lunes, 31 de diciembre de 2012

Kennya Comesaña y Los Reyes de la Jarana presentan disco de cuecas y ritmos criollos


"De San Roque hasta Playa Ancha"
Kennya Comesaña y Los reyes de la Jarana

Sello Mescalina, año 2012
 
Edición chilena
 
 

Kennya Comesaña, Dante Escorza y Luis “Flaco” Morales son los integrantes de esta interesante agrupación, que debuta con un disco de altísima calidad. A los excelentes recursos vocales de Kennya se suma la maestría de sus acompañantes en diferentes instrumentos, para recrear cuecas porteñas, originales y tradicionales más una serie de valses peruanos de antaño.

En este primer disco, el trío “cultiva la música popular del puerto de Valparaíso y evoca los sonidos de la antigua bohemia”, según su propio concepto. Efectivamente,  la ciudad porteña conjuga modernidad y tradición, alegría y nostalgia, presentes en una generosa selección de canciones populares.

Kennya Comesaña Vera nace en Coyhaique, sureña región de Aysén. Su vida artística comienza tempranamente, presentándose con éxito en diversos eventos regionales, como el Festival de Chile Chico (2004), Festival de Cochrane (2006) y Festival Aniversario de Coyhaique (2004 y 2005). Poco después aparece su primer álbum solista, titulado “Leyenda de Tradición”.

Kennya se traslada a Valparaíso para estudiar Pedagogía en Educación Musical en la Universidad de Playa Ancha (UPLA), donde forma parte de algunos grupos artísticos surgidos de esa institución.
 

Kennya Comesaña
 





Luis “Flaco” Morales. Con más de 40 años de vida artística, este reconocido guitarrista ejecuta también requinto, piano, acordeón y pandero. Tiene escritas más de un centenar de cuecas y forma parte del circuito cuequero porteño y santiaguino.


Luis "Flaco Morales"
 
 
Dante Escorza Contreras. Cursa estudios en la Escuela de Música de la Universidad de Valparaíso. Como guitarrista integra, entre los años 2006 y 2012, la Orquesta Andina de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y el conjunto de sones “Caña Quemá”. Durante los años 2008 y 2009 forma parte del proyecto Apthapi, grupo de música altiplánica, donde ejecuta diversos instrumentos aerófonos.
 


Dante Escorza
(foto: Hugo Rodríguez V.)
 
 
 
De San Roque hasta Playa Ancha
Este excelente disco de Kennya Comesaña y Los Reyes de la Jarana tiene, entre otras virtudes, y aun con ritmos bien diferentes, una unidad estilística y artística que sólo puede explicarse  por el inusual talento de los integrantes del grupo.  Estos motivos son más que suficientes para proyectar la difusión internacional de este auspicioso debut fonográfico.
El primer tema, la cueca La plancha voladora, del “Flaco” Morales, es un simpático comienzo que invita a seguir escuchando con atención la propuesta de Kennya y Los Reyes…  Continúan las cuecas Malaya morena (Luis Castillo) y Juanito Orrego (Hernán Núñez), que nos muestran el lado tradicional de este ritmo, destacándose el “Flaco” Morales en piano y acordeón.
 

A tus ojitos, cueca de estilo romántico, permite apreciar también el talento autoral de Dante y del “Flaco”.  A partir del quinto tema, comienza el segmento “peruano”, con hermosas melodías y trovas de la tradición. En vano (M. Cavagnaro), Amelia (Felipe Pinglo Alva) y la lindísima Mechita (Manuel Raygada) son temas en los que también “pisa fuerte” el conjunto porteño. Por su parte, La joya del Pacífico evoca pasados tiempos en la región de Valparaíso y Viña.

Luis “Flaco” Morales propone dos cuecas propias: Los choros de la caleta y La rana bakana, esta última entre humorística e irónica retrata un tema controvertido de nuestros días. Así, a pura cueca, va finalizando el recorrido por las ciudades del Pacífico. La isla de la fantasía (Benito y Aliro Núñez) y la tradicional Plaza Victoria forman parte de un repertorio tradicional y a su vez siempre vigente.

 

 
 
Kennya Comesaña
voz, cajon peruano

Luis “Flaco” Morales
piano, acordeón,
pandero, voz, requinto

Dante Escorza
guitarra, voz

Manolo Santis (invitado especial)
voz, platillos



Producción
Dante Escorza y Matías Saldías




Sitio web oficial:
http://kennyaylosreyesdelajarana.bandcamp.com/

Fotografías que ilustran esta nota: salvo indicación contraria, por gentileza de Dante Escorza.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Luis Carlos Saboya, el tiple en un fructífero cruce de caminos

 
 
 
 
 
 
 
Por José Perilla
Radio Nacional de Colombia

Fotos: Hugo Rodríguez V.
 
 
 
Las aproximaciones a las músicas tradicionales y populares que se han dado en el contexto colombiano, discursivas o textuales, han retomado en diferentes momentos la idea de un supuesto conflicto entre lo “académico” y lo “popular”, sin tener en cuenta que el encuentro de una y otra faceta del que-hacer musical, ha generado algunos de los mayores aportes creativos de la historia musical colombiana.

La discusión de corte “nacionalista”, en torno a lo que es o no inherente al terruño, se expresa por ejemplo en el hecho de que aún en la actualidad la denominación “música colombiana” se asocie de inmediato con bambucos y pasillos y estos a su vez con la zona central o andina del territorio colombiano. Esta noción limitada y esquemática no solo niega, por ejemplo, el amplio desarrollo de estos géneros en el Caribe colombiano, sino que además, desde el debate generado cien años atrás de nuestros días, con Emilio Murillo y Guillermo Uribe Holguín a la cabeza de los bandos en disputa, ha querido siempre trazar una frontera entre “clásico/universalista” y “popular/local” que en la práctica de los músicos difícilmente puede ser establecida con rigor.

Luis Antonio Calvo, Adolfo Mejía, José Rozo Contreras, Oriol Rangel, Ruth Marulanda, Gentil Montaña, Teresa Gómez, Luis Fernando León, Luis Eduardo Aguilar, Germán Darío Pérez, Mauricio Lozano, Fabián Forero, son entre una lista indeterminada de músicos, figuras visibles del fructífero e indisoluble encuentro entre lo académico y lo popular. A la lista se siguen sumando jóvenes músicos como es el caso de Luis Carlos Saboya (Tunja, 1980), y sus dos hermanos, Diego y Daniel, integrantes del trío instrumental “Palos y Cuerdas”.

 

Trío Palos y Cuerdas





Desde los 7 años de edad, Luis Carlos Saboya fue inscrito en la Academia Superior de Música de Tunja, para desarrollar durante toda la adolescencia estudios enfocados en la llamada música clásica. A la par, por iniciativa de su padre Ernesto, llegaron a la casa, en su orden, la guitarra para Daniel, el tiple que acogió Luis Carlos y la bandola para Diego. Un aprendizaje autodidacta del instrumento se dio de manera paralela a los estudios formales y si bien Luis Carlos en principio percibió los caminos separadamente, el encuentro generado en el Conservatorio de la Universidad Nacional a partir de su vínculo como estudiante en 1999, ha sido fundamental en su ascendente carrera.

En el Conservatorio, Luis Carlos se encontró con músicos pedagogos como el chelista y bandolista Julio Roberto Zambrano, integrante en el pasado de la “Estudiantina Bochica”; el flautista Jaime Moreno quien integró el “Nocturnal Colombiano” de Oriol Rangel; el saxofonista Luis Eduardo Aguilar, integrante de la extinta Banda Nacional, y contertulio del bandolista Fernando León y el guitarrista Gentil Montaña, partícipe por tanto, como tiplista, en la influyente experimentación que se dio por parte de ese trío durante la década de 1980, para generar el conjunto de “Suites” que 15 años más tarde, en 2003, publicó el trío “Palos y Cuerdas” con la asesoría directa de Gentil, su compositor.

Este trabajo se sumó a las experiencias que “Palos y Cuerdas” tuvo al final de la década de 1990, con la asesoría de Fernando León, músico educado en el Conservatorio bajo la égida del compositor Blas Emilio Atehortúa. Arreglista de gran cuantía, “El Chino” León, no solo perteneció también a la “Estudiantina Bochica”, sino que a su vez, como integrante del “Trío Joyel” y director de “Nogal Orquesta de Cuerdas”, generó una nueva escuela interpretativa y de arreglos, de la que se tuvo notables resultados como el cuarteto “Cuatro Palos” o el trío “Ancestro”, protagonistas de la “nueva música andina colombiana” en los estertores del siglo XX.



 

De todas estas fuentes bebió Luis Carlos, además del influjo directo e indirecto generado por los argentinos Horacio Lapidus, pedagogo teórico vinculado al Conservatorio, y Astor Piazolla, elocuente figura al momento de abordar el fértil encuentro entre academia y sentir popular, cuya obra ha sido base para experimentaciones que Luis Carlos ha plasmado en sus composiciones y arreglos instrumentales.


El tiple, que Luis Carlos aprendió de manera autodidacta para acompañar las canciones que cantaba junto a su hermano Daniel, a la vez que, con el acompañamiento de su guitarra, tocaba las melodías transcritas de algunos estudios de Chopin, hoy en día se ha insertado al contexto académico y varias escuelas a nivel nacional cuentan con cátedras sistemáticas para su enseñanza. Los aportes como solista del instrumento hechos por Luis Carlos, han sido ejemplares y junto a sus hermanos, este joven y gran músico colombiano, ha sabido insertar la “localísima” música andina colombiana, en un circuito global de conciertos a través de festivales que van desde aquellos dedicados a la “guitarra clásica”, como otros enfocados en el jazz y las músicas del mundo.