El
músico y periodista montevideano, uno de los grandes referentes de la trova
latinoamericana, se presentó a sala llena en Buenos Aires interpretando un
amplio repertorio que ha incluido canciones nuevas.
Daniel Viglietti
en Argentina
Sala “Caras
y Caretas 2037”
Sarmiento
2037
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
Argentina
Sábado 11 de
febrero de 2017
Introducción
Daniel
Viglietti nació
en 1939 en Montevideo. Su formación musical comenzó en el ámbito hogareño: su
madre, Lyda Indart era pianista y su
padre, Cédar Viglietti, guitarrista
y folklorólogo. Años después, Daniel perfeccionó sus estudios con los maestros Atilio Rapat y Abel Carlevaro. Entre sus influencias artísticas reconoce a músicos
de diferentes ámbitos, desde Igor Stravinsky a Atahualpa Yupanqui. A sus
diecisiete años integró como guitarrista el Conjunto Lavalleja, dirigido por su padre. Tres años después se
inclinó por la canción como su expresión preferida. Sus primeros discos, “Canciones folklóricas y Seis impresiones para canto y guitarra” (1963) y “Hombres de nuestra tierra” (1965), galardonados con justicia, contienen pocos
elementos que serán fundamentales en las siguientes obras de Viglietti. Según Mario
Benedetti el proceso que transformó a
Viglietti de un eventual concertista de guitarra en un cantante popular de
primer orden tuvo mucho que ver con su tarea de comunicación, y dentro de ésta,
con su necesidad de la palabra. [1]
El
triunfo de la Revolución Cubana, el
1° de enero de 1959, influyó decisivamente en el desarrollo de los movimientos
de la “nueva canción”. Viglietti comenzó a apoyar el proceso cubano en 1961,
tras la invasión estadounidense a Playa Girón, y reafirmó su compromiso en
1967, participando del Primer Encuentro
de la Canción Protesta. Es en la isla donde grabó la mayoría de las
canciones que componen su disco “Canciones para el hombre nuevo” (1968),
publicado en Uruguay, Francia, Argentina y Chile. Sus actuaciones ambos lados
del Plata son muy populares, quedando registradas en disco las que ofreció en
Buenos Aires y en La Plata en 1972 y 1973 (“Daniel Viglietti en vivo”
fue publicado en 1978 por el sello francés Le Chant du Monde). La situación que
se vivía en Uruguay desde 1968 (“la
desigualdad, la corrupción y la represión crecientes" ) [2] fueron
generando diferentes formas de resistencia popular que a su vez devinieron en
prácticas autoritarias (censura, detenciones) por parte de los gobernantes
hasta el golpe de Estado en junio de 1973. Viglietti vivió el exilio durante
once largos años en los que se dedicó mayormente a su labor periodística y a
realizar actuaciones en actos de solidaridad con los pueblos latinoamericanos.
El recital
La
enorme expectativa por ver y escuchar al afamado trovador oriental comienza a
plasmarse cuando se apagan las luces de la sala y se ilumina el pequeño espacio
donde habrá de presentarse con su guitarra. Se escucha la grabación de El
vals de la duna en su versión instrumental y poco después aparece
Daniel en escena, acoplándose con su canto y su instrumento para entonar esta
hermosa obra, compuesta originalmente para la película “Cabo Polonio”, de Gabriel
Varalla:
El vals de
la duna
no es vals
de fortuna
y a veces la
luna
con él
bailando
desliza
su blanca
marea
en mar de
Valizas
sin fiel.
Es una
balanza
que pesa su
danza
y sube a
cambiar
de nivel.
Quien ama la
duna
sin roce y
sin prisa,
es suave
caricia
su pie.
No hay rueda
que pueda
ni hierro
que muela
el polvo
nacido
del sol.
La duna bien
sabe
que en ella
no cabe
el gesto
ruidoso
del riel.
Seguro que
hubo
un indio que
anduvo
dejando en
la arena
su piel.
Los lobos
marinos
que llegan
salinos
recuerdan la
orilla,
el ayer.
Presiento
que el tiempo,
tan ágil,
tan lento,
aprende en
la duna
a esperar.
Que el cielo
en el viento
detenga un
momento,
reloj sin
arena,
el vals.
De noche el
bañado
respira
asombrado
sintiendo
sirenas
de sal.
Le cuentan
las garzas
de plumas
tan altas
que son las
gaviotas
del mar.
La duna se
llueve
si el viento
la mueve
porque ella
no puede
con él.
Los ojos de
arena
llorando de
pena
por huellas
que cambian
de pie.
Valiza que
sube
con remo de
nube
hacia una
laguna
de miel,
donde los
ombúes
en islas
azules
dan sombra
en el aire
al clavel.
El vals de
la duna
no es vals
de fortuna
y a veces la
luna
sin él
desnuda
desliza
su tierna
malicia
en mar de
Valizas
infiel.
Al finalizar la canción, Viglietti se dirige
al público de manera muy familiar: “vamos
como en un telar, tejiendo canciones”.
Gurisito, compuesta
en 1971 en Buenos Aires, ha sido recreada por grandes intérpretes
latinoamericanas: Charo Cofré, Amparo Ochoa y Cristina Fernández (quien la
versionó en idioma gallego como Pequerrechiño)
la dieron a conocer a otras audiencias, ampliando los caminos que recorrerán
las canciones uruguayas en el mundo. Viglietti nos entrega en esta oportunidad
una bellísima versión remozada en la
que hace hincapié en los derechos de los niños y niñas de estos tiempos. La
temática infantil continúa a través de Negrita Martina, bella y
triste a la vez. Con un estilo sobrio pero muy cuidado en cada detalle,
Viglietti reafirma su compromiso artístico y político, muy valorado por el
numeroso público que sigue desde hace años su trayectoria.
Milonga de andar lejos (1968) es otra de las grandes composiciones del artista que hoy
nos visita. Se trata de una de las primeras canciones
de propuesta de Daniel Viglietti, que lleva implícito un profundo sentido
de solidaridad. Entre nostalgia y esperanza seguimos el camino de las canciones
recordando a Soledad Barrett (1945 – 1973), la joven activista
paraguaya que trabara amistad con Daniel y con el escritor Mario Benedetti en
su paso por Uruguay. Su rebeldía frente a la injusticia y su compromiso con los
oprimidos la llevaron a oponerse a las férreas dictaduras latinoamericanas. Su
joven vida, truncada en Recife, Brasil, es recordada en emotivos versos y
melodía que el artista recrea cabalmente. En similar sintonía podemos apreciar Por ellos canto , un íntimo manifiesto en el que el compositor se
posiciona ante los sucesos de la vida. En esta oportunidad está dedicado a
Teresa Parodi, Liliana Herrero, Liliana Vitale y al recuerdo de Horacio Guarany
(Viglietti grabó en su primer disco el poema de Nicolás Guillén No sé por qué piensas tú, musicalizado por el popular cantautor
santafesino).
El
recuerdo de la inigualable cantora Mercedes
Sosa aparece a raíz de la próxima canción. La “Negra” la grabó en 1966 en
su primer disco para el sello Philips (“Yo no canto por cantar”) e invitó a
Daniel a interpretarla junto a ella en el porteño Teatro Payró. Se trata de Canción para mi América, uno de los temas más célebres del trovador
uruguayo, quien la interpretó en el célebre Concierto por la paz en
Centroamérica “Abril en Managua”. Daniel varía algunos de los últimos versos de
la canción de manera muy creativa:
La copla no
tiene dueño
Patrones no
más mandar
La guitarra
americana
Peleando
aprendió a cantar
El charango
boliviano
Pelando aprendió
a cantar
El cuatro
venezolano
Peleando aprendió
a cantar
El berimbau
brasileño
Peleando aprendió
a cantar
Pero
es el último verso agregado el que suscita ovaciones en el público seguidor:
Milagro
Sala, jujeña
Peleando aprendió
a cantar
La
temprana admiración de Viglietti por el cantor mendocino Antonio Tormo (1913 – 2003), lo llevó a recrear varios de sus
éxitos. En esta ocasión escucharemos su versión de Mis harapos (1946),
de Alberto Ghiraldo y Marino García. Otra de las figuras admiradas por el
trovador oriental es Atahualpa Yupanqui (1908
– 1992): “La profunda marca que nos dejó
Yupanqui con esa forma de retratar rebeldías, paisajes…” es valorada
profundamente por Daniel. Recuerdos del Portezuelo, con
su nostálgica mirada, se contrapone estilísticamente a otra obra del gran
compositor bonaerense, la Chacarera de las piedras
(compuesta junto a su esposa Antonietta Pepin [Pablo del Cerro]).
Un
nuevo segmento de obras propias abre con Anaclara, que apareció por
primera vez en el citado disco “En vivo”. La idílica visión de la muchacha
anarquista se enlaza con la bellísima Nocturna (Canción sin tiempo)que comienza con exquisitos arreglos creados junto al compositor y musicólogo
Coriún Aharonián. Lírica y música se conjugan magistralmente en una de las
mejores obras que componen el CD “Esdrújulo” (1993). Del mismo álbum, la canción De cabeza explora un tema recurrente de Viglietti: los diferentes
pensamientos o las ideas contrapuestas de su propia persona, temática que había
sido aludida en su Canción bicéfala,
de 1984.
“Otro argentino que nos dio una noción de
Patria, rosarino…” antecede la canción Che por si Ernesto, homenaje
sentido en que Viglietti recrea sus ingeniosos juegos de palabras:
Guevara se
volvió Che
por si el
Ernesto lo llamaba.
Lo que
sintió, lo pensó,
lo
dijo-hizo, sin pancartas y en silencio.
Otro
personaje histórico, quizás menos conocido, es Camilo Torres Restrepo (1929 –
1966), sacerdote católico colombiano que se enroló en la guerrilla y cayó
abatido en su primera experiencia en combate. Viglietti le dedicó una composición
que fue popularizada por Víctor Jara: Cruz de luz, que, como es
habitual en sus recitales, la canta a
capella. Le sigue una canción dedicada a la maestra montevideana Elena Quinteros, detenida en junio de
1976 y desaparecida desde entonces. La canción se titula Tiza y bastón , describiendo
los destinos de Elena y de su madre, apodada “Tota”. Aunque aún no ha sido
registrada fonográficamente, puede escucharse en un video grabado en Chile
posando el cursor en el título de la canción.
Como
comentáramos al comienzo de esta crónica, Daniel Viglietti ha sido influido
fuertemente por la Revolución Cubana. Una de sus consecuencias inmediatas ha
sido la revalorización de la cultura. Se propició la creación de nuevas
expresiones a partir de los años 60, sembrando la semilla que poco tiempo
después germinaría bajo el nombre de Nueva
Trova Cubana. Daniel participó en diferentes ámbitos culturales de la isla,
tomando contacto con muchos de sus cultores. En 1972 grabó en La Habana un
hermoso álbum junto al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. La cara A del
disco cristalizó la idea de Viglietti de traducantar
canciones brasileñas de la talla de Acalanto
y Upa neguinho, mientras que
la cara B registró canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola (1946 – 2005). El recordado
cantautor habanero está presente en una hermosa recreación de Comienzo el día. “La canto con un
abrazo a Cuba”, nos comenta Daniel.
De
Cuba nos vamos a Perú. El poemario Trilce,
publicado en Lima en 1922, es una de las obras más importantes del escritor
César Vallejo (1892 – 1938). Viglietti se inspiró en esta obra para crear La canción de Trilce, cuya música se basa en una canción tradicional
chilena aprendida de Ximena Bulnes.
El
comentario sobre la actual coyuntura internacional no está ajeno al pensamiento
de Viglietti, quien alude a un libro de Ariel Dorfman y Armand Mattelart: Para leer al Pato Donald (Comunicación de
masas y colonialismo) publicado por primera vez en 1972. Siguiendo el viaje musical que nos propone el
trovador, podemos disfrutar de una canción en homenaje a la recordada cantante Amparo Ochoa (1946 - 1994) y dedicada también esta noche a
Lourdes, compañera mexicana de Daniel, y al México de Ayotzinapa.
Nacido
en Paysandú en 1946, Henry Engler es
un científico muy conocido por su militancia en el Movimiento de Liberación
Nacional – Tupamaros. Su faceta musical es menos conocida. En 1968 integró el
trío Los Cimarrones y se incorporó al Centro de la Canción Protesta. Participó
en Festivales musicales en Uruguay y en Chile. Fue detenido en agosto de 1972,
recuperando su libertad en 1985. Entonces formó el conjunto Cantares del
Calabozo y grabó un primer disco para el sello Ayuí, “Cantos rodados”, antes de
radicarse en Suecia. Viglietti nos cuenta que Engler “transformó lo sombrío en luz” y también hace referencia a una película sobre
su persona, basada en el libro “El Círculo: las vidas de Henry Engler”, de José
Pedro Charlo, Aldo Garay y Virginia Martínez. La presentación de este personaje
precede a su linda creación La leyenda del Queguay.
El
drama de los detenidos – desaparecidos en América Latina no es ajeno al sentir
del querido cantautor oriental. Su
emotiva versión de Otra voz canta, sobre un poema de Circe Maia, es un potente
alegato a favor de la memoria y está dedicado esta noche “a Abuelas, a Madres, a H.I.J.O.S.” El recuerdo del escritor Eduardo Galeano (1940 – 2015) se hace vívido a través de varias de
sus frases leídas por Viglietti, quien nos ofrece a continuación una obra
inédita: Ojaleando, en la que apela nuevamente al juego con palabras
esdrújulas, afición nacida a partir de aquella obra magistral de Chico Buarque,
Construção. Las partes
instrumentales de la obra, acompañadas por las palmas de la audiencia, memoran
las llamadas montevideanas.
Tras
un aparente cierre de concierto, Daniel
regresa a escena para brindarnos un generoso segmento de bises. La primera
canción de esta parte es la bellísima Muchacha, grabada en el disco
“Canciones chuecas” (1971). Le sigue la Milonga cañera compuesta por
Alfredo Zitarrosa en 1962, al calor de las luchas de la Unión de Trabajadores Azucareros
de Artigas (UTAA) y el revolucionario Raúl Sendic (1925 – 1989).
La
polca La rastrojera, de
Marcos Velázquez (1939 – 2010), compositor y poeta montevideano, describe con
ironía las injusticias que se dan (no sólo) en su país. Una de sus estrofas nos
es, lamentablemente, muy familiar a este lado del Plata:
La crisis en
Uruguay
tiene dos
explicaciones:
cuando no es
por la sequía
es por las
inundaciones.
El
cierre definitivo se da con una de las canciones más emblemáticas del artista
que nos visita: A desalambrar. En su momento (año 1969) esta milonga inquietó
sobremanera a los responsables de censura del SODRE (Servicio Oficial de
Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos), los discos de Viglietti fueron
retirados de toda programación e incluso una emisión de TV fue cortada cuando
el artista, sin ser advertido de la prohibición, estaba cantando este tema en
directo. Los medios conservadores, como los periódicos El Día y La Mañana tampoco
ahorraron palabras en contra de la canción que, como se sabe, siguió su curso
por el mundo y fue traducida a diversos idiomas, así como versionada en
diferentes ritmos, sobreviviendo a todo intento de censura y opresión. El canto
libre de Viglietti continúa su vuelo audaz y sin temor.
[1] Mario Benedetti: “Daniel
Viglietti, desalambrando”. Buenos Aires. Seix Barral, 2007, página 32.
[2] Op. Cit. Página 101
Excelente nota, que hace honor a este músico tan talentoso y comprometido, a quien amo mucho, como todo su público (eso se notó en el recital).
ResponderEliminarGracias, Hugo!!
Muy buen artículo. Ademas el concierto fue muy emotivo y contó con la presencia de Oscar Parrilli, Alicia Castro y Teresa Parodi, notables ex funcionarios, algunos hoy perseguidos por la derecha.
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