VÍCTOR
HEREDIA PRESENTA “ALGÚN DÍA”
TEATRO
COLONIAL
Avenida
Mitre 141
AVELLANEDA
(Buenos Aires)
Sábado
17 de agosto de 2013
Víctor
Heredia comenzó a ser conocido artísticamente a partir de su
consagración como Revelación Juvenil en Cosquín, 1967. Muy joven, Víctor se
relacionó con importantes personalidades de la cultura argentina como Mercedes
Sosa, Atahualpa Yupanqui y Armando Tejada Gómez. Su canción El
viejo Matías, que da título a su tercer disco, de 1970, es la que le
brindará la mayor popularidad. Sin embargo, parece alcanzar su madurez
interpretativa en su siguiente disco, De
dónde soy, publicado un año después. El recordado crítico Miguel Ángel
Merellano así lo afirmaba: “…esta
evolución no es gratuita ni caprichosa, sino el resultado de su dedicación al
trabajo, de su maduración como ser humano, lógica en un hombre que no se
preocupa solamente de él mismo sino que, observando la realidad circundante, la
capitaliza para beneficio de sus pares”. (1) Es precisamente ésta una de las
claves para la vigencia de la obra de Heredia a más de cuarenta años de sus
inicios artísticos.
Esta noche asistimos a la segunda presentación en Buenos
Aires del nuevo disco Algún día, tras
el exitoso concierto de abril en el Teatro Ópera. Con cuidada producción,
sobrevuela en esta obra el tema de la melancolía. Quizás por esta razón las
nuevas canciones se alternan con obras muy conocidas por el público. El recital
comienza con Los ojos del Che, inspirada en los ideales de los años 60 y 70
que parecen comenzar a cristalizarse en América Latina de manera diferente a la
soñada en aquella época. Cenizas de ayer, con aires
tangueros, es una poética muestra de honda nostalgia muy al estilo de Heredia,
ayudada por grandes arreglos de Panchi Quesada. Novicia, grabada en 2001
junto al gran Chico Buarque, es una de las creaciones de Víctor que denotan su
preocupación por los males actuales: en este caso la prostitución infantil.
Esta noche está dedicada a su amiga y colega Mercedes Sosa, con quien la
grabara para su último álbum, Cantora.
De los vibrantes y esperanzadores años 80 llega Ahora,
imagínalo, coreada por toda la audiencia:
Cómo
será nuestro futuro,
me he preguntado una vez más
mirando el turbio desayuno
que siempre tomo al despertar.
E imaginé que será hermoso
como un niño al caminar,
como una flor que despereza
su color en libertad.
Ahora vuelve a sumir a
Víctor en la melancolía, con tiernos acordes de guitarra en una peculiar
canción de amor. Tal como sucediera con las canciones anteriores, se alternan
temas nuevos con viejos éxitos, como integrando dos caras de una misma moneda,
quizás intentando exorcizar la pena
de los tiempos actuales. Por ello llega Nada sé de la muerte (1983):
Nada
sé de la muerte,
me interesa la vida,
aunque a veces me roce
con su mano tendida
la parábola extraña
de una hoja caída.
A toda batería comienza Vuela conmigo, una de las
nuevas canciones que parece reflejar una mirada más optimista: El anhelo nunca es viejo / cuando corre
hacia el mañana (…) Cabe afirmar que el sonido de sala no ha sido el mejor,
sobre todo en la primera parte del espectáculo, ya que a pesar de la poderosa
voz de Víctor era difícil seguir la letra de algunas canciones.
Ricky Zielinski
La veleta de Armando, dedicada
al citado poeta Tejada Gómez, es un lindo homenaje al pensamiento político del
vate. Víctor aprovecha un intermedio instrumental para presentar a los músicos.
Lo acompañan viejos compañeros de ruta: Raúl
“Babú” Cerviño (dirección musical, piano y teclados), Ricky Zielinski (bajo), Panchi
Quesada (guitarras, arreglos) y Gustavo
López (batería).
Babú Cerviño
Una de las primeras sorpresas de la noche es la
presentación de Daniela Heredia, inmortalizada
en la popular canción Dulce Daniela (1983). En esta
ocasión brindará dos canciones. La primera, a dúo con su papá, es la hermosa Bailando
con tu sombra (Alelí), cantada con profundo sentimiento y cuidados
recursos vocales. La segunda es una obra de la propia Daniela, titulada Mil
otoños, en la que sólo el acompañamiento de una guitarra enmarca su
linda voz.
Daniela Heredia
Daniela y Víctor Heredia
Un aire de zamba titulado Parte del cielo “debiera haber estado en el nuevo CD” según
nos cuenta Víctor. Gabino Fernández, el
nuevo integrante de su banda (saxo, guitarra, teclados y voz) lo acompaña en
teclados y canto, mientras bailan los hermanos Koki y Pajarín Saavedra junto a una talentosa dama presentada como Marta.
Para interpretar la siguiente canción, la aclamada Razón
de vivir, Heredia convoca a Luciana
Jury, cantante bonaerense nacida en los 70, quien con histriónicos recursos
y una voz quebrada que evoca las particularidades del cante flamenco, brinda
una personalísima versión junto a Víctor. Posteriormente, acompañándose con
guitarra, Luciana nos brinda una obra de Gabo Ferro titulada Tu
amor es como el hambre. El desgarro del canto no deja de recordar a la
famosa Chavela Vargas, en una interpretación intensa, profunda.
Luciana Jury
Un segmento dedicado a los grandes éxitos de Víctor
comienza con Aquellos soldaditos de plomo, perteneciente al disco del mismo
nombre. Con esta obra, Víctor transitó una época de nuevas esperanzas y
realizaciones, compartiendo escenario con grandes artistas. Tras la emotiva
interpretación, el público canta entusiasmado Ojos de cielo, luciéndose
Gabino Fernández en el acompañamiento con saxo. Por su parte, el poema de Atahualpa Yupanqui El adiós, creado en 1962,
alcanzó su condición de canción gracias al talento de Víctor. Forma parte del
CD “Yo tengo tantos hermanos”, creación
colectiva para la cual grandes personalidades pusieron música a poemas hasta
entonces inéditos del recordado compositor. Sin pausa entre temas, comienza una hermosa
recreación del tema Bebe en mi cántaro, creado en 1975 con la colaboración de
Gustavo Beytelmann. Los arreglos
originales para orquesta son recreados fielmente por el grupo, para permitir
una potente interpretación junto a Víctor.
La fiesta terminó, tema introspectivo
que se había barajado como posible título del disco es definido por Víctor como
“una bella canción de amor”. Algún día… también nos brinda
reflexiones que intentan dejar atrás los tiempos difíciles en busca de nuevas
esperanzas. A pedido del numeroso público presente, Heredia brinda una
selección de sus temas más populares: la bellísima Veinte mil años patria, perteneciente
a la cantata Taki Ongoy (1986), Informe de la situación, compuesta e
interpretada casi clandestinamente en los años duros de dictadura y Sobreviviendo,
esta última con algunos cambios en su letra:
Tengo
cierta memoria que me lastima,
y no puedo olvidarme lo de Malvinas.
…………………………………………………………..
Tengo
la carne joven, roja la sangre,
la dentadura buena y un sueño urgente.
Quiero la vida de mi simiente.
Víctor y su grupo
Como brillante cierre, con el público enfervorizado, el
canto compartido se plasma en Todavía cantamos, el “himno” de una
generación que se levantó esperanzada a construir la concreción de nuevos
sueños.
Nota:
(1)
Lámina interna del CD “De dónde soy” (Microfón C-11125)
Publicado en 1992
Producción
general: Adrián Serantoni
Enlaces:
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