Fundada por Ricardo García y Carlos Necochea, la
etiqueta chilena fue parte importante de la resistencia cultural en dictadura,
difundiendo obras fundamentales del acervo cultural del país.
Al igual que en otras naciones, la música chilena
vivía grandes transformaciones a partir
de la década del ’60 en el siglo pasado. Surgieron tendencias comerciales como
el neofolklore, basado en músicas
tradicionales con arreglos modernos, que posteriormente se decantaron en lo que
se llamó La Nueva Canción Chilena. A
la labor desarrollada por Violeta Parra, entre Chile y Europa, se sumaba la
apertura de la Peña de los Parra. Ángel e Isabel, hijos de la Viola, fueron partícipes de hechos
históricos importantísimos. Por la Peña pasaron grandes músicos nacionales e
internacionales, como Víctor Jara, Quilapayún, Pablo Milanés, Patricio Manns,
Silvio Rodríguez y Daniel Viglietti, entre muchos otros. Las peñas se
multiplicaron en todo el país. La difusión de sonoridades andinas, dada por
grupos como Inti-Illimani y el citado Quilapayún eran parte de la banda sonora de la época, mientras se
daban paso otras expresiones más cercanas al rock, como en el caso de Los
Jaivas y Blops. En 1968 surge el sello Jota Jota, fruto de la necesidad de
canales alternativos a las grandes etiquetas para poder difundir expresiones
con fuerte carga política. Se trataba de un sello dependiente de las Juventudes
Comunistas. El éxito del primer disco, “Por Vietnam”, de los Quila, incentivó a sus responsables a
continuar la importante tarea de producción y difusión de sus artistas. Tiempo
después, y ya bajo el nombre DICAP (Discoteca del Cantar Popular), la etiqueta
se abrió camino en el mercado chileno, produciendo discos que incluso excedían
el marco de los artistas militantes.
A la llegada de la Unidad Popular al poder, una
coalición de partidos de izquierda que consagró
al Presidente Salvador Allende, la labor de DICAP y del sello estatal
IRT se vio incentivada por la realidad de los nuevos tiempos. El golpe militar
del 11 de septiembre de 1973 acabó con todo avance social y cultural. Los
músicos Víctor Jara y Jorge Peña Hen fueron asesinados poco tiempo después en
campos de detención, la sede de DICAP fue arrasada, destruyendo los militares
la mayoría de sus cintas matrices, y se ordenó a los sellos de origen
extranjero a borrar el material de artistas de la Nueva Canción Chilena. Tras dar cristiana sepultura a su marido,
Joan Jara parte al exilio, no sin antes entregar discos y cintas de Víctor a
periodistas europeos que sacarían el material de Chile por valija diplomática.
En Europa, la señora Joan recupera los discos, a partir de los cuales se
realizan nuevos masters en los
famosos estudios de Abbey Road, Londres.
Como medio de financiar las producciones se
lanzaron los Festivales Alerce. Comenzaron en el Teatro Esmeralda (San Diego
con Avenida Matta, en Santiago) y posteriormente en el Teatro Caupolicán, con
gran afluencia de público. Hubo prohibiciones de algunos festivales, intentos
de gravar fuertemente las producciones del sello con impuestos internos y otras
medidas que si bien afectaron la labor de Alerce no detuvieron su espíritu de
difusión e investigación artística.
Alerce fue propulsor del llamado Canto Nuevo, que agrupaba a jóvenes
trovadores como Eduardo Peralta, Isabel Aldunate, Eduardo Gatti, Nano Acevedo,
el dúo Schwenke & Nilo y el conjunto Ortiga, nacido en el seno de la
actividad universitaria. Por otra parte, el sello importó casetes de Silvio
Rodríguez y Pablo Milanés, artistas que habían estado en suelo chileno en 1972,
cuya labor fue mucho más conocida a comienzos de la década siguiente. La
inclusión de la canción “Santiago de Chile” en un casete de Silvio le valió la
cárcel a Ricardo García, aunque el asunto no pasó a mayores y felizmente pudo
recuperar su libertad.
En los 80 Alerce publicó obras de Isabel , Violeta
y Ángel Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti-Illimani, Illapu y otros grandes
nombres, fortaleciendo su imagen de sello alternativo. El último proyecto de
don Ricardo ha sido la grabación del disco “Silvio Rodríguez en Chile”. El
artista cubano volvió a la nación andina cuando ésta recuperó su sistema
constitucional. La actuación se realizó el 31 de marzo de 1990 en el Estadio
Nacional ante más de 80.000 personas. Pero el creador de Alerce no pudo ver el
trabajo terminado, ya que falleció en Cuba, mientras pasaba sus vacaciones
junto a su esposa Gloria Trumper.
Durante los 90 Alerce se vio beneficiada con el
traspaso de sus archivos a CD, ya que las primeras ediciones en este formato de
Inti, Quila, Víctor, Silvio y otros artistas ya mencionados se canalizaron a
través de esta etiqueta. Hubo también grandes aciertos comerciales, como el
lanzamiento del CD “Por siempre Che!”, realizado por Alerce para las Juventudes
Comunistas con grabaciones de Carlos Puebla, Ángel Parra, Vicente Feliú y
Juvencio Valle, alternando poesías y canciones. Otro disco de gran repercusión
ha sido el “Tributo a Víctor Jara”, para el cual hicieron su aporte Ana Belén,
Víctor Manuel, Quilapayún, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez e Ismael Serrano,
entre otros artistas. Este disco ha sido licenciado a sellos de Argentina,
España y México.
Pero los tiempos habían cambiado. Ya sin el temor a
prohibiciones y sanciones, otros sellos comenzaron a interesarse en el catálogo
Alerce. El desembarco de Warner Music en Chile, con una agresiva política
comercial, comenzó a tentar a los artistas de Alerce con mejores condiciones y
mayor presupuesto. Los primeros en migrar a la multinacional fueron los
catálogos de Isabel y Violeta Parra, en 1999. Respecto al primero, no hubo
grandes novedades respecto a las ediciones anteriores. En cuanto a Violeta, se
dio a conocer una grabación efectuada en Suiza que se tituló “Violeta Parra en
Ginebra”. Quilapayún, dirigido en ese entonces por Rodolfo Parada, también
sucumbió a los cantos de sirena de
Warner. Pero el artista más emblemático de Alerce había sido Víctor Jara.
Cuando Joan Jara recibió una propuesta del productor Carlos Fonseca, le costó
tomar la decisión de abandonar el sello chileno. Ricardo García y Víctor habían
sido grandes amigos. Finalmente aceptó la oferta, dada la promesa de
internacionalización y mejora del catálogo de Víctor. En este caso sí hubo
diferencias sustanciales en las nuevas ediciones. Además de algunos títulos en
vivo que estaban inéditos en CD, los técnicos de Warner lograron dar un sonido
renovado a los discos “Pongo en tus manos abiertas” y “El derecho de vivir en
paz”, borrando todo vestigio de los ruidos de púa. En cuanto a las ediciones
internacionales, estos discos vieron la luz en Argentina, México y España,
aunque no se extendieron a otras latitudes.
Dos años después, en 2003, Alerce recibió otro duro
golpe. El trovador cubano Silvio Rodríguez anunció la rescisión unilateral del
contrato que los uniera por más de dos décadas, acusando a la etiqueta austral
de “fabricar discos en la etapa de sell
out (liquidación) y vender por internet sin estar autorizados”. A pesar de
las disculpas por parte de los directivos de Alerce y la promesa de rectificar
los errores, Silvio fue inflexible y no estableció una demanda legal debido a
la gran amistad que lo uniera con Ricardo García.
Con su catálogo diezmado (Alerce dependió
fuertemente de material licenciado), el sello anunció una conferencia de prensa
donde se darían detalles de su cierre. Tras la gran expectativa creada, Alerce
difundió que en realidad se trataba del cierre de una etapa y el comienzo de
otra. Con fuerte endeudamiento, Alerce adquirió en 2003 una propiedad donde
fundó el Estudio 360 de grabaciones, en la comuna santiaguina de Ñuñoa. Sin
embargo la piratería y las nuevas formas de escuchar música incidieron en el
desarrollo de esta gestión. El estudio fue vendido en 2011 junto a la sede de
la discográfica. El retraimiento del mercado, la independencia de los artistas
y otros factores obligaron a Alerce a vislumbrar otras soluciones, como la
subida de su catálogo a Portal Disc, sitio de descargas legales, y la alianza
con el sello CNR (junto al cual editaría antologías para venta en kioscos de
revistas).
El autor de este artículo en la
antigua sede de Ñuñoa
En los últimos años Alerce recuperó algunos de sus
artistas como Inti-Illimani (la facción conducida por los hermanos Coulon) y
reeditó obras de gran valía como el primer volumen de “Charango. Autores
chilenos”. Por otra parte, el anuncio de reediciones en vinilo y en CD ha
despertado el interés de buena parte del público chileno y latinoamericano.
Algunas de esas producciones son:
(Vinilos)
“Pánico” y “Témpera”, Manuel García
“Sexual Democracia, Vol. I”, Sexual Democracia
(rock)
“Mi destino”, Jorge González
“Estoy que me muero” y “Para los arqueólogos del
futuro” (Congreso)
(CD)
“Boleros” (Ángel Parra)
“Mis mejores boleros” (Carmen Prieto)
“Química de la lucha de clases” (Mauricio Redolés)
“El canto del ángel, Vol. I y II” (Francisco Villa)
Desde esta página apoyamos la gestión de Alerce,
pionero de los sellos independientes en Chile, que supo defender la labor de
los artistas de su país en los momentos históricos más difíciles. ¡Felices 40
años de vida a Alerce, la Otra Música!
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