miércoles, 6 de mayo de 2015

Víctor Heredia presentó su libro Taki Ongoy


La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires fue el marco en el que el célebre cantautor presentó un nuevo libro. La obra contiene los poemas de su disco original “Taki Ongoy” (1986) acompañadas de textos que contextualizan esas letras. Dos canciones compartidas con León Gieco coronaron esta presentación.
 

 
 
 

Acto de Presentación del libro
“Taki Ongoy. Las lágrimas de América”
De Víctor Heredia

41ª.  Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Predio Ferial de Buenos Aires

Sala Juan Rulfo – Roberto Arlt

Avenida Santa Fe 4201

Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Argentina

Miércoles 06 de mayo de 2015
 
 

 
 
 

Víctor Heredia nació en el barrio de Montserrat, en la ciudad de Buenos Aires, en 1947. Desde muy joven manifestó su interés y sus potencialidades por el canto, aprendiendo también piano y guitarra. Pasó parte de su niñez y adolescencia en la localidad suburbana de Paso del Rey, a la que le ha dedicado varias canciones. Víctor se consagra en Cosquín en el rubro Revelación Juvenil a sus 20 años, en pleno “boom del folklore” y cuando se hacía sentir fuertemente la filosofía del Nuevo Cancionero en melodías y letras comprometidas con la realidad.

El público latinoamericano conoce buena parte de sus discos originales, que rondan las 30 producciones, y algunas de sus melodías han sido transformadas en “himnos” de las hinchadas de fútbol. Su faceta literaria no es tan conocida. Entre 2004 y 2011 Víctor ha publicado Alguien aquí conmigo (novela), Rincón del Diablo (novela), La Canción Verdadera (ensayo), Mera Vida (novela) y Aquellos Soldaditos de Plomo (poemas). En esta oportunidad música y literatura se aúnan en esta nueva obra. Está basada en los poemas del disco Taki Ongoy (Philips, 1986) que pretende rescatar “la visión de los vencidos” en la conquista europea de lo que hoy es América Latina.  La difusión del disco fue boicoteada por poderosos medios de (in)comunicación y por la jerarquía eclesiástica de ese entonces, entre otras voces disidentes, lo cual no impidió que el disco alcanzara la distinción “doble platino” y que el artista convocara a miles de seguidores en sus recitales porteños. Muchos docentes se basaron en la investigación realizada por Víctor, plasmada en aquel disco, para crear conciencia en sus alumnos de la verdadera realidad e identidad de nuestro(s) pueblo(s). Seis años después de su publicación original, la obra es reeditada por el mismo sello en formato CD, ya lejos de la polémica y con notables índices de popularidad. Hoy, aquellas canciones aparecen en este nuevo libro en el capítulo titulado “La obra”, complementado con “La historia” y “El contexto”, que amplían la información y agregan datos de interés para todos aquellos interesados en profundizar sus conocimientos de aquellos pueblos que habitaban Abya Yala.

 

FOGON LATINOAMERICANO estuvo presente en el Acto de Presentación del libro, en el cual  estuvieron junto a Víctor el conductor televisivo Marcelo Iribarren, vinculado al ámbito del folklore, y los historiadores Mario “Pacho” O’Donnell y Adrián Dubinsky. Es Adrián quien toma la palabra para referirse al modo en que ha llegado a conocer la obra de Heredia. “Cuando iba a la escuela primaria tenía un profesor muy particular. Ese profesor nos enseñaba poesía a través de las canciones de la época, entre las que se encontraban María va, canciones de León (Gieco), de Víctor. Y cuando llegó el momento de egresar del séptimo grado tuvimos que elegir una canción. La elegida fue El misterioso dragón, de Víctor. Recuerdo que lo que intentaba el profesor es que tuviéramos una visión crítica de la poesía, además de su cadencia y su melodía. Esa visión crítica está presente todo el tiempo en la obra de Víctor Heredia, y ahora lo podemos apreciar en el libro en particular. Se hizo en una época en que se revisa una historia oculta, hasta ese momento dejada de lado, y se nos decía en la escuela y en todos lados que la historia había sido una conquista, vinieron los españoles y  [hubo] siglos de calma chicha hasta la Revolución de Mayo. Eso no fue así; la resistencia estuvo desde un primer momento en que los pueblos originarios experimentaron la falta de libertad. (…) Víctor toma posición y dice: “esta es la voz de los vencidos”. Automáticamente hace una aclaración de qué vencidos estamos hablando. Porque si hoy por hoy seguimos hablando de resistencia y presentando este libro es porque esos vencidos no eran tales. Fue un aplacamiento momentáneo a fuerza de hierro y de muerte.”

En su síntesis, Adrián nombra las luchas de los líderes Caonabo y Hatuey, y posteriormente cita “un pico álgido en la resistencia [al colonizador] que Víctor ubica muy bien en Túpac Amaru II, en la rebelión de 1780. En aquella época se aúnan los problemas de los criollos con los de los pueblos originarios. Se genera una especie de síntesis de la cual van a abrevar posteriormente otros luchadores.”

“Posteriores a las luchas que cuenta el libro hubo resistencias de los pueblos originarios a [las políticas de sometimiento y expulsión del general Julio Argentino] Roca, hubo resistencia de los obreros en la Semana Trágica [enero de 1919], en la Década Infame [1930 -1943], hubo resistencia en los ’50, hubo resistencia en las Madres de Plaza de Mayo al gobierno militar, y siguió habiendo resistencia. En este libro habita la resistencia. (…) El libro viene a decir que no nos han vencido.”






Adrián Dubinsky, Víctor Heredia y Mario O’Donnell
 
 

Por su parte, Mario O’Donnell opina: “Taki Ongoy cumple con los principios del revisionismo; las oposiciones que enfrentó la obra en general—cuestionando la historia “oficial”—demuestra qué importancia tiene la historia como sostén de un orden constituido. Víctor se compromete con la lucha de los pueblos originarios, la verdad de los pueblos originarios. Yo quiero recordarles cómo cada uno de nosotros conoció la historia cuando éramos una pizarra vacía y nos mostraron “eso” de los pueblos originarios. Cuando nos contaron la llegada de Solís al Río de la Plata. A Solís el rey le había encomendado buscar una conexión entre los dos océanos. Llegaron a “las Indias” por el oeste, ya que el este estaba tomado por el Imperio Otomano. Ese fue el motivo, como ustedes saben, del viaje de Colón. Solís se interna en este río y encuentra “fieras con aspecto humano” que se echan sobre Solís—buen mozo, blanco, bien vestido—y lo matan, pero no conformes con matarlo lo descuartizan y se lo comen. Eso fue lo primero que nos contaron sobre nuestros pueblos originarios. Por supuesto que no había canibalismo en esa época y lugar. Pero cuando los Imperios invaden otros territorios lo hacen por el “bien” de esos países, para “civilizar”, para sacar de su lugar a un “tirano”.

“Vamos a mostrar cómo un hecho se puede interpretar. Yo diría mi verdad: ¡qué piolas [ geniales ] estos antecesores, astutos, que se dieron cuenta que éstos que venían en esas canoas inmensas y que traían animales que parecían largar fuego por la boca, que tenían armas de fuego, etc, venían a hacerles daño. Recién contaban la ingenuidad con que los incas recibieron a los invasores españoles, demasiado entretenidos en la guerra civil entre Atahualpa y Huáscar, o los aztecas que los consideraron dioses y los homenajeaban con todo lo que encontraron. Nuestros pueblos originarios hasta hubieran hecho que nos sintiéramos orgullosos de ellos. Y no sólo eso. Como ustedes saben, cuando llega Mendoza no lo matan pero lo pasa de muy mala manera porque establecen un sitio tan firme hasta que finalmente huyen y fundan Asunción. Esta es nuestra historia real, y esto es lo que cuenta Víctor en su obra y en su libro, me parece un libro muy bello. Acabo de felicitar a la editorial y a la diagramadora de la portada.”
 
 


 
“Hubo mucha resistencia de los pueblos originarios a la invasión europea. Fue una invasión, aunque la llamaran descubrimiento de América, Día de la Raza, nombres disparatados. A otros se les da por llamarlo cruce de culturas. El 12 de octubre [de 1492] es el principio de la cruenta invasión europea a América. Y Colón fue el primer invasor europeo a América. Está vigente la discusión por la ubicación de la estatua de Colón [en la ciudad de Buenos Aires] y su reemplazo por una de Juana Azurduy, no sólo por ser de un pueblo originario sino por ser una gran heroína, como muchísimas mujeres de la Independencia. “
“En una discusión planteé: ‘¿A usted le hubiese gustado que mataran a [José de] San Martín en la Batalla de San Lorenzo?’ La otra persona me dice: ‘no, por supuesto que no´. ‘Ahora, ¿usted sabe quiénes son los que lo hubieran matado?’ ‘¿Usted sabe contra quién combatieron [Martín Miguel de] Güemes y [Manuel] Belgrano?’ ‘¿Cuántos murieron en la guerra por nuestra Independencia?’ ‘¿Contra quiénes lucharon?’ Tenemos una visión europeizada de la época de nuestra conquista y de nuestra colonia. No podemos despojarnos de esa idea de desvalorización o de ignorancia de nuestros pueblos originarios. Estos pueblos fueron extraordinariamente resistentes a la conquista. Juan Chelemín es el cacique o jefe calchaquí que se opuso bravamente a la conquista. La historia argentina que nos contaron y nos cuentan comienza en Europa. Comenzamos a estudiar las guerras europeas, las dinastías reales, etc. Y de pronto cruzamos el océano y pasamos a América, como si la historia americana comenzara en ese momento. Y cuando nos hablan de los pueblos originarios, por ejemplo, nos dicen que los indios pampa vivían en una zona fértil, eran sedentarios, cultivaban trigo, papa. Y se olvidan de  que la primera sublevación masiva contra los españoles tuvo lugar entre 1560 y 1563, acaudillada por Juan Calchaquí, cacique de Tolombón [Cafayate, Salta]. La situación de los conquistadores invasores llegó a ser muy comprometida, por enemigos hostiles que se desplazaban con astucia y los mataban con sus flechas emponzoñadas. Posteriormente, Juan Calchaquí tuvo que doblegarse ante la extraordinaria diferencia de poder.”
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“El espíritu insurreccional era tan grande entre los originarios del noroeste argentino que hubo un aventurero, Pedro Bohórquez, que decidió ser el descendiente del Inca Hualpa, reencarnación de los incas. No es que los diaguitas y los calchaquíes le creyeran. Fue una pequeña mecha que hizo estallar una insurrección extraordinariamente importante que duró más de tres años. Asustado, Bohórquez se entrega a las autoridades españolas y es ejecutado. La insurrección duró seis años tras la muerte de Bohórquez. Y las represalias por parte del invasor fueron terribles: Chelemín fue descuartizado en la Plaza Mayor de la ciudad de Shincal, que fue arrasada.”
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“La resistencia indígena se verifica cuando los blancos logran dominar a los pueblos originarios al sur de Bahía Blanca. La llamada Conquista del Desierto, a fines del siglo XIX.” (…) “Cuando nos hablan de la Revolución de Mayo y nos cuentan sus antecedentes, nos hablan de Voltaire, de la Revolución Francesa. Y no nos cuentan que esas extraordinarias insurrecciones de fuerzas tan desparejas. No nos hablan de la insurrección que sucedió un año antes, en 1809 en Chuquisaca y en La Paz gracias a los originarios. “
Respecto a la obra de Víctor y su toma de posición respecto a los presuntos olvidos de la historia oficial, O’Donnell nos dice: “no son olvidos, son decisiones políticas. Si vamos a ensalzar a los pueblos originarios vamos a tener que respetar a los cabecitas negras. No son [visiones] banales, no es que se olvidaron, es una historia liberal, oligárquica, antiprovincial, extranjerizante, librecambista, etc. Nos han enseñado siempre que cuando uno se opone a eso paga las consecuencias. [Taki Ongoy] es una bella obra y además está la belleza de las palabras, por ejemplo, Un pedazo de mi sangre (lee el texto). La irrespetuosidad de Víctor hace que esto, que podría ser  perfectamente un soneto, no llegue a serlo porque le agrega un verso. (Risas del público). O sea que la última estrofa tiene cuatro líneas.” Ahora lee el poema Ella está conmigo. Finalmente, Mario felicita a Víctor por esta importante obra.
 
 
 
 
 
 
Habla Víctor: “Es un orgullo para mí estar flanqueado por tanta sabiduría, por tanta certeza y también por esta coincidencia de la mirada que tenemos sobre lo que es nuestra identidad. Recién pensaba, mientras lo escuchaba a Pacho, que la identidad, evidentemente,  no es un cúmulo de sucesos casuales, que forman a un ciudadano, a un individuo. Ni siquiera es una sucesión de hechos culturales. La identidad en los tiempos que corren es un hecho político. Porque se puede manipular. Y quienes mal escribieron la historia, tergiversaron la historia quitándole un pedazo, manipularon políticamente y adrede nuestra identidad.  Yo aprendí en la escuela todo lo inherente a celtas, íberos, caldeos, griegos, romanos, ríos de Asia, Mediterráneo, todas las culturas sobre las monarquías europeas y en mi escuela primaria nadie aceptó que este continente había sufrido lo que sufrió. Y no es una queja Taki Ongoy, ni tampoco un pedido de juicio. Hay esa historia que sucedió y ya no hay remedio. Sino que Taki Ongoy pretende enjuiciar justamente a quienes manipularon nuestra identidad, quitándonos la posibilidad de ser exactamente lo que debiéramos haber sido si se hubiese dicho la verdad. Porque qué distintos seríamos, qué distinto sería el individuo latinoamericano, o por lo menos nosotros, los argentinos, que fuimos escamoteados de este pedazo de la verdad histórica. Si hubiéramos sabido que antes que ser, como pretendía la docencia de mi época, que aquí no había ni indios ni negros, que eso es lo que había hecho disparar el progreso en nuestro país, y que-- en todo caso-- los que había, como eran ladrones, violadores, caníbales, salvajes, y no tenían alma, según aquella vieja bula papal, si en lugar de haber crecido con esa creencia hubiéramos tenido en nuestra conciencia la verdad histórica que nos hubiera develado que nuestros tatarabuelos, abuelos indígenas habían colaborado muy fuertemente con lo que después iba a ser la Revolución de Mayo, porque tanto Tiradentes en Brasil como Lautaro en Chile, Juan Calchaquí, Chelemín, hicieron una rebelión que aquí duró casi ciento treinta años y que puso en manos de nuestros héroes revolucionarios la posibilidad de vencer definitivamente a aquellos que los habían sojuzgado social, política, cultural y religiosamente  todo un continente, qué distintos individuos seríamos si en lugar de haber creído que éramos descendientes de unos zaparrastrosos, salvajes, nómades que habían sido incapaces de generar una cultura, hubiéramos tenido la posibilidad de ver  a estos individuos tal cual eran: héroes, indudablemente héroes, que lucharon fervientemente por su libertad, por su territorio, por sus familias como cualquier habitante de cualquier lugar del mundo que siente que va a perder lo que ha conseguido hubiera hecho. Pero sobre todo, si nos hubieran dicho, antes que mostrarnos las “maravillas” europeas, que el cero fue una invención latinoamericana, que fueron los mayas quienes descubrieron el cero siete siglos antes que los europeos; que el pi 14  de la pirámide de Chichen Itzá es perfecto, frente a la imperfección del pi 14 de las pirámides egipcias que tanto nos hicieron estudiar; que el maíz salvó y palió el hambre de toda Europa, ese maíz que en este continente tardó 7.000 años en domesticar. Qué distintos seríamos si nos hubieran dicho que el oro y la plata extraídos de este continente fueron  a España y de allí a pagar las deudas que ese país tenía con el resto de Europa, y que ese dinero sirvió definitivamente para el despegue preindustrial de aquella Europa, creo que hubiéramos tenido orgullo sincero y estaríamos mirándonos hacia adentro en vez de estar mirando permanentemente hacia afuera para saber quiénes somos. Esto es lo que pretende definitivamente Taki Ongoy. Agregar a nuestra identidad, a nuestro sentido de pertenencia exactamente la parte de la historia que nos escamotearon durante tantos años.” 
 
 
 






 

Antes del final, el público tiene la posibilidad de interactuar con Víctor, de realizarle preguntas acerca de la obra o darle sus opiniones acerca de aquel disco tan revelador. La sorpresa de la noche es la aparición de León Gieco con armónica y guitarra para compartir dos temas con Víctor. El primero de ellos es un clásico del cantautor de Cañada Rosquín: La colina de la vida, que puede apreciarse en este video.
 
Video: La colina de la vida
 
La segunda y última obra interpretada por el popular dúo es El adiós, poema de Atahualpa Yupanqui musicalizado por Heredia para el disco homenaje titulado “Yo tengo tantos hermanos”, publicado en 2001. Posteriormente, el escritor y cantautor firmará ejemplares en el stand de Imaginador Ediciones.
                                                          
 

 
Víctor Heredia: “Taki Ongoy. Las lágrimas de América”
Proyecto Larsen Clásicos
Grupo Imaginador de Ediciones S.A.
Buenos Aires, 2015
160 páginas.

 


 

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