El
cantautor uruguayo Héctor Numa Moraes dedicó su nueva producción a la obra de
Atahualpa.
Numa Moraes
“Recordando
a Yupanqui”
Ayuí A/E 420
CD
Edición
uruguaya
2017
Héctor
Roberto Chavero nació en el partido bonaerense de Pergamino en 1908. Desde pequeño se sintió atraído por la música
y la literatura. Cuando se estableció con su familia en la localidad de Agustín
Roca (partido de Junín), pudo tomar contacto con su primer instrumento, el
violín. El padre Rosáenz mostró al joven
Héctor un mundo musical algo lejano a sus pretensiones, por lo cual las
lecciones finalizaron tempranamente. Le fue mejor con la guitarra, adentrándose a sus secretos de la mano del
concertista Bautista Almirón. A sus
diecinueve años, Chavero adoptó el seudónimo Atahualpa Yupanqui, con el que será conocido
internacionalmente. En 1936 grabó sus
primeras composiciones: Camino del indio,
Mangruyando, La vidala del adiós y Paso
de los Andes, además de poner música a dos poemas de Romildo Risso: Apariencias y Cumbres siempre lejos. Ambos
artistas se conocieron en la ciudad argentina de Rosario, donde estaban
afincados en esa época.
La
relación de Yupanqui con Uruguay se dio tempranamente: debió exiliarse en
Montevideo en 1932 por motivos políticos; en esa época conoció también el
interior oriental, donde se inspiró para crear el preludio pampeano A orillas del Yi, llevado al disco en
1944. La música y la poesía de Yupanqui
influyeron fuertemente en los cantores de esa nación, mucho antes del llamado boom del folklore argentino. Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa, quienes
llegarían a ser artistas de renombre internacional, interpretaron sus obras
como muestra de profunda admiración por Yupanqui.
Héctor Numa
Moraes (Curtina,
Tacuarembó, 1950) es una de las personalidades más destacadas en el ámbito de
la canción de autor uruguaya. Perteneció
al llamado “Grupo de Tacuarembó”,
integrado por músicos y poetas que se reunían en torno al literato
Washington Benavides. Muchos de los
discos de Numa poseen canciones con textos de aquel poeta, como “Canto pero
también puedo” y “La Patria compañero” (ambos de 1970). En 1972 la obra de Numa Moraes fue prohibida
en el Uruguay, por lo que el artista tuvo que partir al exilio. Desde Buenos
Aires pasó a Santiago de Chile, donde actuó en la Peña de los Parra, además de
compartir escena con otros artistas orientales. Estando en esa nación vivió el
drama del golpe de Estado en septiembre de 1973 y debió partir nuevamente al
exilio. Pasó un tiempo en Cuba, donde
grabó nuevas canciones, y tras el paso por varios países europeos se radicó en
Holanda. En esa nación perfeccionó sus
estudios de guitarra con el maestro uruguayo Antonio Pereira Arias. Numa regresó
a su país de origen en 1984, grabando nuevos discos y dedicándose también a la
actuación y a la producción y conducción de programas radiales.
El disco
La
admiración de Numa por Yupanqui data de los jóvenes años en que escuchaba sus
canciones en su propia voz y en la de otros artistas, tanto en la radio como en
los primeros discos que entraron a su hogar.
Así fue incorporando a su repertorio algunas de esas composiciones, como
La pobrecita. Fue el año pasado cuando el artista consideró
dedicar un álbum completo a la figura señera de don Atahualpa, que cuenta con
algunas interesantes sorpresas.
El
disco abre con A orillas del Yi, obra instrumental inspirada en el río que
atraviesa los departamentos uruguayos de Durazno, Flores y Florida. Está dedicada originalmente al guitarrista
oriental Julio Martínez Oyanguren (1901 – 1973). La milonga Los hermanos está vertida
respetando los arreglos originales para guitarra, aunque cuenta en el canto con
el estilo genuino de Numa Moraes. La
primera sorpresa del disco es la participación de Eduardo “Polo” Román, exintegrande del renombrado conjunto salteño
Los Chalchaleros, en segunda voz y bombo. La pieza compartida con Numa es nada
menos que la zamba La añera (A. Yupanqui y Nabor Córdoba), vertida con hondo
sentimiento.
Canción para
doña Guillerma y Paisano errante (milonga) encuentran en Numa Moraes a un sólido
intérprete, tanto vocal como instrumentalmente.
Las digitaciones en la guitarra suenan precisas, llenas de musicalidad,
conservando el nexo con el estilo de su creador. Les sigue una pieza que no había sido
considerada originalmente por el intérprete: Sin caballo y en Montiel. Esta
milonga fue grabada con posterioridad al resto del repertorio por sugerencia de
Washington Benavides, pocos meses antes de su fallecimiento. Él consideraba que
esta obra es “la más hermosa milonga de
Atahualpa” y evidentemente ha sido un acierto considerarla como parte de
este homenaje.
Numa Moraes
Danza de la
paloma enamorada, pieza instrumental grabada por primera vez en 1951 por
Yupanqui, muestra la notable influencia
de la música de raíz folklórica de la región pampeana en la que abrevó el
artista bonaerense. Tú que puedes, vuélvete evidencia
el mundo introspectivo de Yupanqui llevado a la canción, mientras que Leña
verde (milonga) es producto de su aprendizaje vital por los caminos del
país. Canción del cañaveral retoma el estilo melancólico yupanquiano en el que mixtura los elementos
del paisaje y la naturaleza con su propio sentir.
La
zamba La pobrecita formó durante un tiempo parte del repertorio de
Numa, quien la tocaba en algunas actuaciones. La idea de retomarla movió al
artista a mandar a reparar su vieja guitarra Ramírez y, de a poco, fue
surgiendo la idea de integrarla a un disco completo en memoria de don
Atahualpa. El huayno Punay , compuesto por Yupanqui y su
esposa Nenette (“Pablo del Cerro”) en 1957 encuentra en Moraes un intérprete
ideal, apasionado y genuino. Seguimos en
el noroeste argentino con Indiecito dormido, del mismo dúo
autoral, inscripto en la etiqueta de la primera grabación como “canción norteña”.
El intérprete oriental desgrana la melodía minuciosamente en las cuerdas de su
guitarra, conservando la esencia de la versión de don Ata.
Las preguntitas
es una de las canciones de Yupanqui que fue
muy difundida en los años primeros de la “nueva canción”. En Chile ha sido
parte del repertorio de Víctor Jara y Ángel Parra. La vigencia de su letra está
dada por la permanencia de injusticias en torno a la vida de los trabajadores. La milonga La estancia vieja (1956)
permite, como en el resto de las obras instrumentales de este disco, el pleno
lucimiento de Numa Moraes en el arte de la guitarra llevada al repertorio de
raíz folklórica.
A
modo de yapa podemos disfrutar de una canción compuesta por Damián González
Moreira y el propio Numa, dedicada a los primeros años de Yupanqui: El
niño y la guitarra. La voz del intérprete está acompañada al piano por Juan Steiner, músico, arreglista y sonidista profesional, exintegrante de
conjuntos como Estrellas Negras y Los Virgilios.
Video
promocional del disco
© 2017 Ediciones Ayuí / Tacuabé
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