lunes, 6 de junio de 2016

Sello Alerce cumple 40 años

Fundada por Ricardo García y Carlos Necochea, la etiqueta chilena fue parte importante de la resistencia cultural en dictadura, difundiendo obras fundamentales del acervo cultural del país.




Al igual que en otras naciones, la música chilena vivía grandes transformaciones  a partir de la década del ’60 en el siglo pasado. Surgieron tendencias comerciales como el neofolklore, basado en músicas tradicionales con arreglos modernos, que posteriormente se decantaron en lo que se llamó La Nueva Canción Chilena. A la labor desarrollada por Violeta Parra, entre Chile y Europa, se sumaba la apertura de la Peña de los Parra. Ángel e Isabel, hijos de la Viola, fueron partícipes de hechos históricos importantísimos. Por la Peña pasaron grandes músicos nacionales e internacionales, como Víctor Jara, Quilapayún, Pablo Milanés, Patricio Manns, Silvio Rodríguez y Daniel Viglietti, entre muchos otros. Las peñas se multiplicaron en todo el país. La difusión de sonoridades andinas, dada por grupos como Inti-Illimani y el citado Quilapayún eran parte de la banda sonora de la época, mientras se daban paso otras expresiones más cercanas al rock, como en el caso de Los Jaivas y Blops. En 1968 surge el sello Jota Jota, fruto de la necesidad de canales alternativos a las grandes etiquetas para poder difundir expresiones con fuerte carga política. Se trataba de un sello dependiente de las Juventudes Comunistas. El éxito del primer disco, “Por Vietnam”, de los Quila, incentivó a sus responsables a continuar la importante tarea de producción y difusión de sus artistas. Tiempo después, y ya bajo el nombre DICAP (Discoteca del Cantar Popular), la etiqueta se abrió camino en el mercado chileno, produciendo discos que incluso excedían el marco de los artistas militantes.





A la llegada de la Unidad Popular al poder, una coalición de partidos de izquierda que consagró  al Presidente Salvador Allende, la labor de DICAP y del sello estatal IRT se vio incentivada por la realidad de los nuevos tiempos. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 acabó con todo avance social y cultural. Los músicos Víctor Jara y Jorge Peña Hen fueron asesinados poco tiempo después en campos de detención, la sede de DICAP fue arrasada, destruyendo los militares la mayoría de sus cintas matrices, y se ordenó a los sellos de origen extranjero a borrar el material de artistas de la Nueva Canción Chilena. Tras dar cristiana sepultura a su marido, Joan Jara parte al exilio, no sin antes entregar discos y cintas de Víctor a periodistas europeos que sacarían el material de Chile por valija diplomática. En Europa, la señora Joan recupera los discos, a partir de los cuales se realizan nuevos masters en los famosos estudios de Abbey Road, Londres.





En 1976,en  medio de la oscuridad cultural reinante en Chile, el periodista y locutor radial Ricardo Larrea García y el músico Carlos Necochea fundan el sello “Alerce, la otra música”. Su logotipo, un árbol caído y otro de pie, simbolizan la realidad de aquel período histórico.  Si bien los primeros lanzamientos del sello estuvieron dedicados a artistas de música folklórica, como Chamal, pronto surgirá la verdadera motivación de la existencia de Alerce: la recuperación de canciones y artistas muy conocidos hasta el día del golpe. García viaja a Europa, donde se contacta con artistas exiliados y con los familiares de cantantes fallecidos. El fruto de esas gestiones son dos discos que llaman poderosamente la atención en la nación andina: “Décimas”, de Violeta Parra—recitado de parte de su libro de Décimas autobiográficas con acompañamiento de guitarra—y una antología de Víctor Jara. Aun evitando las canciones más comprometidas políticamente, García arriesgaba mucho en estos lanzamientos.




Como medio de financiar las producciones se lanzaron los Festivales Alerce. Comenzaron en el Teatro Esmeralda (San Diego con Avenida Matta, en Santiago) y posteriormente en el Teatro Caupolicán, con gran afluencia de público. Hubo prohibiciones de algunos festivales, intentos de gravar fuertemente las producciones del sello con impuestos internos y otras medidas que si bien afectaron la labor de Alerce no detuvieron su espíritu de difusión e investigación artística.



Alerce fue propulsor del llamado Canto Nuevo, que agrupaba a jóvenes trovadores como Eduardo Peralta, Isabel Aldunate, Eduardo Gatti, Nano Acevedo, el dúo Schwenke & Nilo y el conjunto Ortiga, nacido en el seno de la actividad universitaria. Por otra parte, el sello importó casetes de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, artistas que habían estado en suelo chileno en 1972, cuya labor fue mucho más conocida a comienzos de la década siguiente. La inclusión de la canción “Santiago de Chile” en un casete de Silvio le valió la cárcel a Ricardo García, aunque el asunto no pasó a mayores y felizmente pudo recuperar su libertad.




En los 80 Alerce publicó obras de Isabel , Violeta y Ángel Parra, Víctor Jara, Quilapayún, Inti-Illimani, Illapu y otros grandes nombres, fortaleciendo su imagen de sello alternativo. El último proyecto de don Ricardo ha sido la grabación del disco “Silvio Rodríguez en Chile”. El artista cubano volvió a la nación andina cuando ésta recuperó su sistema constitucional. La actuación se realizó el 31 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional ante más de 80.000 personas. Pero el creador de Alerce no pudo ver el trabajo terminado, ya que falleció en Cuba, mientras pasaba sus vacaciones junto a su esposa Gloria Trumper.
Durante los 90 Alerce se vio beneficiada con el traspaso de sus archivos a CD, ya que las primeras ediciones en este formato de Inti, Quila, Víctor, Silvio y otros artistas ya mencionados se canalizaron a través de esta etiqueta. Hubo también grandes aciertos comerciales, como el lanzamiento del CD “Por siempre Che!”, realizado por Alerce para las Juventudes Comunistas con grabaciones de Carlos Puebla, Ángel Parra, Vicente Feliú y Juvencio Valle, alternando poesías y canciones. Otro disco de gran repercusión ha sido el “Tributo a Víctor Jara”, para el cual hicieron su aporte Ana Belén, Víctor Manuel, Quilapayún, Víctor Heredia, Silvio Rodríguez e Ismael Serrano, entre otros artistas. Este disco ha sido licenciado a sellos de Argentina, España y México.



Pero los tiempos habían cambiado. Ya sin el temor a prohibiciones y sanciones, otros sellos comenzaron a interesarse en el catálogo Alerce. El desembarco de Warner Music en Chile, con una agresiva política comercial, comenzó a tentar a los artistas de Alerce con mejores condiciones y mayor presupuesto. Los primeros en migrar a la multinacional fueron los catálogos de Isabel y Violeta Parra, en 1999. Respecto al primero, no hubo grandes novedades respecto a las ediciones anteriores. En cuanto a Violeta, se dio a conocer una grabación efectuada en Suiza que se tituló “Violeta Parra en Ginebra”. Quilapayún, dirigido en ese entonces por Rodolfo Parada, también sucumbió a los cantos de sirena de Warner. Pero el artista más emblemático de Alerce había sido Víctor Jara. Cuando Joan Jara recibió una propuesta del productor Carlos Fonseca, le costó tomar la decisión de abandonar el sello chileno. Ricardo García y Víctor habían sido grandes amigos. Finalmente aceptó la oferta, dada la promesa de internacionalización y mejora del catálogo de Víctor. En este caso sí hubo diferencias sustanciales en las nuevas ediciones. Además de algunos títulos en vivo que estaban inéditos en CD, los técnicos de Warner lograron dar un sonido renovado a los discos “Pongo en tus manos abiertas” y “El derecho de vivir en paz”, borrando todo vestigio de los ruidos de púa. En cuanto a las ediciones internacionales, estos discos vieron la luz en Argentina, México y España, aunque no se extendieron a otras latitudes.





Dos años después, en 2003, Alerce recibió otro duro golpe. El trovador cubano Silvio Rodríguez anunció la rescisión unilateral del contrato que los uniera por más de dos décadas, acusando a la etiqueta austral de “fabricar discos en la etapa de sell out (liquidación) y vender por internet sin estar autorizados”. A pesar de las disculpas por parte de los directivos de Alerce y la promesa de rectificar los errores, Silvio fue inflexible y no estableció una demanda legal debido a la gran amistad que lo uniera con Ricardo García.




Con su catálogo diezmado (Alerce dependió fuertemente de material licenciado), el sello anunció una conferencia de prensa donde se darían detalles de su cierre. Tras la gran expectativa creada, Alerce difundió que en realidad se trataba del cierre de una etapa y el comienzo de otra. Con fuerte endeudamiento, Alerce adquirió en 2003 una propiedad donde fundó el Estudio 360 de grabaciones, en la comuna santiaguina de Ñuñoa. Sin embargo la piratería y las nuevas formas de escuchar música incidieron en el desarrollo de esta gestión. El estudio fue vendido en 2011 junto a la sede de la discográfica. El retraimiento del mercado, la independencia de los artistas y otros factores obligaron a Alerce a vislumbrar otras soluciones, como la subida de su catálogo a Portal Disc, sitio de descargas legales, y la alianza con el sello CNR (junto al cual editaría antologías para venta en kioscos de revistas).


El autor de este artículo en la antigua sede de Ñuñoa



En los últimos años Alerce recuperó algunos de sus artistas como Inti-Illimani (la facción conducida por los hermanos Coulon) y reeditó obras de gran valía como el primer volumen de “Charango. Autores chilenos”. Por otra parte, el anuncio de reediciones en vinilo y en CD ha despertado el interés de buena parte del público chileno y latinoamericano. Algunas de esas producciones son:

(Vinilos)

“Pánico” y “Témpera”, Manuel García
“Sexual Democracia, Vol. I”, Sexual Democracia (rock)
“Mi destino”, Jorge González
“Estoy que me muero” y “Para los arqueólogos del futuro” (Congreso)




(CD)

“Boleros” (Ángel Parra)
“Mis mejores boleros” (Carmen Prieto)
“Química de la lucha de clases” (Mauricio Redolés)
“El canto del ángel, Vol. I y II” (Francisco Villa)


Desde esta página apoyamos la gestión de Alerce, pionero de los sellos independientes en Chile, que supo defender la labor de los artistas de su país en los momentos históricos más difíciles. ¡Felices 40 años de vida a Alerce, la Otra Música!


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