sábado, 21 de octubre de 2017

Discos: Oro, de Violeta Parra

Segunda edición de la antología aparecida en 2004 en la Serie de Oro Latinoamericana.




“Oro” (Grandes éxitos)
Violeta Parra
Universal Music 577778-2
Edición argentina


Violeta del Carmen Parra Sandoval  (1917 – 1967) ha sido una de las artistas más auténticas nacidas en Chile. Desde pequeña se las ingenió para vencer las adversidades, siendo parte de una familia numerosa y humilde. Aprendió a tocar la guitarra que perteneció a su padre y, varios años después, comenzó a ganarse la vida cantando en restaurantes y otros ámbitos populares. Interpretaba las canciones de moda de aquella época: rancheras, corridos y boleros, hasta que su hermano Nicanor le aconsejó: “deja de cantar tonterías y ve al campo a buscar la verdadera música”. Y así lo hizo Violeta, como si necesitara de ese estímulo para iniciar la apasionante actividad de folklorista. Ella se adentraba en los poblados rurales buscando la sabiduría y las canciones que recordaban los ancianos de cada lugar. Con paciencia, recogía los testimonios en papel y, con el tiempo, en una grabadora de cinta.

Su vinculación con el Partido Comunista le permitió estar en contacto con artistas e intelectuales que compartían muchas de sus inquietudes. Aprovechó la invitación para participar en el Festival de la Juventud en Polonia para establecerse en Europa, más específicamente en París. Mientras que en Chile y otros países de la región se admiraba lo extranjero (especialmente las expresiones artísticas de los Estados Unidos y Europa occidental) Violeta se propuso mostrar el arte de estas tierras en el Viejo Continente.

A mediados de los ’60 sus hijos Ángel e Isabel mantenían con éxito su Peña de los Parra, uno de los centros de producción de muchas de las grandes obras de la Nueva Canción Chilena. Por su parte, Violeta armó una gran carpa de circo en un terreno cedido por el alcalde de La Reina (comuna situada en las afueras de Santiago) con la idea de convertirla en un centro para el estudio y la interpretación de la música de raíz folklórica chilena y latinoamericana. Pero el desdén de instituciones públicas y privadas, que le negaban apoyo a sus proyectos,  sumado a un desengaño amoroso, influyó negativamente en el ánimo de la artista, quien se quitó la vida en su famosa Carpa de La Reina.

Tras la muerte de Violeta las reediciones de EMI – Odeon han sido erráticas. Tanto en Chile como en Argentina aparecieron innumerables antologías en los formatos LP y casete. En la era del CD, cuando en los principales mercados mundiales la tendencia era reeditar la obra integral de cada artista, EMI ofrecía su material “con cuentagotas”. Entre las recopilaciones aparecidas en Chile, las que más circularon fueron “El folklore y la pasión” (1994) y “La jardinera y su canto” (Serie “Haciendo historia”) (1997). En 2007 apareció el único disco original reeditado como tal en CD, “Carpa de La Reina”,  con la participación de Quelentaro, el Grupo Chagual, Héctor Pavez  y sus hermanos  Lautaro y Roberto Parra.  Las grabaciones de Violeta que figuran en este disco original de 1965 son La pericona se ha muerto, Se juntan dos palomitas, Los pueblos americanos (acompañándose con charango) y Palmero, sube a la palma. La edición de una caja con 4 CDs (“Antología de Violeta Parra. Grabaciones originales en EMI – Odeon. 1954 – 1966)  aparecida en 2012 hace algo de justicia respecto al poco interés del sello de poner a disposición del público la obra de la artista tal como fuera publicada en vida.

En la vecina Argentina, uno de los pocos materiales aparecidos en compacto (siempre refiriéndonos al material de EMI) es la antología  “Grandes éxitos”  en la Serie de Oro Latinoamericana, que también publicó selecciones de obras de  Los Jaivas, Víctor Jara, Quilapayún, Inti – Illimani, Alfredo Zitarrosa  y Atahualpa Yupanqui, entre otros artistas. La adquisición de EMI por parte de Universal Music, a nivel mundial, dotó a esta última de un frondoso catálogo que merece reeditarse de la mejor manera, respetando el arte de las ediciones originales. Mientras tanto, estas antologías suplen la posibilidad de disfrutar los discos tal como han sido concebidos por los músicos.
Universal Music ha reeditado aquel CD incluyéndolo en su serie  Oro.  Si bien la portada de la edición de EMI no era demasiado atractiva (al igual que todas las de la serie) en esta nueva publicación no hay fotografías. Sin embargo, en el centenario del nacimiento de Violeta Parra es una buena señal su inclusión en el catálogo del sello. La selección es mezquina en la cantidad de canciones (apenas 12 surcos, al igual que en la mayoría de los discos de esta colección) siendo, de todas maneras, un testimonio muy valioso para adentrarse en el trabajo de la artista chilena.

El disco comienza con Casamiento de negros, atribuido muchas veces a Violeta, aunque se trata de un antiguo motivo popular arreglado por la folklorista chillaneja. La canción formó parte de la película del mismo nombre dirigida por Sergio Bravo en 1959. Y arriba quemando el sol pertenece a la etapa más “combativa” de Violeta, inspirada por la enorme injusticia que notaba en sus viajes por Chile. La denuncia adquiere un carácter poético y musical en la pluma y la voz de la inolvidable cantautora. Una versión que permaneció inédita en CD hasta la primera edición de esta antología es El sacristán (popular chilena). Se trata de la grabación en estudio de una canción con letra picaresca recopilada en Buin. La bellísima Paloma ausente y Mañana me voy pa’l norte aparecen, sorprendentemente, con sonido monofónico,  mientras que en las antologías chilenas aparecieron en estéreo. La segunda de las canciones nombradas es testimonio de su relación artística y amorosa con “el tocador afuerino” Gilbert Favre, el músico suizo que aprendió a tocar quena y percusiones de la mano de Violeta.

Si lo que amo tiene dueño (popular), El hijo arrepentido (Nicanor y Violeta Parra) y el vals Qué pena siente el alma (popular) son ejemplos de la rica música de raíz folklórica chilena, inmortalizados por la artista en magníficas versiones, poniendo el alma entera en el canto y la guitarra. Otra joya de su autoría es Juana Rosa, dedicada amorosamente a su hija. Ausencia (Tomás Gabino Ortiz), Por la mañanita (tonada de Violeta Parra) y Veintiuno son los dolores (décimas numeradas compuestas por la popular cantautora) completan el panorama ofrecido por esta selección de grabaciones. 

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