domingo, 15 de abril de 2018

Discos: Recordando a Yupanqui


El cantautor uruguayo Héctor Numa Moraes dedicó su nueva producción a la obra de Atahualpa.



Numa Moraes
“Recordando a Yupanqui”
Ayuí A/E 420 CD
Edición uruguaya
2017

Héctor Roberto Chavero nació en el partido bonaerense de Pergamino en 1908.  Desde pequeño se sintió atraído por la música y la literatura. Cuando se estableció con su familia en la localidad de Agustín Roca (partido de Junín), pudo tomar contacto con su primer instrumento, el violín.  El padre Rosáenz mostró al joven Héctor un mundo musical algo lejano a sus pretensiones, por lo cual las lecciones finalizaron tempranamente. Le fue mejor con la guitarra,  adentrándose a sus secretos de la mano del concertista Bautista Almirón.  A sus diecinueve años, Chavero adoptó el seudónimo  Atahualpa Yupanqui,  con el que será conocido internacionalmente.  En 1936 grabó sus primeras composiciones: Camino del indio, Mangruyando, La vidala del adiós y Paso de los Andes, además de poner música a dos poemas de Romildo Risso: Apariencias y Cumbres siempre lejos.  Ambos artistas se conocieron en la ciudad argentina de Rosario, donde estaban afincados en esa época. 

La relación de Yupanqui con Uruguay se dio tempranamente: debió exiliarse en Montevideo en 1932 por motivos políticos; en esa época conoció también el interior oriental, donde se inspiró para crear el preludio pampeano A orillas del Yi, llevado al disco en 1944.  La música y la poesía de Yupanqui influyeron fuertemente en los cantores de esa nación, mucho antes del llamado boom del folklore argentino.  Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa, quienes llegarían a ser artistas de renombre internacional, interpretaron sus obras como muestra de profunda admiración por Yupanqui.

Héctor Numa Moraes (Curtina, Tacuarembó, 1950) es una de las personalidades más destacadas en el ámbito de la canción de autor uruguaya.  Perteneció al llamado “Grupo de Tacuarembó”,  integrado por músicos y poetas que se reunían en torno al literato Washington Benavides.  Muchos de los discos de Numa poseen canciones con textos de aquel poeta, como “Canto pero también puedo” y “La Patria compañero” (ambos de 1970).  En 1972 la obra de Numa Moraes fue prohibida en el Uruguay, por lo que el artista tuvo que partir al exilio. Desde Buenos Aires pasó a Santiago de Chile, donde actuó en la Peña de los Parra, además de compartir escena con otros artistas orientales. Estando en esa nación vivió el drama del golpe de Estado en septiembre de 1973 y debió partir nuevamente al exilio.  Pasó un tiempo en Cuba, donde grabó nuevas canciones, y tras el paso por varios países europeos se radicó en Holanda.  En esa nación perfeccionó sus estudios de guitarra con el maestro uruguayo Antonio Pereira Arias. Numa regresó a su país de origen en 1984, grabando nuevos discos y dedicándose también a la actuación y a la producción y conducción de programas radiales.

El disco
La admiración de Numa por Yupanqui data de los jóvenes años en que escuchaba sus canciones en su propia voz y en la de otros artistas, tanto en la radio como en los primeros discos que entraron a su hogar.  Así fue incorporando a su repertorio algunas de esas composiciones, como La pobrecita.  Fue el año pasado cuando el artista consideró dedicar un álbum completo a la figura señera de don Atahualpa, que cuenta con algunas interesantes sorpresas.

El disco abre con A orillas del Yi, obra instrumental inspirada en el río que atraviesa los departamentos uruguayos de Durazno, Flores y Florida.  Está dedicada originalmente al guitarrista oriental Julio Martínez Oyanguren (1901 – 1973).  La milonga Los hermanos está vertida respetando los arreglos originales para guitarra, aunque cuenta en el canto con el estilo genuino de Numa Moraes.  La primera sorpresa del disco es la participación de Eduardo “Polo” Román,  exintegrande del renombrado conjunto salteño Los Chalchaleros, en segunda voz y bombo. La pieza compartida con Numa es nada menos que la zamba La añera (A. Yupanqui y Nabor Córdoba), vertida con hondo sentimiento.

Canción para doña Guillerma y Paisano errante (milonga) encuentran en Numa Moraes a un sólido intérprete, tanto vocal como instrumentalmente.  Las digitaciones en la guitarra suenan precisas, llenas de musicalidad, conservando el nexo con el estilo de su creador.  Les sigue una pieza que no había sido considerada originalmente por el intérprete: Sin caballo y en Montiel. Esta milonga fue grabada con posterioridad al resto del repertorio por sugerencia de Washington Benavides, pocos meses antes de su fallecimiento. Él consideraba que esta obra es la más hermosa milonga de Atahualpa” y evidentemente ha sido un acierto considerarla como parte de este homenaje.

Numa Moraes 


Danza de la paloma enamorada, pieza instrumental grabada por primera vez en 1951 por Yupanqui,  muestra la notable influencia de la música de raíz folklórica de la región pampeana en la que abrevó el artista bonaerense.  Tú que puedes, vuélvete evidencia el mundo introspectivo de Yupanqui llevado a la canción, mientras que Leña verde (milonga) es producto de su aprendizaje vital por los caminos del país. Canción del cañaveral  retoma el estilo melancólico  yupanquiano en el que mixtura los elementos del paisaje y la naturaleza con su propio sentir.

La zamba La pobrecita formó durante un tiempo parte del repertorio de Numa, quien la tocaba en algunas actuaciones. La idea de retomarla movió al artista a mandar a reparar su vieja guitarra Ramírez y, de a poco, fue surgiendo la idea de integrarla a un disco completo en memoria de don Atahualpa. El huayno Punay , compuesto por Yupanqui y su esposa Nenette (“Pablo del Cerro”) en 1957 encuentra en Moraes un intérprete ideal, apasionado y genuino.  Seguimos en el noroeste argentino con Indiecito dormido, del mismo dúo autoral, inscripto en la etiqueta de la primera grabación como “canción norteña”. El intérprete oriental desgrana la melodía minuciosamente en las cuerdas de su guitarra, conservando la esencia de la versión de don Ata.

Las preguntitas  es una de las canciones de Yupanqui que fue muy difundida en los años primeros de la “nueva canción”. En Chile ha sido parte del repertorio de Víctor Jara y Ángel Parra. La vigencia de su letra está dada por la permanencia de injusticias en torno a la vida de los trabajadores.  La milonga La estancia vieja (1956) permite, como en el resto de las obras instrumentales de este disco, el pleno lucimiento de Numa Moraes en el arte de la guitarra llevada al repertorio de raíz folklórica.
A modo de yapa podemos disfrutar de una canción compuesta por Damián González Moreira y el propio Numa, dedicada a los primeros años de Yupanqui: El niño y la guitarra. La voz del intérprete está acompañada al piano por Juan Steiner, músico, arreglista  y sonidista profesional, exintegrante de conjuntos como Estrellas Negras y Los Virgilios.



Video promocional del disco
© 2017 Ediciones Ayuí / Tacuabé

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