martes, 1 de noviembre de 2011

V Festival Internacional de Música “Sonamos Latinoamérica” (Primera Noche)

El prestigioso compositor y charanguista Oscar “Poli” Gomítolo  ha ideado este espacio cultural que nos acerca a artistas de gran prestigio de toda Sudamérica. Compartimos esta quinta edición en su sede central de la ciudad de Santa Fe, a la que se suman otras localidades del país como Santo Tomé, San Marcos Sierras (provincia de Córdoba) y Rosario. La ciudad de Buenos Aires, en tanto, ha acogido por primera  vez este Festival Internacional con gran convocatoria popular.


 Centro Cultural Provincial
Junín 2457, Santa Fe
Viernes 28 de octubre de 2011

Laura González Cabezudo es la primera artista presente en esta nueva edición de “Sonamos Latinoamerica”. Actriz y cantante uruguaya, nacida en Paysandú, nos trae en su voz hermosas canciones de raíz folklórica de ambas orillas del Plata y del río Uruguay. De los temas propios se destacan el candombe Vengo, interesante reafirmación de identidad y compromiso, la Chacarera del desencontrado y la Zamba de adiós, a través de las cuales Laura cuenta historias de amores y desamores propios de la vida actual. A las bondades interpretativas de Laura—cuyo arte habíamos podido disfrutar en su país—se suma su interesante faceta en el plano de la composición. La acompañan el guitarrista Daniel Petruchelli, montevideano, y el percusionista Leo Lemes Faccini, sanducero.

De Javier Cabrera, artista de Tacuarembó, Laura interpreta una obra titulada Ruta 5, cuya letra nos relata la inmigración de la gente del interior a las capitales, temática que no por conocida resulta menos interesante. Rancherío, de Guillermo Castro, nos cuenta. “Voy a llevarte lejos, Montevideo / tengo bien claro de dónde vengo…”; en esta canción también se funde el amor por la querencia con otros sentimientos profundos que tan bien sabe transmitir Laura González Cabezudo.  Pero la interpretación que se lleva los mayores méritos se debe si duda a otro artista nacido en Paysandú: el recordado Aníbal Sampayo. A través de su galopa Melchora Cuenca, con un sonido bien litoraleño y de ritmo bien marcado, nos trae la historia de esta muchacha que se casó con José Artigas en 1815, incorporándose  a las luchas revolucionarias de este período histórico donde se definió la libertad de nuestros pueblos.



Arturo García nos presenta, de Venezuela, el arpa tuyera (arpa aragüeña), cordófono de ejecución digital que no posee dispositivos para modificar su afinación. Este artista nos comparte su maravillosa música con el gran profesionalismo que le dan sus treinta años de oficio, a través de golpes (ritmos bailables) y pasajes.


De forma didáctica, don Arturo nos hace conocer ritmos y formas de interpretación poco conocidas en esta parte de Sudamérica. Tras una alocución no exenta de humor, el artista venezolano nos cuenta que “lo que sirve de la música es DISFRUTAR”. Y vaya si lo hemos logrado. Lamentablemente no se ha informado de los títulos de las composiciones y tampoco hubo venta de grabaciones de Arturo García para poder profundizar en el saber y disfrute de los sones del arpa. El último golpe, llamado El cochino, cierra uno de los segmentos más emotivos de la noche.


Siguiendo con el corazón en Venezuela, se presentan otros dos músicos de ese país. El primero de ellos es el guitarrista Néstor Viloria, uno de los coordinadores de “Sonamos Latinoamérica” en su país. Comienza interpretando el Preludio Criollo, bellísima pieza de concierto con autoría de Rodrigo Riera. Del mismo autor, Néstor nos ofrece la Serenata ingenua, una serenata romántica cuyo sonido mixtura diferentes estilos que, por momentos recuerdan las composiciones de Francisco Tárrega y Ernesto Lecuona. En tanto, el Choro se llama así porque recrea este ritmo de origen brasileño.



Tres piezas venezolanas, con arreglos de Néstor Viloria, nos introducen en el conocimiento del merengue venezolano, más lento que su similar dominicano, compuesto en 5/8. De estas piezas, El saltarín, de Luis Laguna, resulta menos interesante que Los hijos de la noche (Serrano),cuyo ritmo es más veloz o más “animado”  y más reconociblemente venezolano. Finaliza este segmento del Festival un joropo llanero o “entreverado”, que contiene a su vez ritmos como pajarillo, chipola y gabán (en La mayor). Aquí se manifiesta nuevamente la riqueza musical venezolana en una pieza que, si bien se toca en forma “académica”, forma parte del saber popular.







El segundo artista de esta sección es también un guitarrista, nacido en Caracas. Se trata de José Luis Lara, quien inició sus estudios musicales con su padre. Posteriormente estudió guitarra clásica con el maestro Néstor Bruzual y guitarra solista de jazz con el maestro Julio Sánchez. Entre sus muchos méritos está el de dirigir la Orquesta de Guitarras de Angostura, en Ciudad Bolívar.




La primera obra que podemos disfrutar es la Suite criolla, de Alberth Hernández, obra interesantísima compuesta por tres ritmos que obran  como  movimientos: merengue, valse y joropo. Al igual que en el caso de Néstor Viloria, lo “académico” y lo popular conjuran una exquisita mixtura en las cuerdas de este talentoso músico y docente. De Efraín Silva, la obra Campanario de Choroní evoca un encuentro guitarrístico que se realizaba en una iglesia cercana a las playas de Choroní, en el estado Aragua. A la tradición de la guitarra romántica de Choroní se suma Guariqueña, del artista de Ciudad Bolívar Telmo Almada. Se trata de una pieza original para banda, cuyo ritmo rápido y su variado “colorido” musical la sitúan entre las más aclamadas por el público presente.




Como si no fuera suficiente lujo haber disfrutado del arte de José Luis Lara y Néstor Viloria, ambos guitarristas nos brindan una “yapa” tocando juntos dos piezas maravillosas: la primera es un golpe  llamado El Gabán creada por el mítico IgnacioIndio” Figueredo en 1914. Este folklorista venezolano, nacido en Apure, gozó de amplia popularidad entre las décadas de 1950 a 1990, además de merecidos homenajes de cineastas e intérpretes de aquella hermosa nación. La segunda obra conjunta es una Danza zuliana, expresión tradicional que debe su nombre al estado Zulia, limítrofe con Colombia y situado alrededor del Lago Maracaibo. Como agradecimiento por estas logradas expresiones musicales, José Luis y Néstor se llevan una generosa ovación popular.




El Trío Nueva Colombia celebra con nosotros sus veinticinco años de trayectoria. Integrado por Germán Darío Pérez (piano y dirección musical), Mauricio Acosta (contrabajo) y Hoffman Ricardo Pedraza (tiple), esta agrupación nos trae a nuestro país ritmos colombianos menos conocidos que la cumbia y el vallenato: se trata de piezas en las que se destaca el tratamiento para trío con profundas influencias del jazz (más notables en el sonido del piano) pero más lentas y enraizadas en la tradición latinoamericana. El bambuco A lo Germancho, compuesto por Mauricio Rangel, evidentemente está dedicado a la figura de este gran tecladista. En tanto, el propio Germán es el autor de Insistime (sic), obra compuesta en ritmo de pasillo y de Locuras, un bambuco cuya virtuosa ejecución pianística evoca agrandes maestros del instrumento como el cubano Jesús “Chucho” Valdez en varios pasajes de la obra.




El ritmo tradicional del pasillo aparece en otra obra de Germán Darío Pérez: Atardecer, que nos recuerda a otro gran compositor: el inolvidable Ernesto Lecuona, aunque esta composición posee mayor vivacidad que sus similares creadas por el pianista cubano. El Trío Nueva Colombia nos cuenta que realiza una proyección internacional de la música de raíz colombiana y vaya si lo logra, atrayendo con complejas y fascinantes sonoridades la inmediata atención del público presente. En Guacatá (bambuco de Francisco Cristancho) comienzan a sonar las cuerdas y luego se suma el piano, con elegante sonoridad.


Para finalizar, las obras El Papi, dedicada a Luis Ignacio “El Papi” Tobar y El ancestro, como gran broche de oro para una noche maravillosa.

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1 comentario:

  1. Excelentes reseñas crónicas de lo vivido en tan prestigioso festival, un gran Abrazo desde Bogota seguros de que nuestro que hacer artístico cultural vibrante, estrecha nuestros lazos y hermana nuestra idiosincracia ecuménica, universal y Latinoamericana. Felicidades pronto Sonamos en Bogota Atte Ricardo Pedraza - trío Nueva Colombia

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