. Y también me parece interesante, y obviamente lo vamos a desarrollar en la charla, la diversidad, digamos, el hecho de que—por mencionar un ejemplo—a un libro dedicado a La Trampa hace 5 o 20 años era algo impensable y hoy, claramente, sólo el ejemplo de La Trampa. Basta con acercarse al stand que tiene Uruguay, acá a unos pocos metros, y encontrar una diversidad de ofertas que realmente te da a pensar que hay un verdadero boom editorial”.
“Algo que me parece interesante de remarcar también—luego vamos a desarrollarlo, porque es el disparador—para qué sirven estos libros de música. Estos libros que tienen una temática musical que muchas veces nos ayudan a entender la obra de músicos que admiramos. Muchas veces nos ayudan a descubrir otras músicas, las que tuvieron influencia sobre esos músicos en los que inicialmente estamos interesados, y nos ayudan a conocer las historias por detrás de las canciones que contextualizan definitivamente un panorama que no tiene que ver solamente con lo musical, sino que dialoga con otras expresiones artísticas o coyunturas políticas y sociales que, definitivamente, tienen mucho que ver con el hecho de comprender una obra artística o una historia artística. A la hora de pensar en una pequeña historiografía musical en el Uruguay hay otro libro que es indispensable, que es este. Se llama: ‘De las cuevas al Solís’. Lo escribió Fernando Peláez. De alguna manera también es un libro que se volvió bíblico, de consulta (son dos tomos) donde recorre los inicios del rock en Uruguay. Buena parte de todos estos trabajos vinculados a la música tienen un componente que es esencial y que es el afectivo. Para meterse a hacer cualquiera de estos libros está ese componente afectivo, que tiene que ver con un profundo amor a la música. Y como dije ‘profundo amor a la música’, antes de cederle la palabra a Gabriel Lagos (editor de una muy recomendable revista uruguaya Lento, de La Diaria) vamos a escuchar la primera canción de Alejandro Suntone y Guzmán Mendaro, que no es de ellos, pero que tiene un guiño a la profundidad”.


Video: Amor profundo (Alberto Wolf)
Spuntone y Mendaro

                                          
Gabriel Lagos: “Hola. Yo no lo voy a hacer muy largo porque, en realidad, la idea es que hablen sobre todo Gustavo, autor de “Errantes”, Andrés Torrón, que es el autor de “111 discos uruguayos” y Guilherme, que es el autor de “Razones locas”. Un poco complementar lo que dice Humphrey: no sólo se están editando muchísimos libros sobre música uruguaya, estos son algunos [los que están exhibidos en la mesa]. Son bastante diversos pero hay muchos más. Éste es un libro que está agotado: “Nos íbamos a comer el mundo”, de Kristel Latecki, que trae muchas historias para leer. Acaba de salir una biografía oficial de Jaime Roos hará 10 días. Se llama “El montevideano”. A mí me parece que algunas cosas que tienen en común es que son parte de un esfuerzo general que no tiene que ver sólo con la música sino ya con la cultura de tantos años: lo que pasó después de la dictadura: en los ’80, ’90…y empezó por revisar todo lo que había pasado, pero después empezó a abarcar otros temas. Estos libros son parte de esa historia, son una manera de ver lo que ha pasado en los últimos treinta años. No sólo en libros sino también en otras publicaciones impresas como revistas sobre esos años ’80 y ’90.  Esto matiza un poco lo que dice Humphrey, ese amor… A Montevideo llega en los años ’80, llega en medio de esa escena pos dictadura. Se fija en esa figura que es Mateo, que estaba en un lugar un poco raro a pesar de que tenía una importancia mayor dentro del círculo de músicos”.



Gabriel Lagos


Guilherme de Alencar Pintos: “Hola. Bueno, yo tengo una historia como de inmigrante musical: mi principal motivación para mudarme de Brasil a Uruguay (vivía en Rio de Janeiro y me vine para Montevideo) fue mi absoluto entusiasmo, fanatismo por la música uruguaya, que es muy poco difundida en Brasil pero conocida por un grupo de personas que por diversos motivos tuvimos acceso a conocer algunas cosas de Maslíah, Jaime Roos, Mateo, y durante la primera mitad de los años ’80 esa fue la música que más escuché de todo el mundo y de todo lo que había, y me parecía que Montevideo era la capital musical del Universo. Cuando tuve la oportunidad de venir por una actividad a Montevideo, yo vine acá como quien va a La Meca, nunca había aprendido formalmente a hablar el castellano, pero abrí la boca y salí hablando algo, apenas un poco menos raro de lo que hablo hoy día, de tanto estudiar canciones, de escucharlas. Hablaba el español de Uruguay, y me encantaban cosas de las que no tenía la menor idea de qué eran porque las canciones no daban ninguna pista de eso. Qué es una agencia de quinielas. Yo veía : ‘Agencia de quinielas’ ‘¡Oh, eso era!’ Porque lo había visto en la letra de una canción de [Jorge] Lazaroff. Entonces era como toda una emoción descubrir la escenografía de esa música que me parecía tan interesante y tan inquieta, y que había preservado la posta de algunos valores en una canción de refinamiento musical, un vínculo de tipo vanguardista mezclado con expresiones de raíz popular del lugar. Y en Brasil no es que hubiera desaparecido, pero esto estaba un poco relegado en el panorama de allá. Ese mismo proceso, de alguna manera, se diluyó a los pocos años que llegué, pero cuando ya estaba instalado acá y ya tenía el contacto con un montón de gente, por suerte. Y me instalé en Montevideo, donde vivo muy feliz desde hace 32 años. Yo llegué y ya tenía bastante conocimiento (como extranjero tenía bastante conocimiento). Seguí averiguando estando allí y siempre mi manera de consumir música estuvo muy vinculada con el saber. Me cuesta mucho escuchar algo que me encante y no saber de quién es, quién hizo el tema, quien lo toca, ese tipo de acercamiento característico del fanático. Entonces, cuando llegué empecé a estudiar, tuve la suerte de conocer personalmente a Mateo, yo sólo lo conocía por la música, e incluso pude trabajar con él. Yo soy músico también, hago producción de discos, y tuve oportunidad de trabajar en algunas producciones en los que él participó, quien hizo el arreglo. Estuve ahí mientras él trabajaba, y le preguntaba cosas y asistí a un montón de espectáculos de él. El primer libro que escribí fue “Razones locas”: es una consecuencia del dolor y de la pena por la muerte de Mateo en el año 1990, luego de haber estado siguiéndolo muy de cerca durante cinco años. Y la conciencia de cuánta información personal se va perdiendo al no estar registrada. De pronto hay músicos mejor documentados, pero Mateo era medio hippie: ‘lo que importa es el momento’, la emoción de lo que uno hace. No era el tipo de músico que registrara las cosas que él hiciera, o que él mismo mantuviera un archivo. Entonces murió Mateo y seguramente iban a empezar a morir las personas que lo habían conocido. Y esa era la única fuente posible para la mayor parte del conocimiento sobre lo que él había hecho. Y ahí emprendí ese camino y el resultado fue ese libro”.


 Guilherme de Alencar Pintos




Humphrey: “Hablando de Mateo, yo les propongo que escuchemos una canción de Eduardo Mateo por Spuntone & Mendaro”.


Video: Y hoy te vi (Eduardo Mateo)
Spuntone & Mendaro

Gabriel: “A mí se me ocurre que en muchas cosas formales el libro de Guilherme “Razones locas” es casi lo opuesto al libro de Andrés Torrón porque hace un estudio en torno a una figura en forma exhaustiva, en cambio tu libro, Andrés, es súper abarcativo, analizando 5, 6 décadas [de música] uruguaya. Además, tiene como otros desafíos, otras tensiones, porque, por un lado, es una selección personal pero no es caprichosa, vos sos músico, crítico desde hace muchos años. La línea es personal pero se ve que está hecho para ser compartido. Es una edición súper linda, súper cuidada, un anexo bilingüe (inglés – castellano). Es como una guía. Quería saber cómo manejaste eso…

Andrés Torrón: “Hola a todos. Bueno, sí creo que hay una tensión entre dos polos: el fan de la música uruguaya y el periodista y músico también. Entre el capricho y el gusto personal, y las ganas de abarcar y de mostrar un abanico amplio de música uruguaya. Hablaste de este amor profundo por la música, también de eso de compartir: no de ambicionar ni de dar cátedra, sino de compartir un amor por la música y por los discos. Es un libro sobre discos y sobre long plays, es decir, sobre ese concepto que nace con el disco long play en 33 revoluciones, como álbum y de discos como obras, como un libro contiene una novela. Por eso arranco el libro en los años ’50 porque en Uruguay el LP empieza en esos años, y termina en 2009. El libro lo publiqué en 2014. Quería tomar un poquito de distancia, pero llegar lo más cerca posible de lo que hemos vivido. Nunca sentí la música por géneros. No soy un fan ni del rock, ni del jazz, etc. Por eso el libro no está englobado en géneros. Está Zitarrosa, está Mateo, está Peyote Asesino, están Los Buitres, un abanico muy grande desde la música y discos uruguayos”.


Andrés Torrón


Humphrey: “Toda lista implica, necesariamente, una selección: una inclusión y una exclusión.  Es un ejercicio con mayor o menor minuciosidad. Lo que te quería preguntar es: Una vez publicado el libro me imagino que—en realidad nos pasó a todos—cómo está este y no está este otro y demás. ¿Cómo fue esa construcción con el lector a posteriori? Porque me parece que lo que tiene un libro de estas características es que te invita, por un lado, a empatizar y, por otro, a discutir, a pelear y demás. Incluso quizás a vos mismo, una vez publicado, capaz que te arrepentís de uno por no haberlo incluido o haber incluido uno en lugar de otro”.

Andrés: “En realidad fue bastante mejor de lo que pensaba. Yo estaba como preparado, asumido que iba  a tener mucha gente cayéndome, lo que me parecía justo, además, porque yo soy un fan total de las listas, siempre miro las listas de los mejores discos del año para enojarme: cómo este tipo puso este disco y no puso tal otro. Y es como vos decís: algo lúdico, es parte de un juego. Me parece que, con suerte,  el lector jugaba también conmigo en una buena. Sí planteándome muchas veces: cómo no pusiste tal disco o tal otro, pero como parte del juego y, por supuesto, yo estaba dispuesto, no había otra que aceptar las críticas. Cada vez que uno hace algo no hay otra que aceptarlas. Y con respecto a lo que vos decías de dejar afuera, fue muy duro para mí dejar cosas afuera y sí, por supuesto, me arrepentí de algunas obras que no incluí. No me arrepentí de discos que están, sino de discos que no están. Pero replanteé el número. En principio había pensado en 100 discos, llegué a 130 como facilísimo y planteé 111 como número lindo y marketinero”.




Humphrey: “Y más allá del aspecto lúdico y no lúdico, y de conformar la lista, luego la investigación por detrás de cada disco. ¿Cuánto tiempo te tomó y cuáles fueron las fuentes?”

Andrés: “Mirá, es un proyecto que lo tengo de hace como 12 años. 10 años al momento de ponérmelo a escribir.  Quedó tomando como distintas formas en mi cabeza. Había pensado en menos discos, que fuera como “Mis discos de cabecera”, pero me parecía como poco interesante para un lector que fueran sólo mis discos. Por eso amplié la lista y de esa lista me pareció que tenían que estar 100 de toda la discografía que había escuchado. Volví a escuchar toda la discografía para saber si ese era “el” disco o esos eran los discos que tenían que estar. Yo no soy un coleccionista de discos, pero sí tengo muchos discos. Tenía 15 años cuando comencé a comprar discos, tengo un archivo grande, y después el estudio lo basé, por supuesto, en los libros que ya había, en muchos años de críticas en la prensa uruguaya. Especialmente—quizás ahora menos, lamentablemente—en los años ’80 hubo una explosión de crítica sobre música uruguaya. Fue ahí en realidad donde yo empecé. Yo tenía 15 años y escuchaba música que pasaban por la radio, iba a los bailes de 15 y me encantaba la música que pasaban, pero me empecé a enganchar con esa música que me era totalmente desconocida. En ese momento descubrí un mundo que estaba totalmente presente, pero para mí era algo nuevo.

Humphrey: “Si hacemos listas no sólo de discos, sino de músicos uruguayos, hay dos nombres que no pueden faltar: uno es Alfredo Zitarrosa. El otro es Fernando Cabrera. Esta mesa ya es un lujo. Les propongo que nos demos el lujo y el gusto de escuchar a Zitarrosa y a Cabrera por los maestros Spuntone & Mendaro”.


Video: Milonga de ojos dorados (A. Zitarrosa)
Spontone & Mendaro


Video: Por ejemplo (F. Cabrera)
Spuntone & Mendaro

Gabriel: “Esto es un poco para presentar el libro de Gustavo, que a mí se me ocurre que es más acotado a una época y a una escena: la del rock nacional uruguayo pos dictadura. Marco “rock nacional uruguayo” porque aquí en Argentina fue un poco distinta la historia. Se tiene la idea que en los ’70 no hubo rock en Uruguay o no hubo rock nacional popular. Cuando en los ’80 en Argentina comienza a florecer también el pop de nuevo, en Uruguay son más punk, bandas quizá más toscas. Es un poco la música con la que yo crecí y que a mí me sigue marcando. El libro es, para mí, la reconstrucción de una época que fue importante y me parece que, por la edad, vos también estás reviviendo épocas…”

Gustavo Aguilera: “Cuando me propuse hacer este libro sobre rock de los ’80 ya había leído algunas publicaciones, y me parecía que podía hacer lo mismo contándolo desde mi lugar y con mi voz y con la época en que yo había vivido. Esencialmente por dos cosas: primero, para reconciliarme con esa época en que las bandas empiezan a caer, a desaparecer, se discrepó mucho sobre lo que sucedía en aquellos años. Hubo como un impasse y arrancó de nuevo en los años ’90, de otro modo. Y a mí me tomó un par de años volver a escuchar música nacional, dentro del ambiente del rock. Y sentía como que tenía que hacer las paces con esa época y revalorarla o redimensionarla de algún modo. Y que serviría para las generaciones que vendrían después. Porque el rock uruguayo tiene un tema bastante circular: el que cada generación que surge es parricida con la generación anterior. Hasta el principio del siglo XXI, o en realidad, desde los ’90 en adelante se podría decir, La Trampa, que hace su camino, La Abuela Coca, empiezan a  marcar que podían convivir o mixturarse  todos esos estilos y los que terminan conciliando todo eso son No te va Gustar y La Vela Puerca, que hacen una explosión casi internacional”.


Gustavo Aguilera


“Antes de continuar quería referirme a algo que había dicho Humphrey, y es la gran diversidad de libros que están saliendo ahora de música uruguaya.  Y creo que es algo que pasa en este momento porque creo que a nosotros nos costó mucho darnos cuenta, en Uruguay, de que teníamos una riqueza musical muy grande. Y muchas veces lo que nos llevó a darnos cuenta fue el propio público argentino. Muchas veces los argentinos son los que nos dicen: ‘pero ustedes tienen un músico en cada esquina, salen de abajo de las piedras’. Es impresionante.  Y nosotros no supimos valorarlo durante mucho tiempo. Nos costó mucho tiempo ver o entender toda esa riqueza musical que tenemos. Se dio sola y empezó a surgir a través de todas estas presencias, de quienes han hecho historia, montones de músicos y propuestas musicales de diferentes estéticas, de diferentes estilos, y que en sí todas en algún punto se conectan o se tocan unas con otras. Y creo que una conclusión que puede definir eso es tener a Guzmán y a Ale acá.  Alejandro Suntone fue y es el vocalista de La Trampa; Guzmán,  guitarrista de Hereford, y ellos están haciendo, a su manera y a su gusto, interpretando canciones de todos estos artistas que representan todos esos estilos y está bueno sentir que en estos momentos la música uruguaya está siendo bien representada, no sólo por sus músicos, sino también por estos trabajos literarios, trabajos críticos o ensayos que muestran o ayudan a mostrar más, conocer más de la profundidad de la música uruguaya”.




“En mi caso, volviendo a “Errantes”, me parecía que hacía falta contar eso de una manera que incluyera a un montón de voces de las que no se sabía nada. El rock del interior fue, durante muchos años, una cosa desconocida en Montevideo. Y en otros ámbitos que hablan sobre la época no se tiene en cuenta algunos estilos como el heavy metal, que tiene su espacio, tiene su gente y tiene sus discos, un montón de trabajo, producción y esfuerzo. Más allá de que a uno le guste o no, está representado. El libro trata de ser una especie de equilibrio entre lo vivencial, lo que uno sintió y vivió en esos años, un poco influencia de aquellos periodistas de la [revista] Rolling Stone, que vivían un poco la música y la contaban de ese punto de vista pero también haciendo un catálogo que mostrara todos los discos que se fueron publicando todos esos años, año a año, cronológicamente, y con entrevistas que mostraran diferentes voces y los diferentes puntos de vista de todos los músicos y de todas esas perspectivas. Y creo que eso te enriquece más: poder entender de dónde viene, de dónde nacen las diferentes músicas y estilos. Si a mí me dicen que el rock, de pronto, tuvo una crítica un poco fuerte en los ’80 ‘porque era una música foránea’, convengamos que el tango, que nació en los arrabales, viene con los inmigrantes. Todas las músicas son una gestación que nace con músicas que vienen de otros lados, muchas veces. Y lo importante, más allá de dónde pueden venir o de dónde son, es lo que las diferentes sociedades, o grupos en las sociedades, hacen con ella, cómo se expresan, cómo se hacen sentir o se hacen ver con esas expresiones artísticas. Y me parece que es lo fundamental de esto: ver todo este material acá, estar hoy en Argentina compartiendo con toda esta gente para mí es espectacular. Y hablar de nuestra música en otro lado da como un pequeño orgullo celeste. Decir: ‘qué lindo es sentir ese reconocimiento´. Compartirlo con gente que nos quiere mucho y que quiere mucho a la música uruguaya. Disfrutar a Spuntone & Mendaro es ‘la cereza de la torta’.”

Humphrey: “Me parece que uno de los grandes aciertos de “Errantes” es el tono de las entrevistas. Es como un diálogo y me parece que  justamente lo que buscabas es ese valor testimonial por encima de todo.”

Gustavo: “Cuando yo empecé a hacer las entrevistas me encontré con cierto rechazo en algunos personajes, personalidades de aquella época, que sentían que no tenían que hablar de eso, que ya habían hablado mucho de eso, no querían hablar más de eso. Me pareció importante que el músico que entrevistaba se sintiera cómodo con el periodista para soltarse a contar. Y fuera como una charla de amigos tomando un café. Eso le da un valor que de pronto no lo tiene una entrevista muy estipulada, muy estricta desde lo musical, porque muchas veces lo que enriquece la música son las anécdotas, las historias que están detrás de cómo surgen las canciones, de cómo se componen, de dónde nacen, de dónde vienen. Y las entrevistas apuntaron un poco a eso. De eso también viene la elección del subtítulo: “Historias del rock nacional”. No es una única historia, sino esa pluralidad de cosas que enriquecen, que completan el relato. Un poco ‘historias’ tiene un par de lecturas en esa edición: lo elegí incluso cuando alguna gente me dijo: ‘No. Es historia, no historias’. ‘No, son historias, porque esto  incluye a varios personajes, personalidades que influyeron e hincharon en esos años haciendo sus cosas tratando de expresarse. Pero hubo un montón más, que por temas de espacio, tiempo u oportunidades no están en el libro. Y también tienen su punto de vista de aquella época. Son un cúmulo de historias que representan esos años pero no son los únicos. Hay más: si uno investiga, si uno se acerca al disco buscando en la guía de discos que está acá puede escuchar, conocer y bajar un montón de cosas que quizás no sólo no sabía que existían sino que no sabía que le podían llegar a gustar. A veces la producción masiva de música (la producción llamada chorizo: miles de discos que suenan todos parecidos y demás) va tapando a esas producciones pequeñas pero muy ricas en su contenido y que a veces representan más que ese producto que tiene más de industrial que de artístico y artesanal. Bueno, el rock de esos años ’80 o la música en general de esa época, era artesanal, era hecha a pulmón. Y era importante. Esa época me llevó a mí a elegir ser periodista, a elegir vivir de esta música como expresión artística. Esto me marcó el camino a seguir durante toda mi vida”.




Humphrey: “Lo que yo les propongo es que vayamos a escuchar otra canción de los maestros Spuntone & Mendaro y les dejo una pregunta para después: ¿ De qué hablamos en verdad cuando hablamos de música uruguaya? ¿Hay un diálogo entre los distintos géneros? ¿Se impone la nacionalidad o la cuestión geográfica por encima de la definición de música?”


Video: “En un lugar un niño” (Luis Cesio, de Psiglo)
Spuntone & Mendaro

Humphrey: “Retomo una idea que se había dicho antes: que muchas generaciones habían sido parricidas de la generación anterior. Me parece que a partir de los ’90 hay grupos que rock como, por ejemplo, probablemente dos de los más populares acá: La Vela Puerca y No te va Gustar. Pienso cómo ellos reivindican a Zitarrosa, traían tambores, me acuerdo que para el cierre de los conciertos La Vela Puerca traía una cuerda de tambores, de modo que trabajaron con Alejandro Balbis sumando coros de murga, borrando los límites. Pero en ese sentido insisto: ¿De qué hablamos cuando hablamos de música uruguaya? ¿Quién se anima primero?”




Gabriel: “Yo creo que una de las cosas por las cuales la música uruguaya es conocida acá en Argentina es por su personalidad, o sea, hay algo que la hace ser distinta a otras músicas: ni mejor ni peor, distinta. Y hay una cantidad de cosas que están marcadas por la historia de Uruguay, por ser Montevideo una ciudad con puerto, por ser Uruguay un país chiquito rodeado de dos gigantes como Argentina y Brasil. Ha hecho lo que ha hecho (Argentina y Brasil tienen culturas muy fuertes y son muy proteccionistas y nosotros no) tomando cosas de los dos países. En ningún otro lugar del mundo hay tango mezclado con bossa nova. No podría pasar en Argentina nunca ni podría pasar en Brasil jamás. Y el hecho de las inmigraciones sucesivas, la cultura negra que tenemos, una serie de cosas que tenemos que muchas veces son inconscientes que cada músico toma para componer. Para mí el rock de los ’80 tiene muchísimo de tango y muchísimo de Zitarrosa. No creo que Los Estómagos estuvieran pensando concientemente en eso. Y bueno, esas cosas surgen, no cabe duda. Paso el micrófono”.




Humphrey: “Guilherme, ¿qué fue lo que te enamoró a vos de la música uruguaya para tomar (si hablamos del amor a la música) la decisión de venir a Montevideo? ¿Cómo definirías vos ese sonido o esa atmósfera  o esa cosa mágica o si hay elementos concretos en lo musical que te hicieron tomar esa decisión?

Guilherme: “Bueno. No fue un sonido solo ni una atmósfera sola. Para tomar una decisión así una persona fanática de la música como soy yo, una condición imprescindible es la variedad. Es decir, que el Uruguay realmente tiene más cantidad de músicas distintas que un sonido contrastante, un planteo contrastante. Andrés habló de Zitarrosa, un músico del que buena parte de sus composiciones está hecha con tres o cuatro acordes con mucho énfasis en la construcción de la melodía, adaptación de guitarras y guitarreos más una mezcla de ingredientes a través de los cuales realiza un planteo totalmente distinto, por ejemplo, al de Mateo, un tipo que hacía música pop con montones de aportes, con acordes complicados, con gran influencia de cosas que venían de India, de Brasil, del jazz, de Ravel y Debussy, y por supuesto, montones de Beatles. Más toma la cultura del tango y de la murga uruguaya. El hecho que convivieran tantos universos distintos abrió para mí un universo suficiente como para que yo pudiera decir: ‘me gusta tal cantante, ese mundo, ese conjunto de ingredientes’, una veta que uno va adquiriendo por donde uno va. Cada uno de ellos es un intérprete distinto que hace un estilo de música.  Uruguay entero está conformado por una variedad enorme y dentro de esa variedad hay una solidez muy grande. Solidez dada por el hecho de que algunos de esos géneros se fermentaron y son de ahí mismo, es decir: éste es el núcleo donde se hacen determinadas cosas, pero debido también a algo que tiene que ver con la cultura meridional, algo a lo que se refirió Andrés. Y también a ese factor importante: el hecho de que Uruguay hubiera sido fácilmente un país culturalmente tragado o por Brasil o por la Argentina, si no fuera por el hecho de estar justo ahí, en el medio, y se mantuvo, de alguna manera, a salvo de ser sencillamente deglutido y [pudo] preservarse. Siendo permeable, recibiendo toda esa energía lindísima de esos dos colosos alrededor de él, [logró] mantenerse con una autonomía suficiente. Entonces creo que también es un país donde siempre existió, siempre circuló mucha cultura extranjera que se cultivó de una manera muy sólida. Me parece significativo que el primer boom de música beatle en Argentina se dio esencialmente con bandas uruguayas. Es decir, los tipos que supieron imitar de una manera suficiente como para armar grupos propios con ese tipo de cosas fueron Los Shakers, Los Mockers, Kano y los Bulldogs y luego, por supuesto, eso floreció enormemente acá”.
“Del punto de vista personal qué cosas me cautivaron: parte de la variedad y de la personalidad propia de tantas de esas canciones uruguayas. Me interesó mucho también un par de aspectos que estaban expresamente vigentes en los ’80: uno era un gran afán de reflexión estética. Era algo que yo había vivido con mucha intensidad en la música brasileña, sobre todo en los ’60 y en los ’70 y que sentía que estaba un poco reemplazando el ‘bueno, yo no voy a hablar de mi música, porque lo que vale es la emoción, etc’. La espontaneidad. Yo llegué y acá había gente discutiendo, arrancándose a pedazos casi con respecto a determinada actitud: cómo la música tenía que ser, qué debería reflejar, qué postura, que grado tendría que haber de experimentación, porque sin experimentación habría una ruptura en la comunicación, si uno debería hacer una música a la medida de lo que (suponía) el público estaba dispuesto a decidir. Habría que ver si considerar esa postura y generar precisamente ideas para enriquecer al público o incluso para proponer un desafío al público. Con qué profundidad abordar determinado género, etc, etc. Eran discusiones que estaban presentes, que de por sí generaban propuestas interesantísimas, propuestas inesperadas, y que no siempre iban exactamente a donde la teoría decía. Pero que no hubieran existido si no fuera por ese empeño de la reflexión estética. Ese fue uno de los aspectos. Y el otro, que está mezclado con eso también, es una presencia muy viva de una tensión de tipo político en Uruguay, en un momento en que sentí que había también una tendencia a dejar de lado eso, ese replantear completamente la música como una manera de incidir a partir de determinadas ideas, y hablo de lo político en el sentido más amplio. No es sólo una música al servicio de determinado partido o a favor de determinada clase social y en contra de otra, sino en el sentido de incidir en la conformación que va a tener el mundo, incidir en la manera cómo la gente va a plantear la jerarquía entre distintos factores, en un lugar en el mundo en general. Siento que incluso un tipo “apolítico” como Mateo tenía dentro esta característica del país. Esos fueron los elementos que me atrajeron”.




Humphrey: “Gustavo: hace un rato Andrés decía que las bandas de los ’80 en el Uruguay tenían como una influencia o retomaban un legado, acaso no de un modo directo, de Zitarrosa y del tango. ¿Vos estás de acuerdo?”

Gustavo: “Está muy presente en el segundo disco de Los Estómagos, por poner un ejemplo específico [“La ley es otra”, 1986]. Hay un tema que se llama Amor y sangre que es un malambo. En el fondo, si vos sacás la distorsión, es un malambo. Y hay mucho tango detrás de las melodías y de las letras. La postura, la melancolía, lo gris: hay un montón de cosas que se apegan o se acercan al tango. Y no eran los únicos pero creo que en ellos se reflejaba mucho más. Sin quererlo sucedía eso. La Tabaré, que es una banda histórica importante nuestra, que comenzó siendo La Tabaré Riverock Banda, terminó siendo La Tabaré para hacerlo un poco más corto, también se nutrió de todo eso. Es más, Tabaré hizo todo un viaje a través de su música donde fue como despojándose de los sonidos de la distorsión y terminó siendo La Tabaré Milongón Banda. El tronco es el mismo, las raíces son las mismas. Lo que se hace con ellas es lo que lo hace diferente o personal, porque cada músico  aquello que mamó y escuchó está presente en lo que logra expresar. Hace poco Gabriel Peluffo [cantante del grupo Buitres] estuvo acá cantando tangos. ¿Cómo no va a estar el tango dentro del rock si el cantante había crecido escuchando tango en la casa? Creo que el gran tema de la música uruguaya en general es que , más allá de la etiqueta que uno le pueda poner, siempre se va a nutrir de un montón de cosas diferentes y lo mejor que podemos hacer para disfrutar eso es escuchar a esos dos señores”.


Video: Rock de la calle (Rubén Rada)
Por Spuntone & Mendaro


Humphrey: “Alejandro Spuntone y Guzmán Mendaro van a estar mañana abriendo el show de No te va Gustar en Lobos. Decíamos que es un lujo escucharlos aquí, darnos el lujo de escucharlos este domingo en Buenos Aires, en el Café Vinilo a partir de las 21 horas. Tuvimos una pequeña muestra; es de verdad un lujo el espectáculo y esa mirada revisionista y personal que tienen. Por sobre todo, un abanico estilístico e intemporal de la música uruguaya. Nos vamos a despedir con una última canción. Quiero contarles que todos estos libros de los cuales estuvimos hablando están en venta en el stand de Uruguay, acá, a poquitos metros. Van a tener la chance de llevárselos autografiados por sus autores. Y también está en venta la muy recomendable revista “Lento”. De verdad es un lujo. Yo creo que aunque no es una costumbre, es un buen momento para que inaugure Gabriel firmando revistas aquí, en el stand del Uruguay. Muchísimas gracias, Gabriel. Un lujo compartir esta mesa. Yo pido un fuerte aplauso para Guilherme, Andrés, Gabriel y Gustavo”.

(Aplausos)




“Muchísimas gracias a la Cámara Uruguaya del Libro por la invitación. Muchísimas gracias, Embajador, por apoyar la cultura: a los artistas, a los escritores, y les propongo que nos vayamos con música, porque las letras y la música son el eje de todo esto. Gracias”.
(Aplausos)

Spuntone & Mendaro: “Muchas gracias por la invitación. Un placer haber compartido con ustedes. Nos vamos con una canción de La Tabaré que se llama Un romancero”.

Video: Un romancero (Tabaré Rivero)

Por Spuntone & Mendaro

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